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Inexplicable pataleo sindical

CATAMARCA. Algo muy extraño está ocurriendo en el plano gremial y político de la minería en la provincia. Esta semana, un sector interno de la Asociación Obrera Minera Argentina (AOMA), los delegados de la seccional Farallón Negro, salió a cuestionar en severos términos la política laboral de la empresa Minera Alumbrera.

Por un lado, aprovechó la concentración multitudinaria –especialmente de autoridades provinciales y nacionales- en Tucumán por el Bicentenario de la Independencia y publicó una solicitada en el principal diario de esa provincia; y unos días después hizo lo propio en un medio de reducida circulación de Catamarca. Entre otras cosas, responsabilizó a la empresa de «desinvertir en seguridad laboral y social”; de usar como «estrategia principal la tercerización empresarial”, lo que asegura tiene como consecuencia «el descarte de sus empleados de origen”; de producir «despidos”, algo que a criterio de los sindicalistas demuestra «la poca importancia y relevancia que asigna a sus recursos humanos y comunidades aledañas al yacimiento”.

Recuerdan que la minería es «política de Estado en Catamarca” y que, por lo tanto, «los empleados directos de esta noble actividad necesitamos responsabilidad social de parte del gobierno para sentirnos incluidos en esta política”. Este sería el aspecto medular de un planteo que, en rigor, se entiende poco y no queda claro si el destinatario final es la empresa o el Gobierno provincial.

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En primer lugar, lo que todos saben, y en especial el sector minero, es que ya se puso en marcha el proceso de cierre de minera Bajo La Alumbrera y Bajo El Durazno, cuya etapa final se daría a mediados de 2018. La noticia tiene más de un año y se sigue informando en detalle en las comunidades mineras de parte de las autoridades provinciales del área. En tal sentido, la minería, como ocurre en otras actividades económicas transitorias, tiene un determinado ciclo de vida: hay trabajo intensivo durante la puesta en marcha y el proceso de producción, y luego decae a medida que se agotan los recursos a explotar. Dicho en otros términos, los trabajadores mineros son conscientes, desde el primer momento, que el tiempo de duración de su trabajo depende exclusivamente de la vida útil de la mina donde se desempeñan. La temporalidad es la característica esencial del trabajo minero. En consecuencia, las empresas reducen sus costos de producción, entre ellos los laborales, a medida que se aproxima el fin del proceso de explotación. El destino de un trabajador minero a partir de allí puede ser otro emprendimiento, y de hecho las empresas suelen preferir mano de obra capacitada y con experiencia. El problema hoy es que la minería en general atraviesa un mal momento y no hay nuevos proyectos a la vista. Lo insólito es la pretensión de estabilidad vitalicia en este rubro. O la cultura del empleo público en la provincia ha calado hondo en algunos sectores mineros o bien el interés de empleo permanente en la misma mina no es tanto de los trabajadores en sí, sino de los sindicalistas aterrorizados por el enflaquecimiento de sus arcas. Es simple: un trabajador menos equivale a menos aportes gremiales y de obra social.

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Pero, por otro lado, resulta sumamente sugestivo que el planteo de AOMA no salga de los delegados internos de la empresa sino de los de Farallón Negro, que es un yacimiento exclusivo de YMAD. Más curioso es aún que la queja por las bajas de empleados se direccione solamente a Alumbrera y no a YMAD, donde este año se ha producido el mayor ajuste de personal de las últimas dos décadas, a pesar de que, como se informó ayer, había reservas de fondos y oro suficientes para hacer frente a una crisis eventual. Otro aspecto que llama la atención es que al pataleo lo firmen únicamente los delegados de Farallón Negro y no el gremio en su totalidad, con toda la conducción al frente. Todo indica que hay una interna feroz en el sindicato de los mineros, y que algunos necesitan montar una puesta en escena para ganar favores en Buenos Aires. Mientras tanto, las autoridades de la Provincia miran para otro lado y se desentienden de la situación, como si no tuvieran ninguna responsabilidad en el plan de cierre de mina y en su correlato laboral.

 

El Ancasti

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