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El protagonismo de la actividad minera de Córdoba

Por Aldo Bonalumi*

Cuando se piensa en el crecimiento del país, el común de la gente refiere a las exportaciones agropecuarias, que aportan gran parte del producto interno bruto (PIB) y permiten que hoy Argentina tenga un horizonte razonable donde reflejarse.

Los principales indicadores de desarrollo son los parámetros que impactan en el bienestar general de la población.

Si uno de los factores principales que aumenta la calidad de vida de los ciudadanos pasa por la obra pública y la construcción civil, y casi toda la materia prima que esto demanda debe ser provista por la actividad minera no metalífera –dado que es necesario planificar autopistas y autovías para disminuir siniestros y facilitar el transporte, construir presas y canales de alivio para mitigar inundaciones de áreas llanas, construir viviendas, hospitales y escuelas–, entonces se puede afirmar que la actividad minera está comprometida con el desarrollo, porque la obra pública enumerada está constituida con más del 95% de rocas y minerales.

Hoy, nuestros hogares se construyen con la misma materia prima que en la Edad de Piedra y nuestras rutas son muy parecidas a las romanas, sólo que el avance científico, donde la tecnología se refleja, ha mejorado la transformación del cuarzo en vidrio, del feldespato en cerámica, de la calcita en cal, y de las piedras en “rutas romanas”, estas ahora algo más flexibles.

Vital protagonista

Córdoba es vital protagonista de la minería no metalífera en Argentina: el 40% de la materia prima mineral de la obra pública y privada que se planifica y ejecuta en las zonas más pobladas y productivas del país debe ser provista desde Córdoba.

El 30% de los minerales industriales que proveen a la industria del vidrio, pinturas, plásticos, caucho, cerámica, remineralización de suelos, siderurgia, cal, cemento, también los produce Córdoba.

Si se tiene en cuenta que un kilómetro de autopista consume para su construcción 16 mil toneladas de piedra y agregados minerales, es fácil darse cuenta del protagonismo minero de nuestra provincia.

¿Por qué Córdoba y no otra provincia? Con sólo ver un mapa físico de nuestro país, se observa que las Sierras de Córdoba son el último cordón orográfico hasta el Océano Atlántico –es decir, son las montañas más cercanas a los lugares de alto consumo–; la respuesta la dan el flete y su costo.

Cuando se utiliza la obra pública, esta se desgasta y hay que mantenerla, todo se hace con minerales y rocas. En Argentina, se pasó de utilizar cuatro a nueve kilos por persona por día de minerales. Pero en Córdoba, ese indicador por persona supera por día los 32 kilos.

Sin embargo, lo más importante es el valor agregado que la industria impone. Eso hace la diferencia, ya que hay productos que multiplican el valor del mineral por seis, pero otros lo hacen por 3.500.

Córdoba produce 36 millones de toneladas anuales de productos minerales, y mueve 3.000 camiones por día.

Estos datos superficiales nos dictan que en Córdoba se transportan muchos más minerales que granos, y este último dato con toda certeza sorprenderá a más de uno.

Lo descripto condiciona a la provincia como proveedora de rocas y de minerales por muchos años más. Esto es un verdadero compromiso geopolítico. La provincia de Santa Fe depende de los minerales de Córdoba para su desarrollo edilicio e industrial minero.

Esta realidad conduce a que inexorablemente deban trabajar de la mano productores y Estado.

Los primeros, tomando conciencia de que la minería es su negocio y no su hipoteca impagable; por esta razón, deberá ser sostenible en el tiempo y trabajar e invertir en ello.

El Estado deberá estar muy atento a que se cumpla la conservación ambiental y el mejoramiento de la actividad extractiva. Esto debe ser así y se hace difícil leerlo de otra manera. Porque si Córdoba dejara de proveer los minerales que aporta al desarrollo de la industria y estos debieran transportarse desde distancias mayores, la obra pública nacional tendría un costo muy superior, sin contar los millones de toneladas de combustible que se gastarían –y contaminarían– si se aumentaran los kilómetros por recorrer.

Sería muy dificultosa la industria del cemento, de la cerámica roja y esmaltada, del vidrio, del caucho, de la pintura o del papel sin minerales de Córdoba. Ahí es donde la minería entra en la vida cotidiana y es por eso que hay que cuidarla, haciéndola trabajar bien; que tenga sostenibilidad, pero que duplique su producción.

Hay que tener muy presente que, después del agua, lo que más utiliza el hombre para su bienestar son los minerales.

*Secretario de Minería de la Provincia de Córdoba

La Voz

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