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Qué está pasando en la Argentina con las energías renovables

Los players ya se mueven para no quedar afuera de un negocio seductor. Las reglas de juego y las condiciones para producir energía limpia según cada tecnología.

Un momento histórico. Una oportunidad increíble. La Argentina, el tercer mercado energético de Latinoamérica, pero de los más atrasados en la provisión eléctrica a partir de fuentes renovables, pica en punta en el interés de inversores locales y extranjeros con la sanción, reglamentación y ejecución de un marco normativo confiable para empezar a crear energía limpia y amigable con el ambiente. En poco tiempo, la “Ronda 1” del Programa RenovAr adjudicará proyectos para un mix de tecnologías por 1.000 MW.

Marcelo Álvarez, presidente de la Cámara Argentina de Energías Renovables (Cader), sostiene que se está “a las puertas de un posible cambio de escala” en la matriz eléctrica argentina. “Venimos del modelo de energy delivery, que subsidia energía que no tenemos para que sea quemada y utilizada en forma ineficiente, a cualquier costo y de cualquier manera”, diagnostica Álvarez.

Cader presentó al Ministerio de Energía y Minería, que conduce Juan José Aranguren, un informe en el que pronosticaba cuatro años de déficit energético en materia de oferta, problemas de distribución y una disyuntiva por resolver: seguir agregando más energía de origen fósil o apostar por lo renovable.

“Las renovables generan más trabajo por unidad de potencia instalada y de energía inyectada, y permiten desarrollar economías regionales con un marco regulatorio inteligente; sacan menos dólares del sistema pese a la importación de los bienes de capital necesarios para la primera parte de la curva de crecimiento, y fomentan el desarrollo de componentes nacionales para estas tecnologías”, resume.

Sector por sector

La energía eólica será protagonista de esta primera etapa de licitaciones públicas, con unos 600 MW por licitar. En este campo ya hay actores en movimiento desde hace años, con parques instalados y volcando energía al Sistema Argentino de Interconexión (SADI). Pero los costos de instalación son realmente altos. Se estima que cada megawatt instalado requiere un capital cercano a los u$s 2 millones. Otros hablan de u$s 1,6 millón. Para Nicolás Eliaschev, socio abogado del estudio Tavarone, Rovelli, Salim & Miani, los precios de licitaciones tienden a bajar, y una vez que los inversores van tomando el pulso, empieza a ver escala y track record. “Gran parte del costo actual está previsto por el riesgo país”, explica. En Latinoamérica, muchos países construyeron sus granjas eólicas con tasas del 5, del 4 o del 3%.

Erico Spinadel, presidente de la Asociación Argentina de Energía Eólica (AAEE), pone el foco en el tendido de los tramos de vinculación a la red, que cuestan cerca de u$s 300.000 por kilómetro. Spinadel dice que, en un país de condiciones similares a la Argentina, cada megawatt instalado “supone unos seis puestos de trabajo directos y unos 30 indirectos”. Los primeros necesitados de mano de obra serán los constructores de aerogeneradores. Actualmente hay varios proveedores nacionales de turbinas (IMPSA Wind, NRG Patagonia o INVAP) y varios actores internacionales con ganas de tomar mercado: Siemens Wind Power, Vestas, Gamesa, Goldwind y GE.

La energía solar fotovoltaica y térmica no es para desdeñar. En los últimos años alcanzó viabilidad económica y sus costos van a la baja. Las regiones cordilleranas y precordilleranas poseen buenos niveles de radiación, un factor de capacidad alto, lotes accesibles y suficientes puntos de conexión a la red. Se esperan licitaciones por 300 MW, un 30% de la primera oferta. En este campo, los privados podrían tardar en sellar acuerdos hasta después de la Ronda 2 del RenovAr, esperando que los costos de generación sigan a la baja. Se estima que en la actualidad, la energía solar fotovoltaica tendrá un costo de u$s 1,5 millones por megawatt de potencia inyectado a la red.  De los más avanzados en este campo es 360 Energy, liderada por Alejandro Ivanissevich, que hoy opera el parque solar fotovoltaico más grande del país, ubicado en San Juan.

La biomasa, en tanto, ha sido el primer y el principal combustible empleado por el hombre hasta la revolución industrial. Su uso declinó con la sustitución por el carbón, pero hoy vuelve a aparecer con fuerza. José María Méndez, Marcos Bragachini y Diego Mathier, vinculados al Programa Nacional de Agroindustria y Agregado de Valor de INTA (PnaiyAv), confían en abastecer a regiones enteras que hoy no tienen llegada del tendido nacional. “Tenemos muchas posibilidades aprovechando los residuos sólidos urbanos, industriales o pecuarios. Incluso pueden adaptarse cultivos destinados a la generación de bioenergía”, comentan los ingenieros.  “También es factible volcar bioenergía a la red”, subrayan.

Las subastas públicas, según informó Cammesa, rondarán los 65 MW de biomasa, que incluye una variedad de componentes vegetales o animales que por medio de la gasificación y/o incineración pueden aprovecharse como energía. Otros 15 MW serán para proyectos de biogás obtenido a partir de la descomposición orgánica de los mismos materiales. Un 2% (20 MW) se repartirán entre proyectos de pequeño abastecimiento hidráulico (PAH), la última tecnología por licitar en el RenovAr.

Juego de privados

El puntapié de un mercado promisorio está en manos del Estado. Pero otro igual de importante se está gestando entre privados, donde son protagonistas de la demanda aquellas empresas consideradas “grandes consumidores”.

Según la Asociación de Grandes Usuarios de Energía Eléctrica de la República Argentina (Agueera), hay más de 7.500 particulares en esta condición, que juntan un 32% de la demanda eléctrica nacional. Estos consumidores podrán autogenerar, firmar contratos con un generador, comercializador o distribuidora, o comprar  por defecto a Cammesa. Pero fuera de las acciones de grandes compañías, los grandes consumidores esperarán a ver qué pasan con los precios. “Esperamos que esto sea así para alcanzar un abastecimiento seguro y a precios competitivos para la actividad industrial”, comentaron desde la entidad.

El pronóstico de sus cuadros técnicos es que se abra un período de consultas para la autogeneración (posible, por ejemplo, a partir de biomasa, en aquellas industrias donde el insumo sea un subproducto o un residuo de la producción) o bien para la adquisición mejores precios a privados o a Cammesa. “En caso que el mercado eléctrico tienda hacia una contractualización –relataron a este medio- y en la medida que existan multiplicidad de oferentes y demandantes, posiblemente tome un nuevo impulso el rol que cumplen los comercializadores de energía, que deberían hacer más sencilla y barata la provisión de energía”.

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