Las plantas fósiles más antiguas en Salta

Por Ricardo Alonso / Una historia minuciosa de la investigación sobre la flora autóctona que dio origen a la vida en el mundo y en nuestra región

Las plantas fósiles más antiguas de América del Sur se encontraron originalmente en Bolivia. Fue toda una novedad cuando en 1995 se dio a conocer el hallazgo de Cooksonia, una primitivísima planta vascular cerca de Tarija. Los autores del informe fueron E. Morel, D. Edwards y M. Iñiguez Rodríguez y publicaron los resultados de sus investigaciones en la revista Geological Magazine (v. 132, pp. 449 – 452)

Antes de eso, en 1989, B. Petriella y R. Suárez-Soruco habían mencionado el hallazgo de plantas terrestres, posiblemente vasculares, en las formaciones Kirusillas y Tarabuco del Silúrico superior.

El trabajo lo dieron a conocer en la Revista Técnica de YPFB. Desde entonces se han encontrado más ejemplares de esas plantas en otras localidades de Bolivia y también en Brasil y Argentina.

En Bolivia merecen destacarse los trabajos de la salteña Margarita Toro, quien desarrolló toda su obra científica en La Paz y describió nuevos hallazgos de plantas primitivas. En el congreso geológico de Tarija de 1996, Toro informó el descubrimiento de más plantas fósiles antiguas en La Angostura (departamento de Cochabamba) con la presencia de Cooksonia, Rhynia, Zosterophyllum, Drepanophycus y otras especies indeterminadas.

Las plantas fósiles mencionadas para Tarija y Cochabamba se encuentran más o menos en la transición entre los tiempos Silúrico y Devónico de la era paleozoica, unos 420 a 430 millones de años atrás.

Para aquella época los continentes estaban ensamblados de otra manera y los mares cubrían gran parte de lo que hoy es América del Sur. La región de Bolivia y el norte argentino se encontraba cerca del polo, a latitudes entre 50 y 60 grados y formaban parte del borde occidental de Gondwana. O sea que a esas latitudes había mares circumpolares. Se depositaban sedimentos en las playas marinas o ambientes costeros, ricos en hierro y también abundante materia orgánica. Especialmente las plantas vasculares primitivas de la flora de Cooksonia se desarrollaban en extensas y poco profundas albuferas (lagunas junto al mar).

Las formaciones de aquella época llevan nombres como Zapla o Lipeón en Argentina y Cancañiri o Kirusillas en Bolivia. Contienen restos de escombros de glaciaciones, un material sedimentario que recibe el nombre de tillitas. En dichos ambientes se desarrolló esa primitiva flora de Cooksonia que representan a las primeras plantas terrestres que empiezan a ganar el dominio de las tierras emergidas.

El primer hallazgo

Cooksonia fue originalmente descubierta y descripta por el paleobotánico inglés William Henry Lang, de la Universidad de Mánchester, quien le puso el nombre como un homenaje a su compañera de trabajos, la australiana Isabel Cookson. Hoy Cooksonia se conoce en muchos lugares del mundo y su fama fue creciendo a raíz de lo que representa como una de las pioneras en el origen del reino vegetal. Su hallazgo en Tarija fue una gran sorpresa internacional y el puntapié a nuevos descubrimientos.

Los hallazgos de plantas fósiles en el norte argentino se remontan probablemente a los viajes de exploración petrolera a la región de Orán que realizara Guillermo Bodenbender en 1906. Este geólogo alemán señaló allí la presencia de Phyllotheca y Equisetites, géneros cuyo registro en otras áreas del Gondwana sugieren una edad Pérmico. Plantas del Devónico en la Sierra de Zapla (Jujuy) y sus alrededores fueron mencionadas en 1931 por el geólogo italiano Egidio Feruglio, que más tarde realizaría estudios petroleros pioneros en la Patagonia. Al punto que el Museo Paleontológico de Trelew lleva su nombre. De la misma región de Zapla se mencionaron en 1948 otras plantas por parte del italiano J.J.P. De Benedetti. Horacio J. Harrington, uno de los más ilustres geólogos argentinos, en un trabajo internacional que publicó en 1967 sobre el sistema Devónico a escala mundial, menciona la presencia de plantas primitivas en la Sierra de Santa Bárbara (Jujuy) pertenecientes a los géneros Rhynia y Hornea.

A nivel de Argentina no pueden dejar de mencionarse los hallazgos de plantas fósiles del período Devónico que realizara en la década de 1950 el italiano Joaquín Frenguelli en la Precordillera de San Juan. En 2008, un grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Salta, entre los que se incluían las paleontólogas Susana Malanca y María Josefina Aris, la bióloga y especialista en helechos Olga Martínez, y los geólogos Miguel A. Boso, Eduardo Gallardo, Esteban Brandán y Juan C. Fernández dieron a conocer el hallazgo de plantas fósiles en estratos de la Formación Lipeón, del Silúrico superior, provenientes del angosto de Alarache, río Bermejo y río Huaico Grande en el límite argentino boliviano. Estos científicos salteños refieren restos de plantas con características compatibles a los géneros Hostinella, Drepanophycus y posiblemente Cooksonia.

La comprobación de la presencia de Cooksonia en el norte argentino vendría finalmente de la mano de algunos de esos mismos investigadores científicos. María Josefina Aris de la Universidad Nacional de Salta y Hugo A. Carrizo del Instituto Miguel Lillo de Tucumán, encabezaron en 2011 una publicación en la revista Acta Geológica donde dieron a conocer el hallazgo de las primeras plantas de edad silúrica de la Argentina. Dichas plantas provienen de rocas de la Formación Lipeón, aflorantes en el área de los ríos Condado y Los Toldos, en el ambiente de las Sierras Subandinas, entre el Parque Nacional Baritú y el límite con Bolivia. La flora fósil estaba acompañada por bivalvos que permitieron fijar la edad en el Ludloviano, esto es unos 425 millones de años atrás.

Los restos de plantas son abundantes aunque mayormente fragmentarios y desarticulados. Tanto los bivalvos como los restos vegetales representan un ambiente marino somero, o sea de baja profundidad del agua. Muchas de las plantas aún no pudieron ser clasificadas y se sabe que pertenecen a una variada flora fósil similar a la descubierta en Bolivia.

Otras responden a los clásicos géneros ya descriptos en otras latitudes y son comparables a Hostinella, Tarrantia y la afamada Cooksonia. Cooksonia era una planta pequeña y elementalmente simple. Unos tallitos que se bifurcaban un par de veces terminados en una estructura de pequeñas esferas en las cuales se formaban las esporas. Sin hojas, ni flores, ni semillas. Todavía no tenían raíces aunque unos hipotéticos filamentos horizontales al ras del suelo harían de sostén.
En base a la forma de la esfera en la que culminan los delicados tallos se han definido unas seis especies diferentes de cooksonias. La última se encontró en Brasil y lleva el nombre de Cooksonia paranensis.

El Noa antes de Cooksonia

Antes de la aparición de estas muy rudimentarias plantas el mundo lucía vacío. En los mares vivían invertebrados y en las tierras tal vez algunos líquenes. Cooksonia representa el primer intento de colonizar la Tierra.

Para ello la evolución comenzaba la titánica tarea de vencer a un enemigo formidable como es la gravedad. Las plantas empujaban hacia arriba con sus débiles tallos lo que significaba un avance evolutivo mayúsculo. Esos tallos debieron hacerse más rígidos y más fuertes con el devenir del tiempo geológico.

El reino vegetal es la base de la cadena de alimentación de toda la biota sobre la Tierra. La vida como la conocemos sería imposible sin esa “cosa verde” que se expande a través de los océanos y continentes.

Las plantas transformaron el ambiente y lo hicieron habitable a todas las criaturas vivientes. Las primeras formas de vida, los estromatolitos, encontrados en rocas de miles de millones de años de antigüedad pertenecen al amplio reino de las plantas.

Su evolución fue azarosa y muchas especies desaparecieron. Pero otras prosperaron y atravesaron varias épocas geológicas hasta nuestros días. Muchas de las plantas pueden considerarse como verdaderos “fósiles vivientes”.

El hallazgo de la flora de Cooksonia posiciona a Salta como la portadora de las plantas fósiles más viejas de la Argentina.

El Tribuno

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