Shell, la única que sigue en manos de sus accionistas originales

De aquel mercado petrolero que existía cuando Néstor Kirchner se hizo cargo de la presidencia de la Argentina ha quedado poco. Paradójicamente, sólo la filial de la angloholandesa Shell, la más hostigada de las empresas del sector durante la llamada década ganada es la única que permaneció con la misma composición accionaria.

YPF fue tal vez el caso más resonado por tratarse de la mayor petrolera argentina. La española Repsol, que se había quedado con la mayoría accionaria tras su privatización, a fines de la década del 90, vendió primero un 15% de sus acciones al grupo Eskenazi, de capital nacional y con intereses en la construcción, el sector financiero y las bodegas. El ingreso de la familia Eskenazi en el capital accionario (y en la gestión) de YPF fue claramente impulsado por el presidente Néstor Kirchner, en 2008.

Para alzarse con el 14,9% de la petrolera, obtuvo un préstamo garantizado por US$ 1000 millones de un grupo de bancos liderado por Credit Suisse. El grupo también obtuvo de Repsol un crédito de US$ 1000 millones y acciones. Al año siguiente, compró otro 0,1% de acciones y en 2011 se quedó con un 10% adicional. La financiación provino de un préstamo de US$700 millones de parte de un grupo de bancos liderado por Banco Itaú y Credit Suisse, y de un crédito de Repsol de unos US$ 625 millones.

Un informe de la calificadora Moody’s en ese momento destacaba que el acuerdo entre Repsol y los Eskenazi comprometía a ambos accionistas «a mantener la política de dividendos de YPF en 90% de las ganancias al menos hasta el pago del préstamo, y que cualquier cambio en esta disposición constituiría una cesación de pagos bajo las condiciones del préstamo». De allí surgió la famosa advertencia de que el grupo argentino estaba financiando la compra con los dividendos de la empresa adquirida. Ya en 2012, llegó la famosa expropiación, en la que el Estado, bajo el mando de Cristina Kirchner, se quedó con el 51% de las acciones, situación que se mantiene hoy.

Petrobras fue otra de las que vendió sus surtidores. La primera mitad quedó en manos de Oil Combustibles, la firma que creó el empresario Cristóbal López para gestionar esos activos, junto con una refinería. Oil está hoy bajo investigación judicial. La otra mitad acaba la acaba de comprar Pampa Energía, la empresa de Marcelo Midlin, operación que está a punto de lograr todas las aprobaciones.

La norteamericana Exxon, que operaba la red de estaciones Esso, también dejó ese negocio en el país en el marco de una reestructuración internacional. Las estaciones y la refinería de Campana quedaron en manos de Pan American Energy, del grupo Bulgheroni. La marca está siendo reemplazada por Axion Energy.

 

La Nación

 

 

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