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Los boratos de nuestra Puna

Ricardo Alonso

La Puna argentina, junto a los Andes Centrales de Chile, Bolivia y Perú, forma parte de una de las cuatro regiones en el mundo que contienen depósitos de boratos. Las otras tres son el «plateau» del Tíbet, el suroeste de los Estados Unidos (California, Nevada) y la meseta de Anatolia en Turquía.

La evolución geológica de esas regiones fue similar pero no idéntica. Sin embargo predominaron condiciones geológicas y climáticas donde la concurrencia del volcanismo, las aguas termales, las cuencas cerradas con drenaje endorreico y el clima árido crearon el marco adecuado para la precipitación química de las sales de boro en viejos lagos salados o en salares. Los boratos generados en esos ambientes son los que originan concentraciones de valor económico.

Independiente de ello hay minerales de boro que se forman por líquidos y gases de magmas en el interior de la corteza. Entre los minerales de boro generados en las profundidades plutónicas se destacan las bien conocidas turmalinas, que son silicoboratos complejos, donde además participan en su composición química otros cationes como el hierro, litio, aluminio, magnesio, flúor, manganeso, etcétera.

Las principales rocas portadoras de turmalinas son las pegmatitas. Estas se encuentran ampliamente distribuidas en el ambiente de las Sierras Pampeanas y en los cordones que delimitan la Puna de la Cordillera Oriental y pertenecen a rocas cristalinas viejas del Precámbrico y del Paleozoico inferior. Los boratos se forman también por la evaporación de aguas marinas en cuencas cerradas, tal como ocurre en una región de Alemania con el viejo «Mar de Zechstein». Se destacan allí los boratos magnesianos que precipitan al final de la secuencia y a posteriori de las sales potásicas.

Un registro de millones de años

En la Puna argentina, en el lapso de los últimos siete millones de años, se han venido formando depósitos de boratos en ambientes similares a los actuales salares andinos. En aquella época había salares más grandes que los modernos y rodeados por volcanes que estaban en plena actividad. La aridez iba aumentando a medida que se elevaban las montañas hacia oriente y se frenaba la llegada de los vientos húmedos del Atlántico. Las cámaras magmáticas generaban suficiente temperatura como para calentar las aguas meteóricas.

Esas aguas lavaban las rocas e incorporaban elementos químicos que se concentraban en los lagos alcalinos de las cuencas cerradas con drenaje interior. El aporte de líquidos y gases volcánicos, sumado al lavado de las rocas, aumentaron la carga de iones en las aguas las que al evaporarse dejaron un precipitado de sales diversas del grupo de los carbonatos, sulfatos, boratos y cloruros. Así se formaron travertinos, yeso, boratos y sal gema que se fueron intercalando con arcillas, limos y arenas provenientes de la erosión de las rocas emergidas y con las cenizas que expulsaban los volcanes y caían dentro de las cuencas de sedimentación.

Gracias a esas cenizas y a los minerales que contienen, tal el caso de los zircones que se comportan como verdaderos relojes atómicos, se puede saber con bastante precisión la edad de los horizontes con boratos y demás sales evaporíticas, así como también el tiempo de las erupciones de aquellos volcanes. Ello ocurría unos 5 a 7 millones de años atrás en el periodo Mioceno superior. En esa época se formaron los yacimientos de bórax de Tincalayu (el cual yace en una península del salar del Hombre Muerto), de hidroboracita y colemanita de la sierra de Sijes (en el interior de la depresión de Pastos Grandes), y de bórax de Loma Blanca (cerca de Coranzulí, Jujuy).

Todos ellos constituyen hoy capas de «boratos de cerro» o «boratos fósiles», ya que yacen en rocas sedimentarias viejas que están rotas, elevadas y deformadas.

Una consecuencia del acortamiento andino hizo que los viejos salares se comprimieran y estrecharan formándose otros en las nuevas fosas tectónicas. Los minerales de boro más importantes que aparecen en esas capas y que tienen valor económico son bórax, hidroboracita, colemanita, ulexita e inyoita. El bórax o tincal, es un borato de sodio con diez moléculas de agua. Se encuentra en mantos gruesos en mina Tincalayu y en mina Loma Blanca.

En Tincalayu se presenta en capas macizas, vítreas y transparentes cuando está fresco, ya que al quedar expuesto al aire atmosférico pierde cinco moléculas de agua y se transforma en tincalconita. Bórax está acompañado por kernita y otras 15 especies de boratos, entre las que se destacan algunas nuevas para la ciencia como ezcurrita, ameghinita, rivadavita y aristarainita. También se encontraron boratos de origen ruso como inderita y kurnakovita. La mina Tincalayu se explota en forma continua desde la década de 1950.

En mina Loma Blanca el bórax se presenta en cristales de unos pocos centímetros de largo crecidos en un antiguo fango volcánico verde, rico en materia orgánica y en sulfuro de arsénico. Está acompañado del borato de calcio hidratado inyoita, que también se presenta en cristales grandes; y de ulexita, un borato hidratado de calcio y sodio que ocurre en forma de nódulos o en mantos.

Un mineral nuevo para la ciencia, un boroarseniato de calcio y magnesio fue encontrado en Loma Blanca y recibió el nombre de teruggita. La mina comenzó a explotarse en la década de 1990. En el distrito minero Sijes los minerales más importantes son hidroboracita y colemanita que se presentan formando capas o mantos dentro de una espesa secuencia sedimentaria. Hidroboracita es un borato hidratado de calcio y magnesio cuya ocurrencia es en mantos o estratos continuos, macizos, blanquecinos amarillentos, que alcanzan desde unos pocos centímetros hasta 2 m de espesor.

Hidroboracita se presenta en la parte inferior y superior de la Formación Sijes, en los miembros Monte Amarillo y Esperanza. Colemanita, un borato de calcio hidratado, también se presenta en forma de mantos o estratos, es abundante en la parte media de la formación y aparece profusamente acompañada por inyoita.

Ulexita en cambio es un mineral ubicuo y se encuentra distribuido a lo largo y ancho de la formación sedimentaria.
Si bien se han encontrado en la serranía de Sijes otras especies de boratos raros e incluso nuevos para la ciencia, los cuatro minerales dominantes son hidroboracita, colemanita, inyoita y ulexita. No hay allí presencia de bórax o tincal.
El distrito boratífero se conoce desde hace más de un siglo y se mencionan explotaciones puntuales de ulexita desde fines del siglo XIX. Los salares actuales se encuentran alineados mayormente en sentido meridiano, ocupando el interior de las nuevas fosas tectónicas generadas en los últimos movimientos andinos.
Son un pálido reflejo de los salares que hubo hacia finales del Mioceno, unos 7 millones de años atrás. El relleno evaporítico en el centro de las cuencas modernas está formado mayormente por sal gema (halita), seguido por yeso, boratos, travertinos, sulfato de sodio (mirabilita) y en menor medida carbonato de sodio. Los volúmenes de halita representan miles de millones de toneladas en salares cristalinos o maduros como Arizaro, Hombre Muerto y Rincón. En los salares se ha encontrado principalmente ulexita y en menor medida bórax.

Nuestros salares

Los mejores cristales de bórax provienen de la vieja mina Inundada en el salar de Cauchari. Pero el borato por antonomasia es ulexita o boronatrocalcita, llamado “borato común”. Los mineros distinguen dos presentaciones principales: en nódulos o “papas” y en mantos o “barra”.
En Estados Unidos les llaman “cotton ball”, o sea bolas de algodón. La ulexita yace principalmente cerca de los bordes de los salares y en la mayoría de los casos está en la superficie o a solo algunos decímetros de profundidad. Los salares más abundantes en ulexita son los de Hombre Muerto, Diablillos, Ratones, Centenario, Pastos Grandes, Pozuelos, Cauchari, Olaroz, Salinas Grandes y Guayatayoc. A su vez son también los salares más ricos en salmueras de litio. La ulexita de salar se explota desde la década de 1870 y se utiliza mayormente para la fabricación de ácido bórico. En los últimos años se comenzó a producir con ulexita numerosos productos para el agro en forma de micronutrientes. Los boratos se han explotado de manera continua desde hace 150 años y esto constituye una de las actividades mineras más longevas de la Puna argentina.

Fuente: El Tribuno

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