La Argentina y Japón: una relación con escaso intercambio comercial

 

Se cumplen 120 años de vínculo diplomático con la nación nipona; se busca afianzar el comercio, aprovechando la complementariedad de ambas economías

La Argentina representa tan solo el 3% del comercio que el país asiático genera con América Latina La Argentina representa tan solo el 3% del comercio que el país asiático genera con América Latina Crédito: Shutterstock

Este año se cumplen 120 años de la firma del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre la Argentina y el Japón . Aquel documento, rubricado en Washington en el año 1898, fundó las bases de la relación entre ambos países, siendo para nuestro país uno de los primeros acercamientos con el sudeste asiático, territorio ubicado geográfica y culturalmente en las antípodas de nuestra nación.

Por aquellos años, la Argentina ocupaba un lugar de preferencia entre las economías más importantes del planeta, mientras que el imperio de Japón se encontraba en pleno proceso de transformación, tras casi tres siglos de aislamiento de toda influencia extranjera.

Pocos años después, el desencadenamiento de la guerra ruso-japonesa y la cesión que nuestro país hizo de dos acorazados a Japón, producto de las diferentes alianzas que comenzaban a formarse y que años más tarde desatarían la Primera Guerra Mundial, fomentó una rápida instalación de representaciones diplomáticas en ambas puntas y el mantenimiento de una relación que históricamente ha perdurado en buenos términos, a excepción del período entre 1944 y 1952, cuando las relaciones entre ambos países se vieron interrumpidas como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial.

Escaso intercambio comercial

El intercambio comercial durante las primeras décadas del siglo pasado se mantuvo con cierta estabilidad dentro de los parámetros tradicionales de nuestra economía, es decir, exportando materias primas o productos con escasa elaboración, como lanas, extracto de quebracho, caseína, cueros, trigo y maíz, e importando productos con mayor grado de industrialización como tejidos de algodón, hilados de seda, productos químicos y farmacéuticos, material eléctrico y calzados. Este flujo constante que, si bien era uno de los más importantes que Japón mantenía con países de nuestra región, nunca llegó a ser relevante, teniendo en cuenta la potencialidad para ambos mercados.

La corriente migratoria de japoneses a nuestro territorio, producida en mayor medida entre 1920 y 1960, merece un trato aparte. Con una cifra cercana a las 50.000 personas, la Argentina es el tercer país de América Latina con mayor número de japoneses y descendientes, después de Brasil y Perú.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, la relación política y comercial volvió a restablecerse retomando el nivel de actividades anterior. Pese a esta correcta relación diplomática y a la transformación económica que se produjo en el Japón de posguerra, el nivel de comercio e inversiones ha sido siempre limitado, siendo la Argentina y Japón economías perfectamente complementarias en la actualidad.

Al analizar la actividad económica que nuestro país tiene con el grupo de naciones más desarrollas (G-7+China), el comercio bilateral con Japón durante 2017 ha sido uno de los más bajos, siendo Japón actualmente el cuarto país con mayor volumen de comercio internacional, de acuerdo con las estadísticas más recientes del Banco Mundial.

Incluso si se analiza el comercio internacional de Japón en un plano regional, se constata el escaso nivel de operaciones entre ambas naciones también a esta escala, evidenciando que la Argentina representa tan solo el 3% del comercio que el país asiático genera con América Latina, muy por detrás de México y Brasil, e incluso de Chile y Perú.

Economías complementarias

En la mayoría de los aspectos en los que se puede evaluar la actualidad socioeconómica del país y Japón se puede evidenciar la complementariedad de sus economías. Japón está en la cima de casi todos los indicadores relacionados al desempeño económico y social, mientras que nuestro país se vuelve competitivo sobre todo en el desarrollo de materias primas y recursos agropecuarios.

Esta situación sin duda debería simplificar la concreción de alianzas para aumentar el volumen del comercio bilateral y la inversión para la explotación de recursos.

Ejemplos concretos donde la Argentina podría rápidamente aumentar el comercio con Japón son los agronegocios más tradicionales, como maíz, soja, harina de soja y trigo, donde nuestro país se ubica como uno de los principales exponentes de exportación y Japón como uno de los mercados más demandantes, adquiriéndolos principalmente a Estados Unidos, Canadá, Brasil y China.

Otros mercados que podrían elevar la balanza comercial son la pesca, siendo la Argentina uno de los 10 principales exportadores de pescados y mariscos, alcanzando en 2016 más de US$1000 millones en exportación de estos últimos, mientras que Japón importó en el mismo período más de US$2400 millones, convirtiéndose en el segundo importador mundial.

La industria vitivinícola también podría verse beneficiada de un aumento en el intercambio bilateral con Japón, y prueba de ello es el mercado chileno, que actualmente es uno de los tres principales exportadores de vino hacia Japón, mercado que reportó US$1500 millones en importaciones durante 2016.

Profundización de la relación e inversiones

Recientemente, en el marco del cierre del G-20 realizado en Buenos Aires, el presidente Mauricio Macri y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, se reunieron para celebrar a su vez los 120 años de relación diplomática, firmando un Acuerdo Conjunto para la Promoción y la Protección de Inversiones, elevando así la relación a la de «socios estratégicos».

En lo que se refiere a inversiones en nuestro país, firmas japonesas planean invertir entre US$6000 y US$9000 millones en los próximos tres años, especialmente en energía, minería, infraestructura, industria y agronegocios, cifra muy superior a los números actuales que indican una inversión directa del país asiático en valores que oscilan los US$100 millones anuales, lo que representa alrededor de 30 veces menos inversión de la que recibe Brasil, de acuerdo con datos provistos por la embajada japonesa.

El autor es especialista en comercio exterior de Thomson Reuters

 

 

Por: Pablo Gopp

La Nación

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