Cuando ocurren eventos extremos, la solidaridad y el sentido común suelen brotar naturalmente. Así es frente a un gran terremoto que en nuestro país hemos padecido, o durante las grandes inundaciones a las que hoy somos transportados en tiempo real por las cámaras de televisión, siempre los argentinos estamos dispuestos a dar una mano. Desde las Instituciones de la democracia y las acciones coordinadas por organizaciones no gubernamentales que cuentan con el invalorable auxilio de los medios de comunicación en estos casos.
Sin embargo, frente a estos hechos distintivos y valorables, emergen también las peores miserias de los seres humanos. Es por eso que durante grandes terremotos hubo que establecer la ley marcial contra los chacales que en medio del dolor por pérdidas de todo tipo, sobrevuelan tratando de sacar partido de bienes valiosos que quedan expuestos a la intemperie. O cuando el agua inunda las viviendas, cocinas, heladeras, televisores, equipos de música, computadoras, muebles, tratan de ser salvados poniéndolos sobre el techo. Los vecinos se turnan para custodiar sus pertenencias, de otro modo como relatan, la escoria social se los apropiaría.
Acabamos de ver una devastación de proporciones de la mano de incendios forestales producidos en los paisajes andinos de Río Negro y Chubut, presumiblemente provocados intencionalmente por los extremistas de siempre. La Justicia debe actuar rápidamente en identificar y castigar a los culpables. La sociedad debería ser capaz de identificar a los compañeros de ruta de estos vándalos, y a quienes los usan de una manera pueril buscando réditos políticos. La actuación democrática no debe pactar con el delito, pues también se convierte en ilegal e ilegítima.
El Presidente de la Nación llegaba a Chubut para informar sobre la ayuda que los argentinos disponíamos frente a la tragedia económica, ecológica y pérdidas personales. Sin embargo un grupo violento y con prejuicios explícitos, abortó lo que debía ser una jornada de trabajos con los jefes comunales de los pueblos afectados, sobre información pública respecto a las primeras medidas de apoyo y mitigación para las víctimas del desastre. Nada de eso ocurrió. También estos hechos donde se rechaza el diálogo, no se respetan representaciones y se actúa con violencia, deberían mostrar a fiscales y jueces prestos para actuar como con los incendios.
Los chacales en este caso no tienen las características de los que aparecen durante inundaciones o terremotos, son de otro linaje. Se expresan en las redes sociales, imputando los más atrevidos la responsabilidad del inicio de los incendios a la Industria Minera. Otros con similar alucinación postean diciendo que el fuego es necesario para despejar suelos y hacer “cateos ópticos”.
Pero volvamos a lo central. Porque queremos seguir viviendo en Democracia es que repudiamos la agresión efectuada contra el Presidente de la Nación y su comitiva. Nos permitimos señalar también el peligroso juego en que entró la política chubutense, una especie de vale todo, donde el discurso irracional, falaz y anti consensual, se convierte en caldo de cultivo para diferentes formas de extremismo.
Igualmente es central conseguir Inversiones para arraigar emprendimientos productivos. Basta de magia, las Inversiones requieren seriedad y unión de los dirigentes ya que, de aterrizar en nuestro territorio, lo hacen por un largo tiempo que trasciende coyunturas políticas. Las Inversiones son las que traerán el trabajo que necesitamos frente a los índices de pobreza más significativos de nuestra historia. Son las Inversiones las que le otorgan a los Estados la posibilidad de obtener recursos para arcas cada vez más flacas y que se necesitan para pagar salarios públicos y prestar servicios esenciales de Salud, Educación y Justicia entre los más importantes.
Posiblemente sean muchas las actividades que necesitan un mejor clima político y de condiciones que se requieren para desarrollarse en el país. Nosotros, los profesionales formados en las universidades argentinas reafirmamos frente a una violencia ejercida por personas incapaces de dialogar, nuestra voluntad permanente de explicar a los decisores, políticos y legisladores, como se lleva adelante nuestra actividad en el país y en el mundo.
La Industria Minera puede desarrollar la Meseta de Chubut y convertir un territorio abandonado, en fuente de trabajo para miles de provincianos. Reimpulsar actividades que languidecen irremediablemente. Llevar modernidad con calidad en la educación de niños y adolescentes, en la salud de todos, allí donde hoy sólo existen servicios malogrados.
La Minería a la que no ha renunciado ningún país desarrollado del planeta, puede traer esas indispensables inversiones. Sólo con Inversiones se podrán revertir tantas historias de dolorosos desarraigos, ocupar y potenciar un vasto territorio que hoy exhibe una densidad poblacional menor a un habitante por kilómetro cuadrado. También para generarle ingresos a un Estado provincial maltrecho, sin posibilidades de brindar mejores servicios, ni impulsar otras actividades.
Ing. Francisco Almenzar, presidente de CADIM