Editorial El Esquíu/ Los últimos acontecimientos políticos permiten plantear para los catamarqueños una nueva etapa en torno a uno de los temas que dividieron la opinión pública durante años: la minería.
La histórica dicotomía entre el apoyo o el rechazo a la posibilidad de usufructuar las riquezas con que la naturaleza dotó las tierras catamarqueñas parece haber quedado atrás.
Por primera vez en muchos años, quizás por primera vez en la historia, todos los sectores políticos reconocieron el desarrollo minero como una de las herramientas fundamentales para promover el crecimiento provincial y la política minera provincial es a la vez coincidente con el horizonte que propone la política minera nacional.
Si se reconoce a los dirigentes de los distintos sectores políticos como voces representativas de las diferentes posturas ciudadanas, habrá que admitir que el respaldo a la minería alcanzó ya un consenso que no llega a ser unánime, pero sí se impone como abrumadoramente mayoritario.
Los avances en la materia consumados en la gestión de la gobernadora Lucía Corpacci y el elocuente respaldo que le brindó el presidente Mauricio Macri se dejan ver como un punto de inflexión en el legendario debate.
El sí a la minería asoma ya como el único camino posible para los catamarqueños, ahora con el litio como abanderado, un mineral que no encierra la fuerza económica de metales como el oro, la plata y el cobre; pero que por la magnitud de su mercado puede abrir las puertas a una nueva realidad en el mediano plazo.
Las discusiones no se terminarán y en buena hora si contribuyen a enriquecer y fortalecer posiciones. Catamarca tiene ahora la experiencia que no tenía décadas atrás, cuando nació al comercio minero internacional.
Representaría entonces un notable avance que se asuma como propia una política que trascienda las diferencias ideológicas y partidarias, para darle continuidad histórica más allá de los vaivenes institucionales que puedan venir, como lo han hecho Canadá, Australia o -en un ejemplo más cercano- los propios chilenos.
Si Catamarca se define orgullosamente como minera, será más fácil depurar las fallas que todavía perduran en torno al aprovechamiento de este recurso.
