VOLVIENDO A EMPEZAR

Es el caso de Andrea Mendieta (38) que, junto a su pareja y sus hijas gemelas se mudó a Gastre hace más de dos años dejando en Trelew a su familia, amigas y vida social. Prefiriendo la tranquilidad de este pueblo de la Meseta iniciaron dos emprendimientos y tienen la esperanza de que se desarrolle la actividad minera para activar la economía de los lugareños y para que sus hijas, cuando crezcan, no tengan que irse a la ciudad.

Son contados con los dedos de una mano los ejemplos de chubutenses que deciden abandonar las ventajas que tiene vivir en la ciudad y eligen la Meseta para comenzar de cero. Es que las oportunidades de los pueblos son escasas y las necesidades muchas.

“Durante mucho tiempo estuve viajando a toda la zona de la Meseta porque trabajaba con programas de Desarrollo Rural hasta que un día se cortaron y fue ahí cuando empecé a pensar en la posibilidad de vivir en Gastre porque siempre me gustó el lugar. Con mi pareja, juntamos lo que teníamos en Trelew y nos vinimos.”, dijo Andrea Mendieta, que conoció al papá de sus hijas en la ciudad, aunque él es de la Meseta.

Ambos se dedicaban a llevar dichos programas, que los financiaba el Banco Interamericano de Desarrollo, a los pequeños productores de las comunidades de la Meseta chubutense. “Gastre es el lugar al que más vinimos a trabajar, entonces generamos vínculos con personas conocidas. En ese momento estaba embarazada, luego tuve gemelas y a los pocos meses cerraron los programas y nos quedamos sin trabajo. Con las nenas recién nacidas fue una situación bastante caótica. Lo que hicimos fue reinventarnos y ver qué hacer. Hoy por hoy tenemos nuestros emprendimientos tras buscar el servicio que no se brindaba todavía en esta zona, que son muchos”, comentó la mamá de gemelas que tienen cuatro años y medio y atienda su propia tienda de productos saludables.

“Buscamos nichos o rubros que no estuvieran cubiertos por otros comerciantes.  Sería bueno que la economía del lugar se desarrollara, con cualquier actividad, el tema es que no hay otra que no sea la industria minera. Todos los que vivimos acá esperamos que el desarrollo minero traiga oportunidades a todo nivel, económico, educativo y que no necesariamente todo lo que queremos hacer dependa de viajar a la ciudad”, señaló Andrea Mendieta, quien prefirió disfrutar de sus hijas en un lugar tranquilo como es Gastre.

De su Trelew extraña también tener lugares para ir a comer y a tomar algo. “Lo que es distracción, porque acá más que salir a caminar o pasear un poco y tomar mate por ahí, no tenemos muchas opciones de entretenimiento. La vida social es limitada justamente por eso”, dijo.

LAS CARENCIAS

Andrea recuerda que en cada reunión que tenía en los distintos pueblos de la Meseta llevando los programas rurales, intentaba que se incorporara la mirada y la opinión de la mujer. “En estos lugares no es tan fácil que las mujeres opinen, principalmente las que viven en el campo, salvo excepciones. Por lo general, los que llevan la palabra y quienes manejan los recursos son los varones y trataba de poner eso a la vista para desandar ese camino y empoderar a la mujer en sus opiniones, para que ellas también sean titulares de los financiamientos”.

Sin embargo, hoy, diez años después, no ha cambiado demasiado. “Siguen siendo pocas las mujeres que se consideran a cargo y solamente se ven como las compañeras del que trabaja, o sea el varón, y quizás ellas trabajan a la par o más. Hay muchas que llevan adelante solas su establecimiento y te quedás maravillada de ver todas las cosas que hacen y lo empoderadas que están. Pasa que no son la mayoría. La mujer, frente a las crisis y los problemas, es la que tiene la valentía y la fuerza de reinventarse y sacar adelante la familia. Siempre se dice que las mujeres paran la olla, pero al momento de reconocer más a lo público siempre es el varón el que figura”, señaló Andrea Mendieta.

No solo la mentalidad cultural de un pueblo sigue intacta en cuestiones de género, sino también las necesidades de la gente que, incluso, son más notorias. “Hace poco tuvimos la posibilidad de hacer una recorrida por distintos lugares y es llamativo que haya personas que viven en medio del campo, sin una pantalla solar o algún tipo de iluminación en sus casas, que no tengan baño y ni hablar de otro tipo de servicios como comunicación. Te pone la piel de gallina pensar que hay gente que tiene la misma edad que yo y que, quizás, no conoce otra cosa que eso. Es increíble que, a esta altura de la vida, año 2021, haya gente que siga viviendo así”, concluyó Mendieta.

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