La revolución del fracking no da señales de echar el freno. El último ejemplo ha sido el informe mensual de perspectivas para la energía que elabora la Agencia Internacional de la Energía -IEA, por sus siglas en inglés-, que destaca que el año que viene Estados Unidos conseguirá una producción de petróleo que no se veía desde 1970.
En concreto, la Agencia espera que en el gigante norteamericano se extraiga crudo en 2018 a un ritmo de 9,53 millones de barriles diarios de media, una producción récord desde hace 47 años. El avance será cercano al 6% interanual, desde los 9 millones de barriles que se esperan para este año; en 2016 la producción de petróleo del país fue de 8,9 millones de barriles diarios.
El aumento de los precios ha propiciado que se reabran muchos pozos en Estados Unidos, especialmente los que se dedican a extraer crudo de esquisto con la técnica del fracking. Según los datos que recoge la petrolera Baker Hughes, durante la semana pasada se reactivaron 17 pozos de petróleo; ahora hay 583 instalaciones operativas, la mayor cantidad desde octubre del año 2015. Según se explica desde Bloomberg, la mayor parte del incremento que se espera para la producción vendrá de parte de los pozos de la región de Permian Basin, en Texas, donde prima la producción de esquisto -en Estados Unidos más de la mitad del crudo que se extrae ya es de este tipo-.
Así, las previsiones apuntan a que el país presumirá el año que viene de recuperar el mayor año de producción de su historia, un ritmo que no pudo volver a repetir hasta ahora, ya que desde los años 70 las reservas estadounidenses que eran rentables para explotar a precios de mercado fueron menguando, explican fuentes del mercado. Sólo la nueva técnica de fractura hidráulica ha sido capaz de abaratar los costes para poder reabrir una cantidad importante de pozos de este tipo, y de ahí el fuerte repunte de la producción en los últimos años.
Los inventarios se disparan
Estados Unidos publicó ayer el segundo incremento más grande en la historia de sus inventarios de petróleo -el crudo ya almacenado-: aumentaron en 13,8 millones de barriles durante la semana pasada, frente a las previsiones que apuntaban a un aumento de 2,7 millones. Sin embargo, el precio del crudo no reaccionó con caídas en el parqué ya que, como explican desde Bloomberg, los inversores parecieron fijarse más en la caída que experimentaron los inventarios de gasolina: se redujeron en casi 870.000 barriles, mientras se esperaba un incremento superior a los 1,6 millones.
El barril Brent europeo llegó a subir en la sesión de ayer un 1,1%, hasta los 55,7 dólares, mientras el West Texas estadounidense rozó una subida de 1% en la sesión, hasta los 52,7 dólares por barril. La IEA espera que el barril europeo se mantenga en los 55 dólares de media durante este año, y 57 dólares para 2018.
El Economista