Litio, los secretos del oro blanco

 

Su explotación y exportación puede recortar en un 25% el déficit comercial de la Argentina hacia 2021. En dos años Argentina producirá 165.000 toneladas anuales y se convertirá en el principal proveedor mundial. Hoy el mercado internacional paga u$s 15.700. Miguel Mitre, presidente de Cuper Mining SA, explica las claves del negocio.

La explotación del litio requiere de una baja inversión en comparación con la minería metalífera. El mineral es clave para el desarrollo de la industria de autos eléctricos a batería.

Dadas las circunstancias macroeconómicas, la única chance que tiene la Argentina de generar dólares genuinos pasa hoy por la explotación y exportación de sus productos primarios. A todo lo que aporta el sector agropecuario, con el complejo sojero a la cabeza, se le suma el desarrollo del crudo no convencional del yacimiento de Vaca Muerta y, en un puñado de años, el procesamiento del litio en las provincias del norte.

Mucho se habla del oro blanco, pero poco se conoce del negocio y el impacto positivo que puede tener sobre la deficitaria balanza comercial. El empresario tucumano Miguel Mitre se jacta de ser el único jugador argentino en el rubro. Presidente de Cuper Mining S.A., firma que asociada con la canadiense Lithium S proyecta producir 12.000 toneladas anuales de este mineral en el salar de Jama, Jujuy, lleva en sus venas el ADN del emprendedor. Como él mismo dice, hizo camino al andar y puede describir la trastienda de una actividad de potencial fructífero.

-¿Nos salvamos con el litio? ¿Puede establecerse un parangón con el crudo no convencional de Vaca Muerta?

-Si bien es incipiente todo, se habla al mismo nivel que Vaca Muerta, pero yo creo que ese yacimiento no convencional es inconmensurable. Nosotros en el litio tenemos el triángulo conformado por el sur de Bolivia, norte de Argentina y norte de Chile, donde aproximadamente está concentrado el 80% del litio mundial. Propiamente Jujuy va a ser un jugador importante a nivel global.

-¿Cómo es el proceso de producción?

-Hoy el litio que se está extrayendo en China lo sacan de roca. Es como el fracking con el crudo. Ese es un proceso carísimo y que es impracticable acá. Lo mismo ocurre en Australia. Lo nuestro es a flor de tierra. Cuando uno lo extrae, una vez que se hacen todos los estudios 3D, satelitales y las perforaciones, se pasa un tubo al fondo del acuífero y se saca agua, donde viene la sal con todos estos minerales. Ese agua va a esas pozas que usualmente vemos en las fotos. Las pozas tienen una posición justa para que le de el sol porque el proceso se hace por medio de evaporación. Después se va trasbasando, va decantando y a través de un pequeño proceso químico se separan algunos componentes. Una vez que se evapora queda como una mermelada, algo espeso, eso se saca y va a la planta de procesamiento. Hay dos posibilidades: una es terminar de procesar la sal y entregar el producto terminado, que en Argentina generalmente es carbonato de litio equivalente. Eso significa que no se llega al grado batería, porque eso que falta requiere de una tecnología mucho más cara. Se le deja abierta en esa ventana del 20%, que es el costo que se paga por terminar esa tonelada.

-¿La explotación es ya un proceso en marcha?

-Argentina hoy tiene aproximadamente 55 proyectos en marcha. Pero hubo algunos inconvenientes. Hemos tenido muchas reuniones y llego a la conclusión de que no me quiero juntar más con mineros de vieja data porque complican el perfil de lo que tendría que ser una minería de litio en la Argentina para poner rápidamente en producción. De estos proyectos, sólo dos están en producción y 5 están en vistas de empezar a producir.

-¿Cuál es la traba principal?

-Una visión diferente del negocio. Nosotros llegamos a la conclusión con nuestra gente, profesionales de Jujuy, que conoce el terreno y hay otra manera de trabajar. Me comentan los técnicos: «Un ingeniero sentado en Montreal o Toronto no me puede decir cómo hay que hacer las cosas». Los canadienses se asociaron con australianos que venían a revolucionar la extracción del litio por medio de una membrana. Yo también me entusiasmé. Hicieron las pruebas en Australia y era fantástico. Sacaban agua salada de una pileta, la pasaban por la membrana y en un día del otro lado salía litio. Fracasó cuando hicieron las pruebas en altura. Así perdimos un año. El proceso tiene que ser muy artesanal y, como en todas las cosas, empezar por el principio, ir poco a poco.

-La oportunidad se potencia a partir del desarrollo de los autos eléctricos. ¿Existe la posibilidad de que en el mediano plazo el litio sea sustituido por algún producto sintético, algún equivalente?

-En este momento no. Cuando el mundo industrializado opta por una matriz determinada en cualquier tipo de rubro, se habla de mínimamente medio siglo o un siglo de continuidad. Creo que esto se decidió en 2005, cuando se hablaba de calentamiento global y el fin del petróleo hacia el 2050. Llegué a la conclusión de que lo que querían era extender la vida útil de los pozos petroleros, retrasar ese agotamiento con la posibilidad de desarrollar el auto eléctrico. Mientras las naciones árabes se están reconvirtiendo al turismo. Todo esto es un punto atractivo para la Argentina, pero pensando también en agregarle valor y tecnología. No exportar sólo materia prima. Ya hay una empresa que quiere instalar una fábrica en Jujuy o Salta de hidróxido de litio. Hay otra que está decidida a fabricar baterías. Eso es lo que hay que hacer, generar empleo.

-¿Cómo puede impactar la exportación de litio en el comercio exterior argentino?

-Argentina va a ser la primera exportadora mundial de litio hacia el 2021. Producirá 165.000 toneladas anuales, superando al líder regional, Chile, que genera 140.000 toneladas. Si se cuantifican los proyectos que están más cerca de desarrollarse, la explotación de este recurso podría aportar hoy el 25% del desbalance que tenemos en el área comercial. El litio puede aportar u$s 2.500 millones, y hay que agregarle un 10% con las nuevas retenciones. No es bueno hablar de retenciones porque es ponerle trabas a los que producen, pero hoy hay que poner el hombre. El Gobierno tuvo mala práxis o ingenuidad, no viene al caso. Pero como esto es un commoditie y es tan importante su valor estratégico, se pueden trasladar al precio estas retenciones. No va a afectar al productor.

-¿Cómo se empieza en este negocio?

-Yo arranqué en el 2007 queriendo fabricar las baterías. Cuando teníamos las cosas bastante desarrolladas tuvimos que frenar porque mi abogado me avisó que todos los productores de baterías están atados a un productor. Y era así. En ese momento la batería costaba 18.000 dólares, uno de los insumos más caros del Toyota PRIUS. Hoy la batería cuesta 33.000 dólares. Es carísimo. Mi idea era fabricarlas en Argentina, en Tucumán. Aún tengo ese anhelo. Se puede exportar por los puertos de Chile hacia Oriente. Frené el proyecto por un año y me ofrecieron el salar de Jama. Cerré el trato a fines del 2011. Fue una tarea dura.

-¿Qué tipo de certificaciones tienen que realizar?

-Primero hubo que hacer las certificaciones en Argentina y transformar la compañía en una empresa minera y cumplir determinados parámetros. Los estudios nacionales de geología son valederos, pero hay que certificar en Canadá al momento de sentarse a conversar con cualquier inversor. Desde marzo de 2012 empecé a cumplimentar los trámites de explotación. No eran cosas graves, pero llevaban tiempo.

-¿La inversión requerida para explotar litio es menor que para cualquier otro emprendimiento minero metalífero?

-Exacto. En el litio, una vez que se complenta los estudios -el último cuesta 1 millón de dólares- se puede sentar a conversar y buscar financiamiento. Sin las certificaciones no hay posibilidades. Luego el proceso es mucho más sencillo que en la minería convencional de cobre, plata u oro. En el litio son minas a cielo abierto donde se bombea agua de abajo hacia arriba, pero en la minería metalífera hay que triturar piedra, usar mucha cantidad de agua y procesos químicos contaminantes.

-¿El financiamiento se consigue principalmente en el mercado bursátil internacional?

-Viene por ese circuito, en la Bolsa de Toronto o Londres, pero nosotros estamos explorando otros como alternativa. No pretendemos ser la primera productora mundial, pero tenemos por delante una muy buena oportunidad de negocios. El salar de Jama puede producir hoy 5.000, pero llegamos a los 12.000 toneladas por año seguro. La tonelada está en torno a los u$s 15.700. Después de todo el proceso y vendiendo carbonato de litio, nos pueden quedar u$s 9.000 por tonelada. Nos quedarían alrededor de u$s 45 millones por año, y necesitamos una inversión de u$s 30 millones. Con la primera cosecha, que se puede tener a los 30 meses, se recupera la inversión.

-¿A qué mercados se puede exportar el litio?

-Nosotros tenemos ya comprometida la venta con una compañía alemana, pero tenemos explorado que dentro de la Argentina las dos productoras en proceso de elaboración también nos comprarían. Tenemos las dos puntas del negocio, lo más difícil de conseguir es el financiamiento. La idea es ver si podemos armar un negocio plenamente argentino, con la última vuelta de tuerca que sería construir la fábrica de baterías después de la primera cosecha.

El sueño de la fábrica propia

Pese a todo, Miguel Mitre tiene intacto el sueño de construir una fábrica de baterías de litio en Tucumán, emulando a su padre, que en la década del «50 fue el principal fabricante de baterías convencionales del norte argentino. Estima que el emprendimiento emplearía a 70 personas en forma directa y 120 de manera indirecta.

«Es otro tipo de negocio, no tiene que ser precisamente el eslabón final de la cadena de explotación del litio. Primero hay que fabricar el producto terminado para el armado de baterías. Luego habría que cerrar un acuerdo y ver qué tipo de baterías se demandan. Puede ser para celulares o juguetes», explica el empresario minero.

Algunos especialistas afirman que instalar fábricas en Argentina no es viable, que el agregado de valor está copado por Corea del Sur y China.

-Por supuesto que ellos tienen la experiencia pero, ¿por qué nosotros no podemos mejorarlo? Si en Argentina tenemos genios en distintos órdenes. No se necesita una mano de obra especializada. El secreto de esto es que quien logre fabricar una batería que almacene más y por mayor tiempo ganará la carrera. Hoy la virtud de la batería de litio contra las anteriores es que se mantiene la carga permanente. La batería de litio tiene una pérdida en 24 horas que no llega al 3%. La de níquel perdía el 30%, y la de plomo un 50% en un día, pero para mí era más. La otra ventaja es la temperatura y la capacidad de carga. Hoy una batería de níquel no soportaría la fotos, audios y videos que tienen los celulares. La tercera virtud es su peso.

-¿Es optimista con la posibilidad de tener su fábrica en Tucumán?

-No es difícil darle una vuelta más de tuerca al asunto. Los chinos trabajan porque el Gobierno dirige. No podemos competir con ellos por precio. Acá hay que darle lugar al emprendedor local, por ahí va la cosa. Creo que este gobierno, lejos de los avatares de la economía hoy en día, si tiene un segundo mandato acentuará esta tendencia en favor de la empresa.

-Los expertos del sector aseguran que el marco legal es bueno.

-Es bueno. Lo primero que hizo Macri fue quitarle las retenciones a la minería. Esta es una actividad de mucho riesgo y que no genera una ganancia inmediata. Yo soy el típico caso del emprendedor argentino. Compré el yacimiento en el 2012, con mucho en contra. Hoy ya estamos sobre el final del camino y produciremos dentro de dos años. Hacemos camino al andar.

La Prensa

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