El oro pierde el ritmo con el que inició 2017

 

 

El ascenso del precio del oro que se venía dando desde mediados de diciembre ha encontrado una fuerte resistencia en marzo.

La onza del metal precioso tocó un piso de $1,127.80 el 15 de diciembre del año pasado y se encontró con un máximo de $1,257.4 el 27 de febrero, un aumento del 11.49 % en ese periodo según la cotización del Commodity Exchange de Nueva York (Comex).

Desde entonces, el valor de este mineral ha perdido impulso y llegó a cotizarse levemente por debajo de los $1,200.

El pasado 16 de marzo, cerró en $1,226.50. Adrian Ash, analista jefe de Bullion Vault, una plataforma de compraventa de oro con sede en Londres, explica a El Economista que el declive del oro se debe a que los inversionistas institucionales están perdiendo el apetito por este metal.

“Los gestores de capital en Occidente han estado recortando sus posiciones y los grandes ETF de oro siguen registrando liquidaciones. Los inversores deberían estar atentos a lo que pasa con otros tipos de activos para calibrar el nivel de interés por parte de los grandes”, dijo.

Cifras del World Gold Council (WGC) dan cuenta que la demanda de oro total alcanzó las 4,308.7 toneladas en 2016, un incremento del 2 % comparado a 2015. Este empuje vino del oro que se negocia en las bolsas, ahí los inversionistas demandaron 1,561.1 toneladas de oro, una subida del 70 %.

De estas, 1,029 toneladas fueron en barras y monedas y 531.9 toneladas, en instrumentos como ETF (Exchange Traded Funds) y otros productos financieros.

El resto de sectores que componen el mercado continúan deprimidos: los bancos centrales solo compraron 383.6 toneladas, una caída del -33 % anual y su nivel más bajo desde 2010; la joyería demandó 2,041.6 toneladas, un retroceso del -15 %; y el sector de la tecnología, 322.5 toneladas, un descenso del -3 %. Ash, de Bullion Vault, identifica un soporte sobre los $1,200 por onza, por la demanda de China, India y los consumidores particulares; y una resistencia cercana a los $1,300 por onza.

“El máximo del verano pasado de $1,375 por onza marcó la tendencia bajista de cinco años que comenzó en 2011 y el máximo de $1,336 por onza, en noviembre lo volvió a hacer cuando Donald Trump ganó las elecciones.

Estos dos picos hacen que la resistencia se encuentre ahora en los $1,300 por onza”, analizó Ash.

Dado que los gestores de capital continúan al mando del mercado, la volatilidad este año vendrá dada por los datos económicos en EUA y los comentarios de la Reserva Federal.

El Economista

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