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¿Qué cerca o qué lejos estamos de retomar Pascua-Lama?

Por Sebastián Saharrea. Hay estudios concretos para analizar la posibilidad del volver a activar el megaproyecto sanjuanino. No se quieren entusiasmar, pero hay buenos indicios. Las infinitas variantes. Los pros y los contras.

Todos los grandes proyectos mineros del mundo pasaron a boxes y orejean el nuevo panorama. Luego del formidable repunte del precio del oro a consecuencia en gran parte del Brexit, recalculan costos y estiman proyecciones. Sacan números, reducen cifras, se queman las pestañas pensando si será un veranito consistente o un microclima pasajero. Será pronto el momento de decidir con el nuevo tablero en la mano. En esa hora de la verdad está Pascua-Lama, uno de los proyectos más relevantes del mundo, ni qué hablar de su impacto en San Juan.

Sobre lo que ya fue escrito un río de tinta, extinguido el mismísimo día en que un mal manejo de la empresa de sus canales de desagüe del lado chileno fue el argumento perfecto para la tormenta perfecta: una parálisis que estaba cantada porque, más allá de la mayor o menor pericia de Barrick en el control ambiental, el proyecto ya hacía agua por todos lados. Empezando, por el bajo precio de los metales y las medidas del gobierno de CFK que eran absolutamente desalentadoras hasta para el más optimista.

La mano volvió a cambiar de manera tajante, ésta vez  para el lado más favorable. Se verá en los próximos meses si esas tendencias en las gráficas de los precios del oro y las acciones de las mineras se mantienen como tendencia firme o se trata de apenas una ilusión óptica. Pero ya el hecho de estar hablando nuevamente de «estudiar” si existe manera de volver implica una demostración cruda del cambio de los vientos. Claro que decodificar esas intensidades y direcciones suele ser materia más complicada que anticiparse a las sorpresas de las finanzas internacionales.

Hay quienes lo hacen con mayor destreza, como el caso de un célebre y pasajero accionista de Barrick que hizo fortuna en esos movimientos a los que se referirá más tarde. Para el resto de los mortales parece una acción de mayor complejidad, de las que suelen ir atadas las suertes de miles de hipotéticos beneficiarios aguas abajo. Así es la vida en estas alturas.

Para graficar la dimensión del cambio alcanza un vuelo rasante sobre los humores. Hace un año podía ser tomado con un chiste si alguien preguntaba sobre el futuro de la mina, hoy los mismos interlocutores se ponen serios y responden con extrema cautela. Algo ha cambiado.

Barrick tiene enterrados unos U$S 7.000 millones en las alturas del Valle del Cura, sobre los que hubo y hay demasiada literatura en estos tiempos de vacas flacas. Cuando se detuvo la construcción hace dos años y medio se dijo inicialmente que era un parate temporario, luego que se debía pulir la cuestión ambiental en Chile, y finalmente quedaba congelado hasta nuevo aviso. Siguieron arreciando versiones: que había socios chinos que pondrían lo que falta para seguir, que se iban y se capitalizaba a pérdida la aventura, que no había forma de conectarla a respirador artificial.

Hoy el dato objetivo que hay es que el súper proyecto está sujeto a revisión desde todas las ópticas posibles, para analizar parámetros objetivos que permitir sacar conclusiones sobre si vale la pena o no retomar la construcción en esta gigante reserva de oro enclavada justo sobre el límite entre Argentina y Chile.

¿Qué cambió para que eso ocurra? Varias cosas, en las que poco tuvieron que ver las acciones puertas adentro de la empresa.  Lo primero, que se produjo un fenomenal y en buena parte inesperado repunte del precio internacional del oro: por factores asociados a las finanzas mundiales –en especial el Brexit, la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea-, el valor de lo que se paga por una misma onza que se extrae en San Juan saltó por primera vez en dos años y medio la barrera de los U$S 1.375. Fue el 6 de julio de este año, días después de la decisión de las urnas de los británicos que espantaron a los inversionistas londinenses que decidieron refugiarse en el oro ante la drástica devaluación de la libra esterlina.

En diciembre, la onza de oro estaba en los 1.000 dólares, y a mediados de este año aumentó un 37%, una curva de locura. Lo que ahora tratan de establecer los analistas y los calculadores de proyectos de las empresas es si esa tendencia se consolidará, o si se desinflará como un globo una vez que se evapore el miedo británico. Esta semana, el valor del oro cerró sobre los 1.330 dólares, de modo que la aureola se mantiene y no cede. Poner en decimales su trayectoria futura es tan imposible como adivinar el porvenir. Hay quienes se jactan de poder hacerlo, puede fallar. Hay, sí, indicios. Que son buenos.

Ese fenomenal repunte hizo que los valores de las acciones de las empresas mineras también treparan en proporción. Y entre ellas, la que más creció en el tablero internacional es la acción de Barrick, que en menos de un año trepó de los 6 dólares a los más de 18 actuales. Es decir que triplicó su cotización: el 23 de setiembre de 2015 tocó pico en U$S 5,94, mientras que el 6 de julio, es decir el mismo día que el precio del oro taladró el techo histórico de los 1.375 dólares la onza, las acciones de Barrick llegaron a los 23,16 dólares. Hoy están en 18,28 dólares, precio dignísimo ante la hecatombe de hace menos de un año.

Ese record entre las propias empresas de la actividad es atribuido por los analistas al hecho de la canadiense que opera en San Juan realizó un ajuste de costos en sus proyectos al que el mercado le creyó. Eso le permite reankear alto entre las que mejor aprovecharon el estallido post Brexit y reducir los efectos adversos de su principal déficit, que es el sobreendeudamiento. Condición en la que cayó justamente por consecuencia de la captura de fondos para construir Pascua-Lama.

Ahora, con este cambio de clima, lo que ocupa a la compañía es determinar si estas nuevas condiciones se sostendrán con el tiempo, y cómo se podría rediseñar el proyecto. Por eso se realiza todo tipo de ensayo, tanto en las condiciones financieras y de mercado como en las relativas al tipo de proyecto.

Nadie descarta por eso que aparezcan opciones que no estaban en los papeles originales. Como que la explotación sea planteada de modo subterráneo, o que la manera de abordar el mineral cambie por completo. También deben evaluar qué de todo lo que se hizo está en condiciones de ser aprovechado, y que debe ser descartado. Y por último, será vital contar con información sobre los avances de la cuestión ambiental en Chile.

Lo que apareció como versión en  los últimos días es que buscan la manera de economizar los costos de la inversión restante, que de U$S 7.000 podría quedar reducida a 1.500 o 2.000 millones como máximo. Y que cambiarían los planes en la explotación, agotando el mineral del lado argentino hasta solucionar el conflicto ambiental en Chile.

En Barrick explican que están en pleno brainstorming de alternativas, y por lo tanto quien se incline por una u otra opción se equivoca porque no está nada definido. En especial porque la solución de los cortocircuitos ambientales en Chile no está claro aún cómo será: la empresa fue pasible de una multa de U$S 12 millones que apeló, y esperan que ese pasivo no aumente a U$S 300. Luego resta acordar con las autoridades las tareas de remediación. Nada definitivo, lo que también demanda es tiempo.

Al decir del refranero popular, si el río suena, agua trae. Y es lo que ocurre con Pascua-Lama y esta nueva convulsión ante el nuevo escenario. Lo que ya quedó pasado a archivo son los planes de la compañía de vender el proyecto a otros inversores: se mencionó a chinos, también hubo contactos con australianos.

Lo que se haga, lo hará Barrick, parece ser el camino. Eso es lo que entiende el mercado en indicadores como el sostenimiento de las acciones de las canadienses. O casos concretos, como el del célebre financista George Soros: el húngaro que descolla por sus inversiones de riesgo anticipó la movida de aumento del oro a causa del Brexit y un mes antes de que se produjese compró 264 millones de dólares en acciones de Barrick. Con lo que se quedó con el 1,5 del total de la compañía. Lo hizo en junio, a un valor de 16 dólares por acción, las vendió la semana pasada a un valor de 21 dólares. En un pase de un mes y medio, se quedó con 100 millones de dólares, ¿volverá?.

 

Tiempo de San Juan

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