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Minero sanjuanino, ¿quién mueve?

Por Sebastián Saharrea. Sergio Uñac busca agilizar el banco de suplentes: pidió más hechos, menos palabras y que empiecen de a uno. La pelota está ahora en el campo privado. El futuro llegó: ¿quién da el primer paso? Mauro Viale tenía ese latiguillo que los de más de 40 recordarán  en los tiempos de la prehistoria del Fútbol para Todos, cuando se llamaba Fútbol de Primera y transmitía diferido partido principal y goles de la fecha. ¿Quién mueve?, preguntaba desde la cabina. Y en el campo de juego, respondía –edición mediante- el centrodelantero de turno. «Muevo yo, Mauro”, le decía, pongamos, el Coya Gutiérez.

Resulta útil la metáfora futbolera para trasladarse al ambiente empresario instalado a sus anchas en los salones de la última feria minera. Con el siguiente mapa: un sector cascoteado por los vaivenes de las últimas décadas pero atraído por las incipientes oportunidades que sólo una pizca de audacia podrá ir dejando aparecer.

Se conoce de sobra que en el entramado minero no es precisamente la audacia lo que abunda, más bien genera urticaria. Ocurre también que desde un tiempo a esta parte parece haber quedado excesivamente fatigada la línea de las quejas y los reclamos al sector público, y lo que aparece imperioso ahora es que alguien mueva la pelota con ganas. Dejar ese palabrerío inerte que inmoviliza para buscar el terreno de las realizaciones que entusiasmen y cambien el signo de la época.

Es lo que les pidió con claridad el gobernador Sergio Uñac al selecto auditorio que los escuchaba. Que para seguir manteniendo viva la mecha de la expectativa, hace falta que se comience a trabajar en los ladrillos. No se lo dijo verbalmente pero les dejó claro el ánimo oficial: que los tiempos ya cambiaron, que las medidas gruesas por las que tanto militaron las centrales mineras –retenciones, liquidación de divisas, mejoras competitivas- ya se tomaron o están en vías de solución, y que ahora hace falta una correspondencia desde los inversores pasando de los papeles a los hechos. Fue modesto incluso en materia de expectativa: les dijo que para arrancar, bien sirve que sea uno sólo y no en catarata.

Se agrega desde aquí: es la única manera en que no se los coma el león, entendiéndose como tal a las fieras ansiosas que buscan algún bocado desde la metrópoli para apagar su apetito por devorarse a un fenómeno que no conocen como la minería, y al que tienen a punto caramelo por los desastres que acumula.

Por H o por B, la minería se ha ido quedando sin banco de suplentes en los últimos tiempos. Motivos razonables e intereses pecaminosos confluyen para este cóctel, que resulta multicausal y se agrandó como un fantasma en su línea de flotación. Luego de la aparición de los grandes proyectos, no ha terminado de surgir alguno que lo reemplace como locomotora de un proceso de consolidación.

Esos proyectos se están agotando. A Veladero, por citar el caso de San Juan, le estarían quedando unos 5 años buenos en el mejor de los casos, aunque hay fuentes que le bajan aún más el alcance teniendo en cuenta la sobreexplotación de la mina de los últimos años. En su reemplazo, la misma empresa redobló la apuesta con Pascua-Lama, pero esa planilla de cálculo se incendió hace unos años con el increíblemente amateur manejo ambiental, cuando ya había unos U$S 7.000 millones enterrados en ese lejano paraje del Valle del Cura sanjuanino.

Esos gruesos errores privados, sumados a otros incidentes que fueron comiendo la licencia social como el grosero accidente de cianuro en la mina y la al menos extraña reacción de la empresa, fueron armado un cóctel que ahora hace falta desactivar. Se sumaron también contribuciones del sector público, tanto provincial en el sentido de hacer la plancha y confiar en extremo en esa regulación privada de las oportunidades y el timming, como en el nacional que fijó medidas extremas para la actividad que pusieron los costos nacionales por los techos del mercado mundial. Encima, se sumó la depresión del precio de los metales, especialmente el oro, lo que le dio al tablero su condición de tormenta perfecta.

Lo que les dijo Uñac a su dilecto auditorio fue que ese microclima de malaria se terminó. A partir de este momento, la manera de dejar atrás ese pasado plagado de tropezones es con realizaciones visibles. Copió de ese modo su propia reacción ante el caso del túnel por Agua Negra, donde inmediatamente gestionó y obtuvo un préstamo del BID para financiar lo que tan generosamente se había desarrollado en proyecto, proyección política y generación de expectativa. Pero faltaba el dinero, ni más ni menos.

En este casillero minero tuvo idéntico modo de plantearse un nuevo despegue. Requiere, eso sí, que ese espacio de resoluciones privadas que aún sigue desconfiando del sector público y del alcance de sus medidas, se ponga en acción de una vez por todas. Y de uno en fondo, como requirió el mandatario como prueba de confianza.

El valor del oro ya rebotó, aún sin alcanzar valores que entusiasmen pero al menos encontrando un piso. Las medidas públicas para viabilizar el negocio minero ya fueron emprendidas, a nivel nacional y provincial. La búsqueda de la licencia social perdida será cuestión de mucho tiempo de buena letra. Ahora es el turno de salir a la cancha para el empresariado.

Hay al menos dos proyectos perfilados como para convertirse en el centrodelantero que mueva la pelota: Pachón y Los Azules. La expectativa del gobierno provincial es que lo hagan rápido para neutralizar el camino descendente que significará la parábola de Veladero. Planificar el reemplazo demanda tiempo, y su ausencia podrá ser reclamada con los resultados a la vista. De eso toman nota en el gobierno local.

Pachón es la eterna promesa, muy anterior incluso a los que están por agotar lo que tenían para dar. Cuando no es la cata es la jaula, dicen en el barrio, y mucho de eso parece ser lo que ocurrió con este gigante calingastino que sólo por lógica debería estar generando riqueza en plena cordillera: está a un puñado de kilómetros de Pelambres, una de las mayores minas de cobre del mundo con la que incluso rivalizó en tribunales (y rivaliza) por la disposición de desechos de roca y cubiertas en desuso: si hay mineral de un lado de la montaña, ¿qué habrá del otro?

Pero nunca consiguió que se le alinearan los astros, como ocurrió con otros proyectos. Hace pocos años fue protagonista de un pasamanos a escala mundial en el negocio minero y se la quedó el gigante Glencore, que inicialmente no pareció no darle demasiada jerarquía en sus prioridades.

Ahora, aparece en la pole position, encima con la expectativa de que alguien haga la punta de lanza, como requirió Uñac al sector en general. Un espacio empresario que acumuló carácter quejoso por sobredosis y que ahora se encuentra en un camino de sendas bifurcadas: o mantiene su inconformismo de manera inmóvil, en lo que puede significar su propio sepulcro a nivel nacional, o abre la expectativa con un gesto que les sirva a todos.  Hasta el próximo capítulo.

 

Tiempo de San Juan

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