Australia atraída por el litio

La Cámara de Comercio e Industria Argentino Australiana cumplió un año de vida y hace su balance. La minería es el principal punto de contacto entre los dos países, asegura Diego Temperley, presidente de Auscham. El sector agropecuario podría volverse proveedor de la región Asia-Pacífico a través de Oceanía. El intercambio comercial aún es escaso.

Tan parecidas y tan distintas al mismo tiempo, Argentina y Australia intentan potenciar sus lazos comerciales a partir del relanzamiento del vínculo político. Los números de la balanza exhiben lo escueto del intercambio: nuestro país obtuvo en 2016 un superávit de u$s 180 millones, producto de exportaciones por u$s 500 millones e importaciones por u$s 320 millones.

«En este primer año de actividad buscamos poner de nuevo a la Argentina en la vitrina de Australia. Nos habían dejado de ver y eso explica la reducción en el número de compañías», destaca Diego Temperley, presidente de Auscham, la Cámara de Comercio e Industria Argentino Australiana.

Razón no le falta: en la década del «90 llegó a haber 95 firmas de Australia en el país, pero se redujeron a 35 durante la crisis. Hoy hay radicadas más de 50 -en Chile son 180-. «Es muy fácil expulsar capital pero resulta muy difícil atraerlo nuevamente», enfatiza el empresario.

 

-¿Cuál es el balance a un año de la fundación de Auscham?

-Cumplimos un año y cuando creamos la Cámara el año pasado, con la colaboración de la Embajada australiana, no esperábamos que tan rápido iba a generarse actividad bilateral. Con la ventaja de que el nuevo gobierno realineó la estrategia internacional de la Argentina, que para mí es uno de los grandes cambios de esta gestión.

-¿Esperaron un cambio político que les permitiera tener otra proyección en comercio exterior para crear la Cámara?

-No. La inquietud de crear la Cámara se dio ya dentro de la actual administración. Se dio por viajes que hicimos a Australia. Fuimos a participar de dos congresos de minería. Cuando fuimos en 2015 éramos los únicos argentinos. Al año siguiente, en 2016, volvimos al congreso pero acompañados por el secretario de Minería, Daniel Meilán. Ahí les mostramos que los cambios se están haciendo, que el país lentamente está virando hacia una política mucho más pro occidental.

-¿Qué tipo de negocios prosperan con Australia?

-Se está dando el boom del litio, a partir de lo que son las baterías de los aparatos electrónicos. Aunque el gran norte de todo esto son los vehículos eléctricos. Hay varias automotrices que dicen que dejarán de fabricar automóviles con combustión eléctrica y que todo será eléctrico.

-Australia es un país con una gran experiencia en la actividad minera.

-Sí, Australia es un país de recursos naturales, como lo es Argentina, pero en una envergadura mucho mayor. Cuando uno ve el Producto Bruto Interno es inmenso, pero ellos dividen por la mitad porque tienen la mitad de la población que Argentina. En materia de recursos naturales lo que produce Australia es entre 10 y 15 veces más que lo que produce Argentina.

-¿Cuál es la clave?

-Toda actividad económica tiene que ser financiada de alguna manera. Los dos países mineros por excelencia en el mundo son Australia y Canadá, y han sido históricamente exportadores de recursos naturales extraídos de sus propios países. Esto ha llevado de manera indirecta a formar un mercado de capitales interno donde hay una enorme cantidad de inversores acostumbrados a invertir en minería. Algo que aquí no tenemos.

-¿Allí abrevan en materia de financiamiento?

-Ahí mismo, en el mercado local. Hace décadas que están en la minería y los Fondos de Inversión o los Fondos de jubilación están acostumbrados a invertir en las grandes compañías mineras, o bien invierten con mayor nivel de riesgo en las compañías exploradoras que evalúan si los proyectos pueden terminar constituyendo una mina o no. Las compañías que vienen a la Argentina levantan los fondos en sus mercados de origen, en este caso en la Bolsa de Valores de Sydney. Hubo u$s 1.000 millones de inversión australiana en Argentina, principalmente en minería.

-¿Existen negociaciones para que se generen alianzas comerciales entre empresas mineras argentinas y australianas?

-Sí, esas asociaciones están en marcha. Hay que entender que en Argentina la minería moderna arranca en la década del «90. En el «93 se sanciona la ley nacional de Minería y a partir de ahí se comienzan a radicar las empresas grandes en la Argentina. Nuestro país nunca se vio obligado a hacer minería. La actividad primordial eran la agricultura y la ganadería. Si uno ve países como Chile, Bolivia, Perú y México, que no cuentan con los mismos recursos que Argentina, ahí entiende que tengan tanta tradición minera, con generaciones que han estado en este negocio. Acá es un negocio bastante nuevo.

LAS MINERAS

-¿Cómo les sienta el marco legal argentino a las mineras australianas?

-El marco legal está bien hecho y se mantuvo desde que fue sancionada la ley. Hubo algunos matices durante el gobierno anterior. Pusieron las retenciones a la actividad minera, siendo que la ley plantea la estabilidad fiscal, es decir que una vez que se certifica el proyecto no puede haber un incremento de la presión fiscal. Y el otro elemento fue que las normas no se aplicaban durante el gobierno anterior. Había muchas cosas que se hacían por teléfono, pero las normas no estaban escritas. Legalmente se podían pagar dividendos a la casa matriz, se podía devolver un préstamo, podía pagar importaciones, pero cuando uno iba a pagar las tres cosas, decían que no. Había prohibiciones de facto. Con este gobierno se percibe que la ley se aplica.

-¿El litio es el gran atractivo?

-La gran concentración de litio está en Argentina, Bolivia y Chile, y hoy por temas propios de cada país se produce el hecho de que las mineras australianas prefieren venir a la Argentina. Chile estableció que el litio es un mineral estratégico, con lo cual no es concesionable y hay que hacer un acuerdo con la Corporación de Fomento de Chile para exportar, y existe un cupo. Bolivia planteó que sólo daría las concesiones para explotar el litio si montaban las fábricas de batería en ese país. La realidad es que las fábricas están y seguirán estando en Japón, Corea y China.

-¿Acá no hay condicionamientos para la explotación del litio?

-No. Se está hablando de que van a construir una fábrica de baterías en Jujuy, con la participación del brazo tecnológico de YPF. Pero cuando se ve el volumen de baterías que va a fabricar, queda claro que abastecerá parte del mercado interno el día que la Argentina se mueva con los automóviles eléctricos. No hay forma de generar los volúmenes de baterías que demanda el mundo para exportar. Eso requiere cercanía de mercados, acceso al capital barato, mano de obra calificada. Son cosas que deben estar resueltas para que una compañía piense en instalar una mega factoría en la Argentina. Hoy estamos atrayendo muchas empresas mineras que buscan explotar litio. Es un mercado especulativo. La incertidumbre radica en la velocidad en la cual los vehículos dejarán de usar combustibles fósiles para ser eléctricos. China dijo que en cinco años no va a permitir que se vendan más autos de combustión interna en su país.

ASIA-PACIFICO

-¿Hay otros sectores que despierten el interés de Australia?

-Durante el encuentro que encabezó Michetti había empresas del agro, con productos innovadores, sistemas de siembra y cosecha. Había tecnología para campos marginales, también turismo.

-La oferta australiana viene por el lado de la minería. ¿Qué productos puede venderle Argentina?

-Algo interesante es que Australia tiene una importante cantidad de Tratados de Libre Comercio con los países del Asia-Pacífico. A fin de año firmarán el TLC con India. Ya tienen rubricados los pactos con Corea del Sur, China, Japón, Vietnam, Indonesia, Malasia. Es un mercado de 4.000 millones de consumidores. Pero Australia no tiene la capacidad para abastecer el total de lo que estos acuerdos les permitirían vender. Argentina puede llenar ese vacío. Australia exporta productos a esa región por u$s 38.000 millones, y son los mismos productos que nosotros vendemos a Australia por u$s 500 millones. Los convenios permiten que la producción primaria de determinados productos se realicen en otros países y que luego en Australia se los procesen mínimamente, para ser vendido como Hecho en Australia. Hay una enorme cantidad de productos que Argentina podría vender a Australia para que luego terminen en un consumidor chino, coreano o japonés.

-¿Como se concreta ese puente comercial?

-Esto requiere un trabajo que ya empezamos a hacer con la Agencia de Inversión y que pasa por identificar los sectores en los cuales Argentina es competitivo. Y hallar las empresas a las cuales les podamos explicar esta oportunidad de ingresar en esta gran autopista que son los acuerdos comerciales entre Australia y Asia-Pacífico.

-¿Habrá interesados?

-Estos acuerdos de libre comercio son graduales. En el primer año reducen el impuesto un 20%; en el segundo, un 50%; y en el tercer año se puede exportar sin pagar aranceles a la importación. Está el caso de las leches para bebés. Según el acuerdo que Australia tiene con China, en dos años exportará con arancel cero. Si Argentina todavía está pudiendo exportar este mismo producto a China, en un par de años no lo podrá hacer más. No se podrá competir contra un arancel cero. A esto se suman los costos del flete. Si estratégicamente queremos seguir exportándole a los mercados con los cuales Australia tiene firmados TLC, hay que evaluar seriamente la posibilidad de canalizar la producción a través de Australia. Además, tendrán que adaptarse al protocolo de producción y calidad australiano, aprobado dentro de cada uno de estos acuerdos.

-Suena tentador, pero cuesta arriba.

-Hoy en día hay muchos recursos públicos, fondos reembolsables, programas de mejora de productividad y capacitación desde el Estado. Podemos ir a buscar estas compañías y ofrecerles entrar en la autopista, con el aporte de estos instrumentos del Estado. Si el empresario decide adaptarse, pero tiene que invertir un gran capital durante dos años para transformarse y poder llegar a la autopista, mientras sobrevive, es muy difícil lograrlo. En cambio, con un programa de productividad es factible.

 

 

La Prensa

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