mega888 mega888 La conmovedora historia del ingeniero-héroe que salvó a 33 padres de familia - Huella Minera

La conmovedora historia del ingeniero-héroe que salvó a 33 padres de familia

Ingeniero civil de formación, chileno de cuna y corazón, André Sougarret habló con Infobae y contó cómo lideró el rescate a los 33 mineros atrapados en la mina San José en 2010 que lo convirtió en héroe nacional

Ocurrió hace 7 años, en el desierto, en el medio de nada, a más de 700 metros de profundidad. 33 trabajadores de la mina San José quedaron atrapados tras un derrumbe que bloqueó la salida a la superficie. Literalmente tragados por tierra. La horrenda pesadilla de quedar enterrados en vida.

El resto es historia conocida: la desesperación, la tristeza de pensarlos muertos, la alegría de recibir una prueba de vida; el deber de devolverles «El Padre del Hogar» a esas familias llenas de angustia y temor.

69 días estuvieron los mineros atrapados en un infierno en el que no estuvieron solos. Arriba, hombres y mujeres trabajaron juntos para hacer realidad el milagro. Y en esa tarea: un líder, una mente, un estratega que logró lo imposible.

A André Sougarret nadie lo llamó, nadie lo buscó con ofertas de dinero ni de fama.

«Yo tengo mucha experiencia en minería pero no conocía el lugar, nunca había escuchado hablar de la mina San José. Fui ahí por mi cuenta, a ver si podía ayudar en algo. Cuando llegué noté que todo era un caos, que nadie entendía bien cómo había que trabajar. Me faltaban muchas cosas, entre ellas información sobre la mina y sobre la geología del lugar. Nadie sabía dármela. Pero armé equipos y me puse a trabajar. Siempre me había sentido en deuda por no haber hecho cosas por los demás; así que para mí era un regalo, una oportunidad de hacer algo por otros», cuenta Sougarret en exclusiva a Infobae.

Algo que llama la atención de André es cómo conviven en él una personalidad sensible y muy humana, con un profesional meticuloso, racional y exigente.

Quienes estuvieron esos días allí dan fe: «El operativo de rescate de los mineros fue súper profesional, de primer mundo», cuenta a esta cronista, Marcos Stupenengo, periodista de Infobae que estuvo cubriendo la noticia desde el lugar de los hechos.

«Por un lado estaban las familias, los periodistas, la policía, todos viviendo durante meses en carpas, camionetas, motor-homes. Era una convivencia forzada porque no había alternativa. Pero, durante todo el tiempo, existió una armonía y sentimiento de familia entre todos que hizo que las cosas funcionaran bien. Del otro lado del cerco había ingenieros, operarios de todo tipo y sobre todo, máquinas gigantescas que llegaban de todo el mundo con la esperanza de que fueran las que abrieran el camino a la libertad, de los 33 mineros que volvieron a nacer. Al final en el corto plazo todo resultó bien para ellos, aunque cómo siguió su vida, en algunos casos es un misterio».

En esta entrevista, Sougarret devela parte de este misterio y cuenta qué le dejó la experiencia más intensa y desafiante de su vida

 

-Muchas gracias por su tiempo y por compartir esta historia con los lectores de Infobae. ¿Qué se siente, desde lo personal y desde lo profesional, haber participado activamente en un hecho histórico, con tanta repercusión internacional, que además salvó la vida de 33 personas?

-Para mí es el trabajo profesional más importante que he hecho. Pero más allá de lo técnico, como bien dice usted, hay un componente humano fuerte. Siempre pensé, en lo personal, que estaba al debe en cuanto al servicio hacia otras personas, creo que esta fue una oportunidad que se me presentó y creo que la cumplimos cabalmente. Poder ayudar a todas esas familias, amainar toda esa angustia que vivieron en ese período en el que prácticamente todo el mundo decía que los mineros estaban muertos… y finalmente poder rescatarlos sanos y salvos, fue un alimento para el alma.

 

-¿Cuál fue el mayor desafío que atravesó durante el proceso de rescate?

-Primero, entender dónde estaban ellos, si tenían alguna posibilidad o no y posteriormente, poder encontrarlos. Ese fue el momento clave: cuando pudimos tomar contacto con ellos, ahí me dije «los podemos sacar». Saber cómo estaban y dónde, que ellos nos dieran información de lo que había pasado, fue la llave que me permitió desarrollar una estrategia distinta de la que estábamos realizando hasta ese instante.

 

-Me llamó la atención cuando contó que vivió con alegría el momento en que recibió ese mensaje famoso, que dio vuelta al mundo («Estamos bien en el refugio los 33»), pero que le duró solo un momento las ganas de festejar, porque su cabeza ya estaba pensando en todo lo que venía…

-Exactamente, yo creo que ese momento fue el más excitante, porque había una alegría que inundaba todo el lugar, que se transmitió como pólvora a todo Chile y hacia afuera. Pero yo sabía que no bastaba con eso, con ese contacto, con esa perforación. Sabía que no podíamos sacarlos por ahí. Mi mente, a la hora, estaba pensando cómo íbamos, primero a mantener esa perforación, y posteriormente realizar los planes que nos permitieran extraer a los mineros de 700 mts de profundidad.

-¿Con qué aspectos tuviste que luchar más? ¿Cuál era tu mayor enemigo? ¿La presión? ¿El tiempo? ¿La geología?

-Primero fue la información, porque no era fidedigna. La gente que trabajaba ahí tenía datos muy parciales y vagos, poco técnicos, no podíamos tomar decisiones en base a ellos. Además eso venía acompañado por la presión mediática que buscaba responsables de lo sucedido.

Y, por otro lado, la angustia, fue un gran gatillante de la presión de los familiares que esperaban una respuesta – positiva o negativa – pero una respuesta al fin. Al principio no estábamos en condiciones de decirles nada y tuvimos que lidiar con toda esa presión, con la sensación de recibir todo tipo de acusaciones, que eran entendibles porque la gente estaba muy angustiada por sus seres queridos.

-¿Qué estados de ánimo lo invadieron durante ese tiempo?

-Al principio fue todo bastante tenso. En algún momento sentimos derrota, fracaso, pero también energía y el convencimiento de que podíamos hacerlo. Cuando logramos el contacto ya fue más relajado, porque sabíamos que ellos estaban bien. Cedió la presión de los familiares y eso nos permitió trabajar más tranquilos y contentos para tomar la decisión final.

 

-¿Cómo organizó su estructura mental cuando fue llamado a hacerse cargo de tanta responsabilidad? Seguramente no es fácil ponerse al frente y armar equipos con el tiempo en contra y con tanta presión mediática y política.

-Esa es parte de la historia nunca conté. Originalmente yo iba con un equipo a ponerme a disposición de la persona responsable del rescate, pero resulta que en ese momento no se sabía quién estaba a cargo. Había tomado las riendas el gobierno, pero cuando llegamos allá nos dimos cuenta de que no habían técnicos con experiencia. Finalmente, en algún momento me dí con que yo era el líder.

No lo tenía planificado, es como darse cuenta de repente y en plena faena. Cuando tomé esa responsabilidad me mentalicé solamente en darles una respuesta a los familiares, a quienes veía a diario. Mi compromiso era con ellos y para ellos. A partir del conocimiento que teníamos, la experiencia y del equipo base que llevamos empezamos a armar una forma de trabajo que, finalmente, rindió sus frutos.

 

-Colegas que tuvieron la suerte de cubrir este hecho histórico destacan el profesionalismo del equipo de rescate. El comentario es que no parecía Sudamérica, sino en un país del primer mundo, por el nivel de excelencia con el que se manejaron ustedes.

-Creo que es parte de lo que hemos aprendido en esta actividad de minería, en Chile, donde competimos con grandes empresas multinacionales. Eso nos entrenó mucho y, en definitiva, hemos ido generando una cultura de trabajo, eficiencia y de productividad que es comparable a cualquiera en el mundo. No hay empresa minera que no haga referencia al trabajo que se hace en Chile.

-En Argentina todavía hay mucha discusión en torno a la minería. ¿Vale la pena la riqueza que genera con todas las contras ambientales, incluso en la vida de las comunidades vinculadas a la minas, donde prolifera la desigualdad, el alcoholismo, la explotación de mujeres para la prostitución, estructuras familiares disfuncionales. ¿Cuál es su evaluación como ingeniero especialista en esta industria?

-Yo creo que esta es una actividad que ha ido cambiando con el tiempo. En la mente de la sociedad – probablemente más en Argentina, pero menos en Chile por la tradición minera que tiene – ésta es una actividad que genera pasivos: estoy hablando del tipo medioambiental y porque puede cambiar la vida de un pueblo o de la ciudad cercana a las minas. Eso ha ido cambiando en Chile.

Por ejemplo, en referencia a uno de los temas más polémicos, que es el uso del agua, hoy en día en Chile lo resolvimos porque ya utilizamos agua de mar, no aguas continentales. Todo lo que es la tecnología para poder depositar los desechos, hemos ido generando técnicas que nos permitieron minimizar el impacto ambiental. Y, por otro lado, impactar en los pueblos aledaños de otra manera. Hay incluso poblados enteros que se fueron desarrollando junto a la minería.

Si uno pudiera resumir, la verdad es que hoy la minería se está poniendo a la altura de lo que requiere la sociedad, cuidando el medio ambiente para darle sostenibilidad en el tiempo. Así se genera una actividad que puede perdurar y generar recursos económicos.

-Volviendo a 2010, decía usted que no estuvo de acuerdo con la forma en que se manejó el aspecto mediático, ya que dejaron muy expuestos a los familiares, muchos de ellos niños que iban a reencontrarse con sus papás pero que sentían miedo porque toda la escena se había convertido en un gran set de televisión. ¿Cuánto cree que afectó esa situación al trabajo de ustedes y a la dinámica de los hechos?

-Ese fue un gran tema de discusión en el interior del equipo. Estuve hablando con el gobierno sobre cómo íbamos a hacer el rescate final. Yo tenía mi posición: era un momento íntimo de los mineros con sus familias. Teníamos que controlar la emoción, todo lo que se iba a desatar cuando ellos pudieran abrazarse con sus hijos. Pero también entendí que había una situación mediática y algo que el país, a través del gobierno, necesitaba mostrar hacia el exterior.

La marca Chile estaba en juego. Creo que finalmente concordamos la forma y todo salió sin mayores problemas. Al final resultó, no tuvimos ningún inconveniente para los familiares y para los mineros, pero sí confieso que fue un tema de discusión hacia el final del rescate.

 

-¿Entabló relación con los mineros y sus familiares?

-Por supuesto, yo conocí a todos los familiares de los 33 mineros. Me comunicaba con ellos todos los días. Posteriormente al rescate fue más secuencial. Hoy en día tengo contacto con algunos.

-¿Cuál es su opinión sobre lo que pasó con ellos? Toda esa exposición mediática y luego el olvido.

-Yo creo que era natural que eso ocurriera. Era como una gran ola mediática al principio, pero que luego tenía que bajar. Una de las recomendaciones que les dimos a los mineros cuando salieron fue que tenían que pensar qué iban a hacer en el mediano y largo plazo. Que, al principio, iban a tener muchas entrevistas, luces, fotos pero que luego deberían definir si iban a retomar su labor o a jubilarse.

Algunos no hicieron caso. Algunos hoy están trabajando en una mejor posición que la que tenían antes. Otros, los menos preparados, se han ido reconvirtiendo a otras actividades. Obviamente ellos no son estrellas, porque finalmente sólo fueron «sujetos del rescate».

Por supuesto que la prensa y el mundo se iban a olvidar de ellos. Es natural porque ocurren muchas cosas más en el planeta. Ellos eran quienes, finalmente, debían tomar una decisión respecto a qué hacer con sus vidas. Y, como ocurre casi siempre en todo grupo humano, algunos la han tomado en forma positiva y otros no tanto.

 

-Por último, ¿qué enseñanza de vida les dejó esto tanto a usted, como a los mineros?

-Para los mineros fue un regalo; una nueva oportunidad de vivir, de retomar su vida familiar y profesional. En mi caso, me cambió completamente la forma de trabajar. Ahora creo más firmemente en la importancia de armar buenos equipos, de trabajar más colaborativamente, de distribuir tareas y de liderar al grupo de una manera más humana. Atravesar el rescate me hizo comprobar que se pueden lograr objetivos extraordinarios aprovechando la inteligencia de un buen grupo humano.

 

Infobae

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