Los 33: minero chileno ahora quiere convertirse en alcalde

Juan Illanes será el primero de los 33 en participar en política. Anunció su anunciar su candidatura independiente para la municipalidad de Chillán Viejo. La idea la tuvo desde que en 2010 fue rescatado de la mina San José.

Habían pasado 24 horas desde su rescate, después estar enterrado 69 días en la mina San José, cuando lo dieron de alta del hospital de Copiapó. Entonces Juan Illanes, aún usando los anteojos de sol que se puso para salir a la superficie, se subió al taxi para ir a Caldera, donde pasaría unos días. En el trayecto, en medio del desierto, le dijo a su señora, que iba sentada junto a él: «Quiero ser alcalde de Chillán Viejo».

La idea no se le salió de la cabeza nunca más. Hace más de un año volvió a decir lo mismo, pero públicamente: que se iba a postular a la alcaldía de la comuna en la que vive hace más de 40 años. «Si no hubiese tenido el piso de los mineros, me habría demorado más, no seis años. Tal vez habría tenido que introducirme en el tema público unos 15 o 20 años más».

Un independiente

Son las ocho de la noche en Chillán Viejo. Juan Illanes, de 57 años, con algunas canas y bigote espeso, está sentando en el estudio de radio Atina. Conversa con el periodista, chillanvejano también, que lo entrevistará durante una hora. Los dos están abrigados con parka, en un espacio pequeño, con cajas de huevo que cubren el techo.

El minero dice que no, pero se ve que ya está en campaña para ir como candidato independiente en las elecciones municipales del próximo 23 de octubre. Incluso ya tiene eslógan: «Un político menos para Chile». Dice que dos partidos se le acercaron para presentarlo: primero Renovación Nacional (RN) y luego el PRO.

Ninguno de los ofrecimientos prosperó. «Hablamos con RN y me dijeron que al final iban a apoyar a otro y que yo iba de concejal, pero a mí solo me interesaba el sillón del alcalde». Con el PRO pasó algo similar. «Parecía cuestión de niños chicos. Entonces dijimos: vamos levantar sí o sí una candidatura independiente».

Con «vamos» Illanes se refiere a su equipo: dos asesores. Uno de ellos es Ricardo Muñoz, quien tiene una consultora de capacitación de empresas y ha asesorado a 24 de los mineros desde que salieron de la mina, organizando charlas para que cuenten su experiencia. El otro es Francisco Parra, un ingeniero en administración de empresas y prevencionista de riesgos. «Tal vez lo que no les gustó a los partidos es que yo les expliqué que si llegaba al sillón del alcalde, desde ese momento iba a tomar independencia para actuar».

En Chillán Viejo casi no hay edificios, sí muchos árboles. Tampoco hay grandes centros comerciales ni universidades. La mayoría de la comuna está conformada por casas de madera o ladrillo. La de Juan Illanes la construyó él mismo, en un terreno de su familia.

Entrando al lugar, se siente de inmediato el ambiente tibio que viene de la chimenea del living, y es inevitable detenerse en los muros donde cuelgan los cuadros, fotos y recuerdos de su encierro y liberación de la mina San José.

Illanes echa una leña a la chimenea para avivar el fuego, mientras cuenta que sus primeros pasos en la política fueron cuando estaba en el colegio. Quería formar un centro de alumnos, armó una lista con él como presidente y se paseaba por las salas con una urna de cartón hecha por él mismo.

«Pedí apoyo, pero muy pocos se atrevieron. Andaba solo por las salas con la caja. Yo era el único candidato. Al final, no se pudo hacer nada», recuerda.

Terminando el colegio, hizo el servicio militar. Dice que le fue bien. A los pocos meses lo ascendieron a soldado primero. Cuenta que en su horizonte no veía nada más que la vida militar. Pero una experiencia lo hizo darse cuenta de las cosas que iba a tolerar y las que no. Recuerda que un cabo tomó el mandó de una tropa en la que estaba él. En un momento, los castigó por una indisciplina, y les dijo que se metieran una piedra a la boca. Todos lo hicieron, pero Illanes tomó una piedra pequeña y se la puso entre los labios y los dientes. Cuando el cabo se dio cuenta, le ordenó que metiera la piedra dentro de su boca. Illanes se negó. «Se enojó tanto, que se acercó y con sus dedos empujo la piedra, pero no la acepté. Me mantuve porfiado, duro. Ahí pensé que no estaba para estas humillaciones», comenta.

Cumplidos los dos años en el servicio, se retiró y volvió a la casa de sus padres en Chillán Viejo. Trabajó en el área forestal —en barracas y equipos de aserradero—, hasta que en los 90 se empleó en la minería.

Hasta ahí su vida se desarrollaba como la de un trabajador más. Pero el 5 de agosto de 2010, la mina San José se derrumbó y dos meses después Illanes y el resto de sus compañeros fueron rescatados. «Pero ya no éramos los mismos de antes. Prácticamente éramos estrellas de rock», dice.

Cuando fueron rescatados, Illanes salió como el presidente de la directiva de los mineros. Pronto llegaron las invitaciones a viajes y los regalos. Recuerda que en México fue a un programa de Televisa. Allá se les presentó la primera propuesta norteamericana de hacer una película.

«Pero mientras estaba en eso, en Santiago se organizaron para sacarme de la directiva. Son unos desleales. Igual me mantuve, porque mi meta siempre fue cerrar un proyecto interesante para todos, como la película y el libro», afirma.

Illanes hace una pausa y se para de nuevo para poner más leña en la chimenea. Luego continúa y dice que tuvo que aguantar cosas con las que no estaba de acuerdo. «Como las charlas de Mario Sepúlveda, en donde contaba la historia que habíamos acordado no contar para que fuera exclusividad de la película, o la carta que envió Luis Urzúa a la directora de la película alegando que él no aparecía tanto como esperaba en el guión, o algunas mujeres de los mineros que pedían que las atendieran rápido en los supermercados».

Hasta que en setiembre de 2014 Illanes envió al diario El Mercurio una carta en la que anunciaba su renuncia al grupo de los 33. «Fue porque ya me hartaron. Y, además, quería que con mi renuncia se cayera el programa de Informe Especial de TVN que iba a mostrar nuestros contratos con los abogados y la productora de la película. Yo no estaba de acuerdo con pasarle eso a la prensa, y quería mantener mi imagen». El programa de TVN mostró que algunos de los mineros no estaban al tanto de lo que habían firmado, insinuando que los abogados se habrían aprovechado de ellos.

Illanes explica que su renuncia no fue a la sociedad comercial, sino que a la imagen pública. Decidió no participar en nada de los mineros, excepto en lo que fuera estrictamente necesario. «Producto de todas estas rencillas y decisiones que tomaron algunos del grupo, fueron rompiendo el saco, se fueron quemando, y por esos problemas yo tengo una pregunta: ¿Quién se interesa hoy en los mineros? Por lo mismo, la película pasó sin mucho impacto», sostiene.

En agosto de 2015, Illanes asistió a cuatro avant premier de Los 33. Allí se dio cuenta de que él no aparecían en el film. «Mi participación no fue tomada en cuenta, y eso que yo sí conté mi historia. Lo que me queda por pensar es que mi experiencia fue muy real, pero mi personaje no era comercial».

Él libro Deep Down Dark, que se ha vendido en 12 países, no lo ha leído. «Para qué, si ya sé lo que pasó».

UN VECINO MÁS QUE SALE CON LENTES NEGROS

En Chillán Viejo a Juan Illanes todos lo reconocen. Pero dice que prefiere pasar inadvertido. Por eso suele salir a la calle con anteojos oscuros y un gorro.

Detrás de él, saliendo desde una da las habitaciones de la casa, se incorporan su mujer, Carmen Baeza, y su hijo Ignacio. Ella cuenta que un año después del derrumbe, Illanes le dijo que debía volver a la mina, porque necesitaba trabajar para cubrir los gastos de la casa. Volvió con la empresa Geotec. «Me dijo que era mina abierta, que no era como la otra. Pero después me mostró unas fotos y es parecida, porque va hacia adentro», dice Carmen con voz suave.

Él se va a la mina de Collahuasi durante 12 días y luego vuelve a Chillán para descansar otros 12 días. Pero, paralelamente, prepara su campaña para la alcaldía. Cuenta que además de sus dos asesores en Santiago, su hijo Ignacio, ingeniero en informática, es su mano derecha.

Ricardo Muñoz, su asesor, ya prepara los medios de difusión de la campaña. Hizo un canal en YouTube para subir videos y planificó reuniones con la comunidad. «Nuestra idea es que la campaña tiene que ser la más austera de Chile. Si hay que llegar a caballo, a caballo; si tiene que ir a pata, a pata». Muñoz explica que ellos mismos —Illanes y los dos asesores— invertirán en la campaña. «Yo quiero participar de la política quizá siendo un político raro. En general, cuando el alcalde se sienta, después de la elección, en ese trono, jura que se convierte en Dios. Yo no quiero eso». Carmen lo escucha sonriendo. «Todos los vecinos saben que se va a postular y lo quieren apoyar, y yo a veces digo: ¡Ahhh! ¡¿cómo se le ocurrió esto?!. Pero todos me dicen: Déjelo, con todo lo que le pasó, él tiene muchas cosas por hacer».

 

El Mercurio

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