El auto eléctrico tucumano

Avenida Aconquija 2044, Yerba Buena. ¿2044? Sí, ahí mismo. La cita es en ese sitio poblado por los fantasmas de los 90, pero donde antes había una barra de madera donde se acodaban los veinteañeros, ahora hay escritorios, computadoras y dibujos, dibujos por todos lados. También hay un karting diseccionado que el equipo de diseñadores e ingenieros utiliza para compender el mundo interior de un vehículo. De la vieja discoteca que hoy lloran los cuarentones, saldrá Waybo, un auto eléctrico íntegramente diseñado y tal vez construído en Tucumán.

Detrás de este delirio futurista está Viveo, una empresa que nació en Australia y que tiene su primera cría en Tucumán. En realidad, delirante sería pensar que el futuro llegará sólo, sin arriarlo desde el presente.

“Cuando estábamos armando la empresa en Tucumán, Chris, en una charla de café, me tiró la idea de que teníamos que hacer un auto eléctrico. Yo me quedé mirándolo, no sabía si hablaba en serio, pero insistió y aquí estamos”, describe Daniel Santos sobre la génesis del proyecto Waybo.

Daniel (29 años) es el socio local y Chris Clarke es el fundador de Viveo Group en Australia. El primero es administrador de empresas; y el segundo, un farmacéutico seducido por la tecnología, casado con la tucumana Mariela Astorga, psicóloga que abandonó los pasillos del Obarrio y el consultorio clínico para convertirse en directora creativa de Vimeo. El equipo local se completa con Pablo Magro, responsable del área comercial y marketing, y con 15 empleados entre ingenieros en sistemas y electrónicos y diseñadores industriales y gráficos.

¿Por qué Argentina, por qué Tucumán? Chris aporta su mirad extranjera: admira la cintura de los compatriotas para dar soluciones creativas a problemas complejos, un gen que fue mutando a fuerza de crisis permanentes. “No es fácil la vida en Tucumán -admite en su spanglish el australiano-, pero es una provincia que produce dos tipos de personas: algunos que no tienen la más mínima voluntad de trabajo, con los que es imposible hacer nada y son muy tercos; y otros con tenacidad y perseverancia sorprendentes”, distingue.

Las trenzas de los ADN australiano y argentino se cruzan en Aconquija 2044. Debajo de una bola de espejos, pieza testigo del boliche devenido taller-oficina, el “team” explica el origen del nombre de su proyecto de bandera. “Way es el camino; y Bo… por la forma de huevo, pero también por los ‘huevos’ que hay que poner para encarar un desarrollo así acá”, finaliza Santos.

 

 

Contexto Tucumán

 

 

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