La minería, no solo en el país sino a nivel internacional, atraviesa un proceso de cambio de paradigma sobre el rol de la mujer en la actividad. Es un sector con predominio del empleo masculino, pero esa tendencia se está modificando en los últimos tiempos. Una muestra de ello es Fernanda Fraga, la primera mujer en ocupar un alto cargo en la dirigencia de la Cámara de Minería de Salta, donde ejerce la vicepresidencia.
Trabaja, además, como gerente de Relaciones Comunitarias de la empresa Proyectos Pastos Grandes, en un proyecto de litio que se desarrolla en el salar homónimo. Y es referente local de la organización internacional Women in Mining (WIM).
En diálogo con El Tribuno, Fraga se refirió sobre la situación de la mujer en la minería, que es uno de los temas que tocará mañana en un panel del ciclo “Hablemos de lo que viene”, que organiza este diario.
El trabajo minero fue históricamente una cuestión solo para varones, pero esto está cambiando y se empieza a ver un ingreso paulatino de las mujeres en la actividad ¿Cómo está ocurriendo ese cambio?
Las mujeres estamos rompiendo límites culturales, porque en la actividad antes había una especie de fobia a las mujeres, se pensaba que las mujeres daban mala suerte en las minas. Hoy las mujeres son muy apreciadas por las empresas y también por sus pares en el ámbito laboral. Existe una familia minera. Por el tema de los roster (el régimen de trabajo en los yacimientos) tenemos que subir 15 o 20 días a la mina y ahí se genera una familia, otro grupo de contención. Las mujeres en ese ámbito son muy positivas, generan una relación positiva y a la vez se sienten contenidas. Muchas veces las situaciones que uno vive en la casa se las lleva cuando va a la mina. Nosotros hemos tenido incluso casos de violencia de género en el ámbito intrafamiliar y en esas situaciones hemos visto que los mejores contenedores en esta situación fueron los compañeros. Muchas mujeres hemos sufrido eso y uno a veces piensa que eso es una vergüenza y cuando lo empezás a hablar con tu grupo de pertenencia, con esa gente que está todos los días con uno, que te ve trabajar y esforzarte, generás confianza en una misma. Hay decisiones que son difíciles de tomar, pero sabes que cuándo la tomás no estás sola. No estás sola en tu casa pero tampoco en la mina. Pensemos que hay mujeres que tienen que dejar a sus hijos por semanas para ir a trabajar y la verdad a veces uno se siente solo, pero tu familia minera te hace sentir que no es así y te recuerdan el valor que vos tenés y que siempre hay cosas por conquistar.
Todo ese proceso debe tener una complejidad particular para las poblaciones de la Puna, donde existe una cultura patriarcal más arraigada que en las ciudades…
La verdad que es un proceso de cambio cultural y este cambio está siendo mucho más rápido de lo que imaginaba. Entender el valor de la mujer que trabaja en la mina y entender que ella como mujer es dueña de un expertiz, de un lugar. Antes las mujeres veían al hombre irse a trabajar a las minas y hoy eso cambió, ya no es exclusivamente así. Hay un cambio de mentalidad que está modificando también a las familias. Estamos frente a una nueva generación de niñas que miran a sus madres irse a trabajar y observan que hay otras oportunidades. Es un cambio cultural muy grande. Hay que pensar que antes el destino de las mujeres era ser madres y lo que les daba valor era exclusivamente esa maternidad. Hoy las mujeres están haciendo un cambio en la Puna y miran más allá. Se están capacitando, están buscando en su propio lugar de origen la oportunidad de cambiar su vida, de mejorar su futuro. Son cosas que por ahí no se ven desde la ciudad.
¿Cuál es el porcentaje de participación de mujeres en las empresas mineras en la actualidad?
Hoy estamos alrededor del 10 por ciento en general, pero en la minería del litio hay una mayor inclusión femenina. Esto tiene que ver con que esa minería está más relacionada a la industria química y nosotros como provincia tenemos muy buena formación en esa materia, tanto a nivel universitario como terciario y en escuelas técnicas, donde hay un porcentaje muy alto de mujeres estudiando. Entonces estamos formando mujeres para trabajar en nuestra tierra y son mujeres que están inclinadas hacia la ciencia. Una de las grandes luchas que tenemos desde WIM es despertar vocaciones en las mujeres sobre las carreras científicos técnicas, que usualmente son carreras más presentes culturalmente entre los varones.
“La minería es un lugar donde uno encuentra que no hay límites para desarrollarse. Hoy las mujeres están haciendo un cambio en la Puna y miran más allá”.
Fuente: El Tribuno