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Río Turbio: duelo y asueto por cumplirse 12 años del accidente

Como cada 14 de junio desde aquella explosión del 2004 que costó la vida de 14 mineros, la Cuenca vive hoy un día de duelo y recordación. Las actividades comenzaron anoche con el encendido de una vigilia de antorchas. Hoy serán las misas y ofrendas florales, además del acto central de homenaje. SANTA CRUZ Martes 14 Jun 2016         0

Hace doce años una noticia que se transformaría en un manto de desolación y luto recorría cada una de las casas de los habitantes de la Cuenca Carbonífera. Una explosión en el interior de mina y su consecuente incendio hacían temer lo peor.

Una historia de negligencias y abandono se terminó cobrando la vida de catorce trabajadores mineros. Pasarían diez años hasta que, finalmente, algo de justicia llegara a la vida de los sobrevivientes y, sobre todo, de los familiares de los que hoy serán recordados.

Crónica de una jornada negra

Horas de profundo dolor se viven en la Cuenca Carbonífera. Catorce mineros muertos y decenas de heridos fue el resultado del incendio que se provocó en el interior del Complejo Minero Río Turbio. Desde conocido el accidente fueron largas horas de intentos de rescate para tratar de salvar la mayor cantidad de vidas posibles.

A medida que transcurría la noche y la mañana siguiente, las esperanzas languidecían mientras se iban rescatando los cuerpos de las infortunadas víctimas, haciendo de esa tragedia la peor en 60 años de la Cuenca.

Los cuerpos de los mineros Miguel Cardozo, de 24 años, oriundo de 28 de Noviembre, y de Julio Alvarez, de Río Turbio, fueron los primeros en ser encontrados en el interior de la mina, a unos 5.500 metros del lugar conocido como Chiflón 7, uno de los extremos. Más tarde fueron hallados el cadáver de José Alvarado Díaz y el de José Hernández Zambrano. A 7.000 metros montaña adentro y a 400 metros de profundidad se encontraban los restantes diez trabajadores a los que se intentó infructuosamente rescatar.

Al momento del accidente, alrededor de las 22:30 de aquel 14 de junio de 2004, en el interior de las minas de carbón se encontraba trabajando casi un centenar de personas, cuando se produjo un incendio en la cinta transportadora de carbón, a 1.000 metros de la boca principal. El fuego intenso provocó derrumbes en las galerías entre la Unión 9 y 12 de la entrada principal. El humo tóxico rápidamente empezó a correr por las numerosas galerías y fue una trampa mortal para los mineros.

Un camión que se encontraba en el interior rescató a 50 operarios, pero la dificultad para conducir en medio del humo provocó un accidente en el interior de la mina.

Ahogadas y extenuadas, cerca de 37 personas pudieron escapar a pie y aparecieron en el chiflón 7. Todas fueron trasladadas al hospital. La mayoría fue dada de alta. Según relataban los mineros, en el interior, aún permanecían personas que gritaban desesperadas.

Según se explicó, la labor se dificultó por la acumulación de anhídrido carbónico bajo tierra, dado el humo que ingresó en las galerías tras el incendio, a lo que se sumó la polvareda levantada por el derrumbe y los efectos propios del mineral que la compone: el carbón.

Con el paso de las horas, lamentablemente la Cuenca tenía que dar cuenta del hallazgo de los cuerpos ya sin vida de Odilón Vedia, Héctor Rebollo, Víctor Hernández, Nicolás Arancibia, Ricardo Cabrera, Silverio Méndez, José Chávez, Oscar Marchant, José Armelia y Jorge Vallejo.

Una tragedia evitable

Aquello fue sin dudas algo que podía haber sido evitado. El empresario Sergio Taselli, quien a mediados de los ‘90 había obtenido la explotación de Yacimientos Carboníferos Fiscales convirtiéndolos en Yacimientos Carboníferos de Río Turbio, “abandonó” la concesión al extinguirse los cuantiosos subsidios (160 millones de pesos-dólares) con que pagaba los salarios. Crecientes denuncias lo acusaban de incumplimiento de las obligaciones establecidas por los pliegos de licitación. Según la versión de los dirigentes mineros, YCRT Sociedad Anónima no sólo no había realizado las inversiones prometidas: había derivado los bienes de la empresa a otros negocios del mismo accionista. Camiones de la flota de YCRT, importados con los beneficios de la Ley de Promoción Minera, habían ido a parar a Comodoro Rivadavia para ser utilizados por Centrales Térmicas Patagónicas; otras propiedades de la Cuenca fueron halladas en Lobos, en la empresa Electromac. La mina, sostenían los sindicalistas, había sido vaciada frente a los ojos cerrados de los organismos de contralor. Un par de años antes llegó la intervención de la mano de Eduardo Arnold a quien luego le sucedieron otros, pero la inversión siguió sin aparecer. Las luces rojas que debían alertar la existencia de graves riesgos en la mina estaban siempre encendidas en ese cerro donde se esconden 580 millones de toneladas de carbón y está perforado por 150 kilómetros de túneles.

La decadencia y el abandono no perdonaron a los sistemas de seguridad y se multiplicaron los accidentes de trabajo. La cinta transportadora funcionaba mal, no había líneas eléctricas alternativas para la ventilación, los “botoneros” que supervisaban el movimiento de la cinta habían sido sustituidos por paneles eléctricos; la brigada de salvataje fue dispersada y sus miembros destinados a otras funciones. La cinta era una obsesión. La usaban para subir las vagonetas con el carbón hasta la boca de mina y también para ahorrar el tiempo que demoraban los obreros en subir y bajar hasta el socavón. Era una cinta sin fin, no paraba nunca, ni siquiera para que los hombres descendieran.

Dicen que la costumbre naturaliza el peligro, la rutina da habilidad y experiencia y la gente se confía. El día en que uno de los mineros se enganchó y fue aplastado por los rodillos que hacen girar la cinta, el horror no tuvo límites. Lo contó a los periodistas, unos pocos meses antes de la tragedia colectiva, el minero Raúl Wanzo, dirigente de ATE Río Turbio. Y fue en la cinta que se inició el fuego. Todos olían a quemado pero no estaban los “botoneros” para advertir dónde se había iniciado el incendio y que las cosas irían a más. 87 obreros lograron salir, 14 no tuvieron la misma suerte.

Los actos programados

La Municipalidad de Río Turbio informó que el día de hoy será de duelo y asueto administrativo, en memoria de los catorce mineros fallecidos en 2004, tal como lo establece el decreto municipal Nº 1095/05.

Se invitó a los organismos públicos nacionales, provinciales y municipales, instituciones intermedias y comunidad toda, a participar del oficio religioso y actos que realicen sus familiares en este día. Asimismo, se anunció que las banderas nacionales y provinciales deberán permanecer a media asta durante la jornada de dicho 14 de junio.

Mario Armella, familiar y organizador del acto en conmemoración al 12° aniversario de la tragedia que paralizó los corazones de todas la familias de la Cuenca Carbonífera, comentó que “lo más importante es no dejar pasar este día por alto”. Explicó que se trabajó en conjunto con ambos municipios, como así también con la Administración de YCRT, para llevar adelante los actos de homenaje.

Así anoche desde las 23:45 hs. se realizó el encendido de antorchas en el Monumento a la Memoria de los Mineros (rotonda 28 de Noviembre).

En tanto que hoy, a las 10:30 hs. se oficiará la misa en la Iglesia Santa María de la Paz (Río Turbio).

Al mediodía se concretará el Acto Conmemorativo en la Plazoleta del Minero, en Río Turbio y a las 13:45 hs, se rezará el Responso en boca de Mina 5.

Media hora después, está programada la colocación de ofrendas florales en el Monumento a la Memoria de los Mineros en la rotonda de 28 de Noviembre.

En ese marco Mario Armella señaló que “más que una invitación a la Cuenca, queremos pedir que nos acompañen, como lo vienen haciendo cada año. Sabemos que los tiempos hoy en día están muy difíciles para cada uno de los compañeros trabajadores, por eso les pido que este 14 de junio nos sigan acompañando como en cada aniversario, es una fecha de mucha reflexión y sobre todo de memoria y recuerdo de nuestros 14 mineros”.

 

La Opinión Austral

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