Por Antonio Galarza *
Desde diversos sectores empresarios, gubernamentales e incluso desde editoriales de matutinos se han alzado voces llamando a reducir el costo de los salarios en la Argentina, a fin de superar una supuesta crisis económica heredada del anterior gobierno. Un repaso por la historia latinoamericana permite entrever que la reducción de los salarios como respuesta al estancamiento de las ganancias empresariales siempre se tradujo en un empobrecimiento general de la población y en beneficios de sectores sociales acotados.
Cuando Latinoamérica aún se hallaba bajo el yugo español, la minería constituía la actividad económica más importante de las colonias americanas. Lejos de ser una economía de enclave, la demanda de los grandes centros mineros de plata –Potosí en la actual Bolivia y Zacatecas/Guanajuato en Nueva España, hoy México– impulsaba la demanda de bienes regionales que eran consumidos por la gran masa de trabajadores explotados en las minas. La mano de obra que alimentaba la minería en Potosí provenía centralmente de la mita –una forma de tributo que combinaba trabajo libre y forzado, mediante el cual la Corona obligaba a las comunidades indígenas a enviar hombres a las minas–. En cambio en México la producción argentífera se basaba centralmente en trabajadores libres que se empleaban en las empresas mineras de los españoles.
En el siglo XVIII, el estancamiento de la producción minera potosina y las necesidades fiscales de la Corona española impulsaron diversas reformas tendientes a aumentar la extracción de metales en la región del Alto Perú: la creación del Banco de San Carlos para otorgar préstamos a los empresarios fue una de las principales. Sin embargo, la recuperación de la producción se produjo gracias a la sobreexplotación de la mano de obra: si bien los indígenas de mita que laboraban la plata percibían un jornal estipulado por la Corona, los empresarios mineros lograron aumentar las metas de producción –pago a destajo–manteniendo la misma paga. También buscaron eliminar la práctica de la “corpa”: una parte del material extraído en las minas quedaba en manos de los trabajadores, que así lograban aumentar sus ingresos. Ambas medidas permitieron reducir los costos salariales de la producción minera y aumentar los márgenes de rentabilidad, permitiendo la recuperación de la producción de plata en Potosí a lo largo de todo el siglo.
Un proceso similar tuvo lugar en Nueva España. Las reformas operadas por la Corona en la minería mexicana a fines del siglo XVIII también buscaban alimentar los ingresos fiscales a través del crecimiento de la minería. El objetivo se lograría aumentando los márgenes de beneficio de los empresarios que, desalentados por la baja rentabilidad, preferían los negocios comerciales y especulativos. Entre las medidas implementadas se destacaron la reducción de impuestos y la subvención de insumos utilizados en la producción de plata –principalmente el mercurio–. Sin embargo, ninguno de estos incentivos generó inversiones significativas.
Una vez más, la clave residió en una combinación de reducción de los salarios y de supresión de las “partidas” –de modo similar a la “corpa”, los barreteros se apropiaban de una porción del metal extraído, además del jornal– lo que aumentó la rentabilidad que ofrecía la actividad minera a los empresarios y, por ende, alentó el crecimiento de la inversión productiva. La respuesta de los trabajadores a la caída de sus ingresos llevó a lo que algunos historiadores consideran como la primera huelga en México: en 1766 presentaron reiteradas quejas a las autoridades coloniales y finalmente paralizaron la producción de metales, en pos de recuperar algo del terreno perdido.
En ambos casos, el aumento de la rentabilidad empresarial impactó positivamente en la producción en el corto plazo, pero nunca desencadenó una prosperidad económica para las mayorías (lo cual huelga señalar, no era parte de la agenda del imperio español en América). Lo acontecido durante aquellos años sirve para reflexionar acerca del fracaso de las recurrentes soluciones que promueven el aumento de las ganancias empresariales en detrimento del salario real de los trabajadores. Alegato muchas veces presentado bajo el aura auspiciosa de una modernización de las relaciones capitalatrabajo o incluso de una supuesta apertura al mundo, la reducción de los salarios se presenta como una práctica de vieja data, propia incluso de contextos coloniales. Fórmula que, lejos de impulsar procesos de desarrollo económico amplios y sostenidos que beneficien a la sociedad en su conjunto, se tradujo históricamente en beneficios para grupos sociales muy acotados
* Historiador e investigador del Conicet
Página 12