Cuatro contratos en YMAD

Cuatro contratos en YMAD versos. santiago albarracín, presidente de YMAD, despide por un lado y contrata por el otro.

 

Al presidente de Yacimientos Mineros Aguas de Dionisio, Santiago Albarracín, hasta los menos avispados le picaron el boleto desde los inicios de su gestión, hace ya cuatro años. Se trata de un sujeto menos dotado para la administración que para la elaboración de sentidos versos.

A principios de año, YMAD se precipitó en otra de sus cíclicas polémicas a raíz de una decena de despidos que venían a sumarse a varias decenas anteriores, implementados en el marco de una política empresarial caracterizada por la cronificación de las medidas de ajuste, el agotamiento de las importantes reservas en dinero y oro que había legado la anterior gestión y las precarias condiciones de seguridad en Farallón Negro.

Semejante línea de gestión se justificó alguna vez en la necesidad de ordenar la firma, argumento más bien extraño, pues se desconocía que existiera desorden alguno. Por supuesto, Albarracín se ocupó previamente de denunciar por presuntas matufias a quienes lo habían precedido en el cargo, como para configurar el contexto que sustentara los guadañazos que se traía bajo el poncho.

El caso ahora, en una vuelta de tuerca a la fantástica saga albarracinesca, es que los controvertidos despidos de enero abrieron paso a unas designaciones de lo más sugestivas. Al parecer las eyecciones procuradas tenían como objetivo habilitar casilleros para el ingreso de personas tan catamarqueñas como las precedentes, pero mejor relacionadas con quienes tienen poder de decisión. Las palancas son condición indispensable para acceder a ciertos sitios.

Se trata de al menos cuatro contratos suculentos con comprovincianos bien ubicados, contrarios al espíritu de austeridad sistemática que este Albarracín viene sosteniendo desde su desembarco.

Las altas remuneraciones acordadas para los nuevos empleados inducen a suponer que se llevó a cabo una cuidadosa selección, pero es raro que en Catamarca nadie se haya enterado de un llamado a concurso, por ejemplo.

De acuerdo a los datos confirmados, los precedentes de los beneficiarios no tienen mácula de experiencia en el complejo mundo de la minería.

No hay que ser mal pensados: que la crisis obligue a ajustar costos no es óbice para la generosidad. No iba Albarracín a permitir que gente tan bien conectada en Catamarca se formara con sueldos pasante. Algunas vocaciones necesitan aliento adicional y comodidades mínimas. Lo único que faltaría es que tengan que conformarse con ir PRODUCAT.

Así que una de dos: o la situación de YMAD no es tan severa como Albarracín alega para justificar su ajuste, o lo es pero a Albarracín le importa un bledo. Mentira en un caso, irresponsabilidad en el otro. Ya se ve en qué manos ha ido a caer la firma estadual que tantos beneficios arrojó al erario catamarqueño en el auge de Bajo La Alumbrera en forma de utilidades. En qué manos la puso la Casa Rosada, sería más exacto decir.

Los cuatro contratos, que no son para ir a trabajar en el socavón precisamente, abonan la hipótesis planteada por el sindicato cuando se produjeron los despidos a principios de año.

“Asistimos al desmantelamiento y liquidación de la empresa por foráneos que, persiguiendo la rentabilidad empresarial que no saben alcanzar con políticas de producción, recurren a lo más fácil: el ajuste a través de la reducción de la planta de personal», indicó el gremio.

La gestión encabezada por Albarracín, consignó, literalmente paró la producción entre 2017 y 2018 y redujo la producción en un 50, en un proceso de decadencia que se inició

«con el levantamiento de la planta de refinación de oro y plata que funcionaba en la Capital, única en el país, que le daba valor agregado al mineral para su comercialización en el país y el mundo”.

 

Ancasti

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