Argentina quiere el trono de Chile en el litio

 

El país transandino está impulsando una cartera de proyectos para la explotación de litio que suma US$ 3.000 millones, con eso quiere producir más de 200 mil toneladas hacia 2020 y así robar el sitial que Chile ostenta en el mercado del oro blanco. Mientras, la indefinición de una política nacional sería un factor clave en el estancamiento de Chile, lo que se une al conflicto que existe entre SQM y Corfo.

Argentina quiere el sitial que Chile ostenta en el mercado del litio. El vecino país está implementando una fuerte política de fomento a las inversiones mineras donde el litio ha sido la gran estrella. Una de ellas fue la ejecutada en febrero de 2016, cuando el Presidente Mauricio Macri eliminó la retención a las exportaciones mineras, medida considerada “fundamental para la planificación de inversiones de mediano y largo plazo” por parte del presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros, Caem, Marcelo Álvarez.

Y será ese impulso el que podría provocar que Argentina se transforme en el mayor productor de litio en los próximos años. Por lo menos así lo estima el secretario de Minería del país transandino, Daniel Meilán. “De acuerdo a las proyecciones, y siendo conservadores, para 2020 Argentina será el primer productor mundial del litio”, dijo en marzo pasado en un seminario en Canadá.

Pero Meilán hoy va más allá y detalla a La Tercera que su estimación es que al 2020 el vecino país produzca más de 200.000 toneladas de carbonato de litio equivalente al año, superando la meta trazada por Chile, que gracias a los proyectos de Albemarle y SQM llegaría recién a las 148.000 toneladas.

Hoy, Argentina produce 30.000 toneladas de carbonato de litio equivalente, lo que equivale a un 15% de la oferta global, versus las 64.000 toneladas de Chile, responsable de casi el 40% de las necesidades mundiales. El año pasado se produjeron 185 mil toneladas de carbonato de litio equivalente, cifra que al 2020 se proyecta llegará a 345 mil toneladas. Entonces, con este nuevo impulso, nuestros vecinos esperan lograr la ambiciosa meta de abastecer más del 45% de la oferta mundial (ver infografía).

“El actual gobierno argentino y sus provincias, principalmente las de Jujuy, Salta y Catamarca, decidieron trabajar fuertemente en promover la exploración y explotación de yacimientos de litio. Creemos que esto es un gran costo de oportunidad para que Argentina aproveche la fiebre de demanda que existe por el litio”, indica Daniel Meilán.

Para llegar a ese anhelo, explica, se está diseñando una ambiciosa cartera de proyectos, que totalizarán inversiones por unos US$ 3.000 millones, destaca Meilán.

Hoy, el país que dirige Mauricio Macri posee dos proyectos en operaciones: el Salar de Olaroz y el Salar del Hombre Muerto, pero en este último la compañía Orocobre ha enfrentado varios problemas para poder producir lo inicialmente pactado. Por eso, en el mercado se estima que de toda la cartera de proyectos estimada al otro lado de la cordillera, solo dos o tres iniciativas podrán finalmente concretarse.

El que comenzará prontamente a operar es el que impulsa la chilena SQM, que junto con Lithium Americas y Jemse, están desarrollando el proyecto Exar, en el Salar de Caucharí, Jujuy. Se trata de la construcción de una planta de litio que irá en dos fases, para producir en total 50 mil toneladas de carbonato de litio equivalente y que su primera fase iniciaría su operación en 2019.

“En Argentina existe una muy buena disposición para incentivar la inversión y mantener las reglas del juego de manera clara. Muestra de ello es la eliminación del impuesto a las exportaciones que se hizo el año pasado, una de varias medidas que el gobierno argentino aplicó y seguramente seguirá haciéndolo para incentivar la inversión”, explica el gerente general de SQM, Patricio de Solminihac.

Agrega que el proyecto, ubicado a 300 kilómetros del Salar de Atacama, “es un gran complemento para nuestras operaciones de litio existentes en Chile”.

Albemarle, empresa que selló un acuerdo con Corfo para asegurar la venta nacional de productos industrializados a partir del litio, también está impulsando una iniciativa al otro lado de la cordillera. En específico, en el Salar de Antofalla, en Catamarca, pero que recién está en fase de exploración avanzada.

Indefinición de Chile

Pero la gran pregunta es ¿qué pasó con Chile, que dejó abierta la puerta para que el resto del mundo amenace su liderazgo? El país tiene los mejores yacimientos de litio del mundo en términos de concentración y condiciones ambientales en la Región de Atacama, posee el 52% de las reservas mundiales del mineral y es el líder en producción del llamado oro blanco, pero, pese a eso, no ha logrado desarrollar una industria como la del cobre.

En Argentina se cree que uno de los elementos que influyen en el estancamiento chileno es por el sistema de otorgamiento del permiso de extracción del mineral. “Creo que ello retarda el acceso privado a las propiedades mineras”, explica Meilán.

En Chile, el litio es un mineral “no concesionable”, por considerarse “estratégico”, lo que significa que sólo el Estado o por empresas estatales como Codelco, dueña del 18% del Salar de Maricunga y de 100% del de Pedernales, en Atacama, pueden producirlo.

Para algunos actores del rubro, las restricciones legales a la explotación del litio generan barreras de entrada adicionales, y si el país quiere mantener su competitividad en la industria tiene que necesariamente abrir el mercado.

En Argentina, en tanto, el litio tiene el mismo régimen que el resto de los minerales que se explotan, es decir, es concesionable. “Los recursos son de las provincias y pagan una regalía por la explotación de recurso. Asimismo, deben cumplir con las normativas para conservar dicha concesión”, explica Marcelo Álvarez, de Caem.

Daniel Meilán añade que en contra de Chile también influyó la “indefinición que provocaron las dificultades políticas que tuvo el tema del litio, lo que favoreció, como contrapartida, el desarrollo de la minería del litio en Argentina”.

Para la gerenta general de SignumBox e integrante de la Comisión del Litio, Daniela Desormeaux, el que Argentina haya impulsado la exploración de sus salares, hace unos años, fue una decisión que marcó la diferencia con Chile. “El trabajo de exploración que existe en Chile es mucho menor al que se ha desarrollado en Argentina, pero también es porque en Chile la propiedad minera está muy concentrada: está el Salar de Atacama, que es el principal, y existen los otros salares -como Maricunga, Pedernales y Siete Salares-, pero que son de un menor tamaño”, explica la experta.

También indica que es necesario que Codelco avance en la búsqueda de un socio para desarrollar las pertenencias que posee. “El Salar de Maricunga es el segundo mejor salar chileno después de Atacama y, en términos de calidad, es mucho mejor que cualquier salar de Argentina”, explica.

El gobierno sabe de estas deficiencias y ve cómo Argentina potencia las inversiones en este mineral, y aunque se estima que la apuesta del vecino país es de largo aliento aún, inquieta más el crecimiento que está mostrando Australia, país que se estima ya superaría a Chile. De hecho, de acuerdo con información de la Secretaría de Minería de Argentina, Australia produjo en 2016 cerca de 77.000 toneladas de carbonato de litio equivalente, cifra que podría incrementarse, dado el aumento de producción que a inicios de año anunció Talison en la mina Greenbushes hacia 2019.

“Chile ya perdió el liderazgo. Y esto fue sin considerar el crecimiento que está proyectando Argentina. Se logró por Australia, país que junto con Argentina y Canadá concentran el mayor número de nuevos proyectos de litio, los que llegan a una cifra única de 350 a nivel mundial”, indica un ejecutivo de la industria.

Conflicto SQM-Corfo

Por todas estas aristas, en el gobierno preocupa que el conflicto que SQM y Corfo tienen desde hace más de tres años se siga extendiendo, sobre todo por lo que pueda suceder mirando hacia 2023, año en que a la compañía se le termina la cuota de extracción que fija la Comisión Chilena de Energía Nuclear (Cchen), y el año 2030, en que se termina el contrato de explotación con Corfo.

Esto, porque se sabe que los únicos proyectos que en Chile se están impulsando en el negocio del litio son los de Albemarle, que pasará de producir 35 mil a 85 mil toneladas al año 2019 y la ampliación de capacidad de SQM, empresa que esta semana recibió la Resolución de Calificación Ambiental (RCA) de su iniciativa, que le permitirá alcanzar las 70 mil toneladas de carbonato de litio.

“Chile tiene que seguir creciendo, y para eso es necesario que el conflicto con SQM y Corfo se solucione. Eso es clave, porque el salar que tiene mayor expectativa y cualidades de crecimiento es el Salar de Atacama”, indica un ejecutivo de la industria.

Para Daniela Desormeaux, este conflicto genera “incertidumbre” en el mercado y, por eso, indica, “el tema entre Corfo y SQM tiene que solucionarse”.

Además, manifiestan en el gobierno que la única opción de crecimiento real que pueda tener Chile se dará solo en unos siete años más, como mínimo, y podría venir más por el lado de la cuprera estatal. “Por eso es clave que el Estado avance en los Contratos Especiales de Operación de Litio (Ceol)”, indica una fuente del Ejecutivo.

Y agrega que la mayor preocupación es qué sucederá en Chile más allá del año 2020. “Hoy no hay un estancamiento en la industria del litio, porque hay proyectos. Están los crecimientos de Albemarle y SQM, pero ¿qué pasará después? Si no se soluciona ese problema, ellos no seguirán invirtiendo en Chile”, acusa la fuente. Y eso ya se está viendo, pues la compañía que hoy dirige Eugenio Ponce está ampliando sus inversiones a Argentina y Australia, y se espera que durante las próximas semanas se anuncie una inversión en un tercer país.

Pero la preocupación también se da por el lado de los recursos, pues estimaciones que ha hecho públicas el propio vicepresidente ejecutivo de Corfo, Eduardo Bitran, el litio podría transformarse en el segundo producto de la canasta exportadora después del cobre, la que podría agregar al país más de US$ 10.000 millones en ingresos mirando hacia 2035.

“La clave para llegar a eso es, por un lado, generar un conjunto de factores de producción que permitan la industrialización, y requiere, además, que se resuelvan los problemas que existen en el Salar de Atacama”, ha destacado Bitran en varias intervenciones.

La Tercera, Chile

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