Coronavirus en la Argentina: el mercado laboral, el día después

Pasada la pandemia, ¿pueden recuperarse rápido la actividad y el empleo? Hoy no resulta claro.

El escenario del día después en materia de empleo y salarios dependerá no solo de la magnitud y duración del shock que estamos recibiendo –es decir, lo que hoy nos ocupa- sino de las acciones que se tomen durante la pandemia en el mundo y en la Argentina. Por supuesto las “condiciones iniciales”, es decir el estado del mercado al comienzo de la pandemia no eran las mejores, y el shock no hará más que complicar las cosas. La pregunta es cuánto y eventualmente a quiénes afectara más.Newsletters Clarín Coronavirus en la Argentina

Recordemos que en la Argentina hay aproximadamente 20,6 millones de personas ocupadas de las cuales unos 10 millones son asalariados formales (6,2 millones en el sector privado y 3,8 millones en el sector público) y 400 mil son autónomos. La otra mitad de ocupados tiene trabajos informales (entre 7 y 7,5 millones), “semi-formales” como buena parte de los monotributistas, sociales o no (casi 2.3 millones), o trabaja en el servicio doméstico formal (medio millón). O sea la mitad de los ocupados tienen actividades de baja productividad y bajos ingresos, y además están los desocupados.

Si bien hay algunos sectores de actividad que pueden estar menos afectados en su demanda por la crisis que otros (alimentos y bienes esenciales), nadie puede escaparle completamente al bulto. La mayoría de actividades comerciales y de servicios experimentan hoy –y probablemente esto se mantendrá un tiempo- un descenso que puede llegar al 80 y hasta el 90% en sus ventas (100% en el caso de movimientos turísticos). Muchos insumos no llegan, muchos productos no se pueden despachar, muchos trabajadores no tendrán ingresos. Eso afecta a formales e informales, y a todo nivel de ingresos y calificaciones.

Los únicos que tienen sus ingresos garantizados parecen ser los empleados públicos y –por un tiempo corto- una parte de los asalariados privados formales, sumando entre ambos grupos no más de 7 millones del total de 20,6 millones de ocupados. El resto –o sea dos tercios de los ocupados- dependerá de que los que tienen ingresos sigan gastando, y solo en parte de la eventual ayuda estatal. Ello significa que es importante que el sector más productivo de la economía debe también ser atendido no solo para poder alcanzar usa salida rápida tras la pandemia, sino porque ese sector es crucial para mantener también al resto de la economía durante la pandemia. El Estado no solo no debe ahogarlo sino cuidarse de aplicar medidas discriminatorias, eligiendo ganadores y perdedores.

Pasada la pandemia, ¿pueden recuperarse rápido la actividad y el empleo? Hoy no resulta claro que el mundo vaya a un escenario de recuperación rápida, más bien se confirma presunción opuesta ya que el nivel de daño experimentado es mayor y la salida se parece a la de una depresión.

La experiencia además moldeará nuevas formas contractuales para el empleo en buena parte del mundo. Veremos si todos se adaptan para aprovechar la recuperación y hacer crecer el empleo.

La Argentina demora en ajustarse a los cambios, y parte con graves problemas –el virtual default sobre la deuda, desequilibrios de precios que no pueden sostenerse, etc.- que debe resolver. Aun así podemos preguntarnos qué sectores picarán en punta, y cuáles se retrasarán.

Las actividades del agro y la ganadería deberían estar entre las que tienen mejores perspectivas de crecimiento, arrastrando con ello el empleo en el trasporte, los servicios agrícolas y la agroindustria. Esperemos que ello no se aborte por la proliferación de medidas anti-producción, del estilo del aumento de impuestos a los puertos (Buenos Aires), represión cambiaria y mayores impuestos. La minería (metalífera, hidrocarburos, piedras) podría sumarse, pero la magnitud del rebote dependerá de salir rápido del default: no habrá un flujo relevante de inversión mientras se penalice tan violentamente al capital.

La industria y la construcción, con amplia capacidad ociosa ya antes de la pandemia, pueden ser sectores que recuperen rápidamente, en la medida que no se les trabe la capacidad de obtener insumos (importados muchos de ellos), y nuevamente la economía haya dejado atrás el default. No deberíamos esperar una importante recuperación de la inversión pública ya que ello requiere financiamiento.

La recuperación cíclica de la economía normalmente arrastra fuertemente las actividades de comercio y servicios y el empleo. Pero entonces, ¿necesariamente tendremos una fuerte recuperación de empleo tras la pandemia? Es posible, pero puede ser una recuperación de empleo de muy baja calidad y salarios, o una recuperación más virtuosa.

En una economía que no resuelva su relación con los acreedores (y no solo con el FMI), que mantenga un tipo de cambio apreciado para extraer recursos de los sectores más productivos, que aumente el tamaño del Estado requiriendo más impuestos (un poco por impuestos explícitos, otro poco por inflación), los empleos de buena calidad serán escasos y aumentará el porcentaje de informales y semi-formales.

Esto es justamente lo contrario de lo que queremos (más formalidad, más productividad). La pandemia deja, en este aspecto, otras enseñanzas aparte de las sanitarias: para enfrentar una crisis hay que prepararse ahorrando cuando la economía crece –en lugar de hacer volar el gasto y tener déficits-, acumular fondos anticíclicos, y fortalecer al sector privado formal haciéndolo competir con el mundo con niveles impositivos que sean tolerables.

Cuando no lo hacemos, la salida de la crisis por parte de todo el mundo no nos permite aprovechar los vientos más favorables, y probablemente terminemos en un escenario en el que el empleo total sea un poco mayor que el actual, pero con menos asalariados en sectores de alta productividad (asalariados privados formales), compensado con más empleados públicos, más informales y más personas en la economía semi-informal que nos caracteriza. Empleos de baja calidad, ingresos aun más modestos.

Clarín

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