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Lama, segunda oportunidad

 

Por Julio Turcumán. Esta semana hubo excelentes noticias para aquellos que creemos que la minería bien hecha puede traer beneficios a los lugares donde se desarrolla. Barrick decidió nombrar a George Bee como director de Pascua-Lama, lo que en la práctica es poner en marcha el proyecto nuevamente. Aún no se sabe cómo será, pero será, que en definitiva es lo bueno. Ya que hay una media segunda oportunidad, no sería mala idea ponerse a repasar todas las cosas que los sanjuaninos, y algunos ejecutivos de la minera canadiense, hicimos mal, para aprender de los errores cometidos y no volver a meter la pata: no se puede avanzar a cualquier costo, no se puede prometer lo que no ocurrirá y la plata hay que usarla en asegurarse el futuro, porque el presente ya está asegurado.

 

AVANZAR A CUALQUIER COSTO

 

Cuando el canadiense Ron Kettles se hizo cargo de Pascua-Lama en el año 2004, ya tenía casi 40 años de experiencia en el gerenciamiento de la actividad. Era un hombre al que le gustaba manejar todo desde su oficina, trabajaba más que cualquiera y dirigía todo, a tal extremo que hasta la compra más pequeña tenía que pasar por su computadora. Su oficina era un mar de papeles incomprensibles para cualquier ser humano. Esa manera de manejar las cosas le acarreó muchísimos problemas, tantos que en 2011 debió dejar su lugar de trabajo, acosado por las quejas internas y las de los proveedores locales a quienes primero se les pidió invertir y luego no se les pagaba. Y no se les pagaba por dos motivos: Kettles no daba abasto y ya le habían empezado a apretar el cinturón, porque los costos de la construcción del proyecto se habían ido a las nubes. El único Norte del ejecutivo era el avance de obra. Un proyecto de 4 mil millones de dólares terminó en más del doble de ese dinero. No todo es avanzar.

 

NO PROMETER EN VANO

 

Era también la época en la que el exsecretario de Minería de la Nación, Jorge Mayoral, vivía una interna feroz con Gioja y todo su equipo. Mayoral siempre se creyó el padre de Pascua-Lama y actuaba como si el proyecto fuese de su propiedad. Algunos decían que lo hacía para ser funcional a una interna entre Gioja y el exministro de Planificación Julio De Vido, su jefe, pero el tiempo demostró que la relación entre Gioja y De Vido iba mucho más allá de Mayoral.

 

Mayoral disfrutaba de esos grandes anuncios que en su mayoría nunca existieron. Las caras en los empresarios que lo escuchaban hablar en ferias mineras, lo decía todo. Llegó a hablar de cero desocupación en los lugares donde se asentaban los proyectos. Llegó a emitir informes anuales sobre inversión que no eran tales, ya que los números que exhibía eran los de los costos de mantenimiento de los emprendimientos o las exploraciones que ya estaban. Mentía sin ponerse colorado. Logró, por desgracia, que mucha gente se decepcionara de la actividad, porque nunca llegaron la plata ni los puestos de trabajo en la magnitud que él relataba. Mayoral fue el peor secretario de minería de la historia de este país y capitaneó la debacle de la llegada de inversiones.

 

LA PLATA ES PARA EL FUTURO

 

Corría el año 2009 cuando ocurrió un hecho desgraciado que dio lugar a una acción política bien criticable. Una combi con estudiantes iglesianos que volvían al departamento tuvo un accidente. El siniestro le costó la vida a tres jovencitos, cuyas familias, como cualquiera hubiera hecho, le reclamaron civilmente al gobierno municipal por las vidas perdidas de sus seres queridos. El intendente, en ese momento Mauro Marinero, le pidió ayuda a Gioja para cumplir con los juicios. Y la salida que hallaron a ese problema fueron las regalías mineras. En julio de 2010 Gioja firmó el decreto N¦ 764 y habilitó a los intendentes a usar el 20 por ciento de las regalías en \’Acción social\’ o, como dice el punto b del decreto: \’la realización de gastos que tengan como fin inmediato la prevención y/o reparación de siniestros que impacten en el desarrollo de la comunidad y que afecten el erario municipal, sea que se traten de catástrofes o accidentes de la naturaleza o provocados por el hombre\’. Por ejemplo, pagar los juicios por los estudiantes fallecidos. Nadie dice que el municipio no debía pagar, todo lo contrario, el problema es que desde ese momento los intendentes pueden usar parte de la plata de las regalías mineras en el día a día, en los gastos corrientes, en reclamos salariales, o lo que se les ocurra.

 

La plata de las regalías mineras tenía originalmente un destino específico, que era la obra pública. Luego de ese decreto hay cancha libre para lo que quieran hacer. El 20 por ciento de $60 millones son $12 millones, que en la práctica son muchísimas becas. 60 millones de pesos es en promedio lo que recibe Iglesia en regalías año a año. Por si no queda claro: los intendentes tienen que usar la plata en construir el futuro de los vecinos para cuando el emprendimiento minero ya no exista. En Iglesia prefirieron hacer otra cosa.

 

Ojalá que el anuncio de Barrick desemboque en el reinicio del proyecto, de este lado solamente, de ambos, o como sea factible. Y ojalá también que los sanjuaninos y los empresarios canadienses aprendamos de los errores cometidos, porque no habrá una tercera oportunidad.

Diario de Cuyo

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