Un gabinete nacional para el cambio climático

 

Tras la creación de un organismo desde el cual diseñar e instrumentar políticas ambientales, se espera un necesario cambio cultural en defensa del planeta

El gobierno de Mauricio Macri acaba de crear el Gabinete Nacional de Cambio Climático para instrumentar políticas que avancen en ese campo. De alguna manera, se formaliza un equipo que ya venía trabajando desde hace algunos meses. Los considerandos reflejan la urgencia del Acuerdo de París, firmado el Día de la Tierra del corriente año, en Nueva York, por 195 representantes de todo el mundo: «El cambio climático constituye una de las grandes amenazas que enfrenta la comunidad internacional en su conjunto, motivo por el cual el esfuerzo para enfrentar las consecuencias actuales y futuras de este fenómeno debe ser diseñado e implementado conjuntamente».

Se trata de un organismo imprescindible para enfrentar el desafío más grande que por primera vez enfrentan los dirigentes de Estado de todo el mundo y que necesariamente exige una transformación cultural de todas las autoridades de los ministerios involucrados: los de Energía y Minería; Producción; Agroindustria; Transporte; Desarrollo Social; Relaciones Exteriores y Culto; Educación y Deportes; Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva; Interior; Obras Públicas y Vivienda; Hacienda y Finanzas Públicas; Cultura y, por supuesto, el de Ambiente y Desarrollo Sustentable. Por eso resulta fundamental que entre las funciones de este gabinete se encuentre la de «articular los procesos participativos y de sinergia entre las diferentes áreas del gobierno nacional, así como entre éste, las provincias y la ciudad autónoma de Buenos Aires».

De nada serviría que la problemática fuera jerarquizada solamente por la cartera ambiental si los demas ministerios no incorporaran el cambio climático en sus políticas, con igual fortaleza y capacidad resolutiva. No hay otra forma de legar a las próximas generaciones un planeta en condiciones de habitabilidad. La cultura del futuro nos exige acelerar la transformación hacia el bajo consumo de carbono mediante la integración del clima en cualquiera de los procesos de la toma de decisiones y para ello es necesario contar con cambios verdaderos en todos los niveles de gobierno y negocios.

El compromiso internacional que asumió la Argentina implica contribuir para que a fines de este siglo la temperatura global no aumente más de dos grados respecto de los niveles preindustriales. Y aún cuando no todos seamos responsables en la misma medida, la crisis del planeta exige que todos los países instrumenten medidas para evitar mayores daños.

Es cierto que son muchas otras las preocupaciones que preponderan y que no resultan menos importantes: la salud, el trabajo, la educación, la seguridad y el dinero. Y quizá no se ha generado un sentido de urgencia porque el desafío que implica el cambio climático se presenta como un fenómeno que recién tendrá lugar a fines de siglo o en sitios remotos. Sin embargo, ocurre aquí y ahora y es necesario instrumentar medidas para mitigarlo y para reducir la vulnerabilidad de quienes más sufrirán sus impactos.

Con inteligencia, la Argentina cuenta con la oportunidad de crear un crecimiento económico duradero y al mismo tiempo reducir los riesgos del cambio climático. Es el momento de incrementar la innovación en infraestructuras y tecnologías de bajo consumo de carbono, de promover un desarrollo urbano más compacto e interconectado construido alrededor de transportes públicos mas eficientes, lo que dará lugar a ciudades más saludables que generen menores emisiones. Entre sus objetivos, el nuevo gabinete debería integrar de modo expreso una acción imprescindible para la lucha contra el cambio climático: la reducción de la deforestación y el firme compromiso nacional de protección de los bosques nativos.

La posibilidad de dar un salto gigante hacia un sistema de energía respetuosa con el clima existe gracias a los cambios estructurales y tecnológicos que se están abriendo camino en la economía mundial y las oportunidades de mayor eficacia económica. Por eso sería de gran importancia considerar al sector privado de un modo más explícito en este equipo ya que se requerirá de sus innovaciones y aportes, así como de la participación activa de la sociedad civil. Hará falta promover una toma de conciencia sobre cambio climático a través de actividades educativas y culturales, y en ese sentido resulta elogiosa la inclusión de los ministerios de Educacio´n y Deportes, y de Cultura.

La creación del Gabinete Nacional de Cambio Climático es un primer gran paso, esencial para asumir un liderazgo político en la materia. Para cumplir con sus objetivos, resulta imprescindible que sea acompañado con políticas auténticas y consecuentes.

La Nación

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