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“La voluntad que tenemos las mujeres lo puede todo”

Edita Lefimi (41) es emprendedora desde hace dos décadas y vive en Gastre, en la Meseta de Chubut. A los 20 años fue mamá y encaró un negocio de ramos generales del cual lleva las riendas casi desde el comienzo porque su pareja es trabajador minero. Siendo una mujer muy joven viviendo en un pueblo carente de oportunidades, nunca bajó los brazos.

“Fue por las ganas de hacer algo y de encarar la situación afrontando que uno cuando es mamá quiere lo mejor para su hijo y te ponés manos a la obra. Y porque, como instinto de mamá, lo que buscás, lo creas y le das para adelante, nada te detiene. También con el acompañamiento de mi pareja, que me incentivó a crecer y eso también es fundamental”, comentó Edita Lefimi explicando por qué se convirtió en emprendedora.

Por entonces, la pareja recibió ayuda del suegro de Edita para montar el negocio porque en Gastre no había muchas posibilidades de conseguir trabajo. Tres años después, su marido fue contratado por una empresa minera donde sigue hasta el día de hoy.

“La voluntad que tenemos las mujeres lo puede todo. Yo les digo a todas que se animen a los proyectos que tienen en mente. Que salgan adelante, sin tener que bajar los brazos. No me quejo de la vida que tengo, porque es hermosa.  Pero lo veo por el lado de todas las personas que merecen y tienen el derecho de trabajar”.

Pese a los inconvenientes económicos que debieron sortear, nunca pensaron en irse del pueblo por la tranquilidad que lo caracteriza, “aunque la tranquilidad no te da nada, es muy difícil la vida en un pueblo. Nos la rebuscamos porque no hay otra. Mis hijos, lamentablemente, no tienen futuro acá. A mi hijo mayor, de 22 años, lo tengo estudiando en la ciudad y, el más chico que tiene trece cursa el secundario en Gastre. Es todo muy complicado, a veces hay ganas de irse porque no hay muchos proyectos para hacer”, indicó la comerciante chubutense.

Edita se levanta todas las mañanas y cerca de las 10 horas abre su local comercial, envía a su hijo a la escuela y después lo espera con el almuerzo listo. Cierra y vuelve a abrir a las cinco de la tarde y lo cierra a las diez de la noche. Entre medio, se toma un tiempo para ella y ejercita en una bicicleta. Al igual que cientos de pobladores de la Meseta, lleva casi veinte años esperando que esa alternativa a la industria minera de la que tantos hablan aparezca. “Pero no llega. ¿Por qué no el desarrollo minero? Hay mucha gente que va a ser beneficiada por el hecho de tener un trabajo. No estamos pidiendo migajas, sino un trabajo, por favor. No puede ser que no nos tengan presente porque también somos gente que merece tener un futuro, un proyecto de vida. Esperamos que pronto puedan dar el Ok para que realmente esto avance como debería. Uno no puede dejar de levantar la voz y decir basta porque esas alternativas, que supuestamente las tienen los políticos, nunca llegaron a ésta ni a otra localidad”, dijo Edita Lefimi.

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