La tecnología y el medio ambiente, en el centro de la agenda

El avance tecnológico y el cuidado del medio ambiente deberán estar en el centro de la agenda.
Hay algo que obligará a las empresas a tener un liderazgo disruptivo, eso es el avance de la tecnología. El crecimiento exponencial de los productos y servicios a los que se puede acceder a través de la tecnología será un auge para los negocios en todas partes. Por ejemplo, para 2030 habrá más de 100.000 millones de «dispositivos conectados» alrededor del mundo.
El desarrollo de la conectividad digital permitirá a las organizaciones acceder a cada vez mayores cantidades de información acerca del consumidor, que podrá usarse para crear lazos más fuertes y ganar fidelidad.

Sin embargo, mientras la conectividad digital presenta una enorme oportunidad para focalizar y atender mejor a los consumidores, también plantea un riesgo respecto del uso ético de la información sobre ellos; esto es algo que realmente preocupa a las personas. En un estudio reciente realizado por Accenture, alrededor del 44% de los consumidores dijeron que están preocupados por la información que comparten debido a la falta de confianza en la seguridad en línea que protege sus datos personales. En otro estudio, el Truste Consumer Confidence Index [Índice de Confianza del Consumidor Truste], 9 de cada 10 usuarios de Internet en el Reino Unido y los Estados Unidos dijeron que evitarían hacer negocios con empresas que no protegieran la privacidad de sus datos.

El desafío para las compañías consiste en la manera en que deben apalancar la tecnología digital y la información que esas tecnologías generan, para mejorar todas las dimensiones de su negocio mientras garantizan que son administradores responsables de toda la información que recolectan y usan.
En otro orden, también el uso de los recursos naturales plantea un desafío para las compañías. Al ritmo actual del consumo, habrá un sobreuso de los recursos del planeta, que se multiplicará por tres en el 2050. Con una demanda que sigue superando el suministro, las empresas soportan el embate de los precios de los productos básicos. De hecho, es lo que sucede hoy en día.
Durante el período transcurrido entre 1960 y 2000, cada punto de crecimiento del PBI se acompañaba con una caída de 0,2% en el índice de precios de los productos básicos. Desde el comienzo del nuevo milenio, se puede ver un movimiento de los precios a un ritmo similar al del crecimiento: para cada punto de suba del PIB, entre el 2000 y 2014 se ha producido un 1,5% de incremento en el índice de precios de productos básicos.
Por encima del impacto del precio está el problema ambiental. Según las tendencias históricas, por cada 1% de aumento del PBI global, las emisiones de dióxido de carbono han subido alrededor de 0,5 por ciento.

En un «escenario común del negocio», el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (Intergovernmental Panel on Climate Change, IPCC) pronostica aumentos en las temperaturas de entre 2,6 y 4,8ºC para el final del siglo, provocados por el continuo crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
La conclusión inevitable que surge de esta información es que la economía global debe separar el crecimiento de la economía del uso de recursos vírgenes no renovables para evitar la volatilidad de los precios y, además, para reducir los impactos negativos en el medio ambiente. Esto requerirá que las empresas adopten nuevos modelos de negocios que les permitan reducir (y finalmente eliminar) su uso esos recursos naturales no renovables en sus cadenas de valor, productos y servicios.

La Nación

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