La relación de minería y salud

 

Desde hace un tiempo el debate sobre «Minería sí vs. Minería no» ocupa un sector importante en la agenda de los temas que discutimos los mendocinos. Quienes observamos desde afuera (aunque no tanto, porque se trata de una materia que, en definitiva, puede afectarnos como comunidad) vemos cómo las posturas fundamentalistas de ambos sectores tornaron improductiva la discusión, puesto que sus argumentos son tan irreductibles que no permiten la construcción de una mirada equilibrada al respecto.

La famosa ley 7.722 vino a regular (según algunos a sobre regular) la actividad minera metalífera en Mendoza y, mientras se encuentre vigente, poco habrá para discutir en su contra. Nadie en su más lógico pensamiento y sin estar movido por intereses económicos particulares, se permitiría la idea de cambiar un eventual aporte económico que generaría dicha actividad por arriesgar nuestro medioambiente y sobre todo el agua.

No obstante, miope sería negar que la minería también constituye un polo de desarrollo importante en diversos sentidos. Cualquiera de nosotros utiliza a diario elementos surgidos de esta actividad. En ese sentido, denostar este rubro pero seguir consumiendo sus productos es una actitud bastante cercana a la hipocresía.

Dentro del debate planteado, quizás el máximo «demonio» está constituido por la energía atómica o nuclear. Cierto es que los sanrafaelinos tenemos experiencias nefastas con el mal manejo que se ha hecho de la misma en complejos fabriles locales. De todos modos, también hay que decir (y mi carácter de médico así me lo permite) que es a través de este tipo de energía y tecnología que se llevan adelante innumerables técnicas de diagnóstico por imágenes (tomografías, resonancias y otras), así como tratamientos oncológicos como la radioterapia.

Además, en la agricultura la tecnología nuclear se utiliza para combatir a las plagas que pueden atacar a los cultivos, en lugar de pesticidas químicos que generan efectos nocivos en el organismo humano, mientras que la radiación aplicada a semillas permite modificar la información genética de ciertos vegetales para lograr una mayor resistencia y productividad.

La generación de energía mediante combustibles fósiles es finita y empieza a escasear, por lo que las grandes potencias comienzan a diseñar estrategias para utilizar fuentes alternativas y allí otra vez aparece la energía nuclear.

Claro está, y reitero aun temiendo caer en la reiteración, a nadie se le ocurriría siquiera discutir este tipo de actividad si no se realiza bajo el control serio de los estándares internacionales, algo que –también es necesario decirlo- en Argentina muchas veces no ha existido.

No es ésta una encendida defensa de la minería metalífera ni de la energía atómica sino un aporte más a la amplia discusión planteada al respecto, y de la que sólo se obtendrá resultados provechosos cuando se tomen en cuenta todas las variables y posturas científicas, y se dejen de lado las visiones fanáticas y, sobre todo, las hipocresías.

Recuerden que me pueden consultar cualquier inquietud que tengan a mi teléfono 2604573181.

 

Martín Sosa

Otorrinolaringólogo

Matrícula 9051

Diario Uno

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