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La minería y el desarrollo sustentable

«La Argentina, además de continuar con el exitoso desarrollo de la economía de base agropecuaria y con la variada industrialización existente, necesita ampliar el aprovechamiento de sus recursos mineros en la misma forma como lo hicieron otros países de gran extensión y similar potencial geológico como Australia, Estados Unidos y Canadá».

Eddy Lavandaio

En 1987, la Comisión Mundial sobre Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas produjo el informe «Nuestro futuro Común», también conocido como «informe Brundtland». Dicho informe contenía esta trascendente definición …»Desarrollo sustentable es el que permite satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades».

Es de destacar que la palabra desarrollo es el sustantivo de la frase y para que cumpla con la calificación de sustentable es condición necesaria «la satisfacción de las necesidades del presente» y por si eso fuera poco, no debe «comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas».

Y aquí nos preguntamos… ¿Qué significa «satisfacer las necesidades»? El aire, el agua y la comida son las ancestrales pero la evolución social y económica de la sociedad hizo que cada familia sume otras necesidades que hoy consideramos básicas como la vivienda, la salud, la educación y la seguridad.

Esa definición sigue vigente y ha sido ratificada por los foros mas importantes organizados por las Naciones Unidas, como la Conferencia sobre el Desarrollo Sustentable, conocida como «Río + 20» (Río de Janeiro, 2012), en la que todos los países participantes estuvieron de acuerdo en señalar a la pobreza como el principal problema del mundo y establecer como objetivo prioritario su erradicación mediante el desarrollo sustentable de los pueblos.

En el año 2015, los líderes mundiales adoptaron un conjunto de 17 objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible (ONU, 25/09/2015). Cada objetivo tiene metas específicas que deben alcanzarse para el 2030 y vale la pena destacar que los dos primeros objetivos son «Fin de la pobreza» y «Hambre cero».

Esos objetivos, además de ser los primeros, tienen mucho que ver con los problemas a resolver en nuestro país donde la pobreza y el hambre, enmascarada tras comedores comunitarios y otras formas de solidaridad, son dos lamentables expresiones de necesidades básicas insatisfechas.

Cada familia necesita tener un ingreso o un sueldo digno, con el que pueda pagar lo que cuesta vivir y realizarse en la sociedad actual, y la producción, en cualquiera de sus formas y con el cuidado ambiental que corresponde, es la creadora de riqueza capaz de generar ingresos para pagar sueldos y servicios, y mantener al gobierno con impuestos. A su vez, el gobierno debe generar un clima favorable para promover la inversión en nuevas fuentes de producción y trabajo para satisfacer las necesidades resultantes del incremento demográfico.

Así, el efecto multiplicador de la economía trae nuevas oportunidades para todos, tanto para los desocupados y los jóvenes que se asoman al mundo laboral como para los que ya tienen un empleo y quieren conseguir uno mejor, y hasta para los emprendedores que se introducen en el mundo de las pymes.

La Argentina, además de continuar con el exitoso desarrollo de la economía de base agropecuaria y con la variada industrialización existente, necesita ampliar el aprovechamiento de sus recursos mineros en la misma forma como lo hicieron otros países de gran extensión y similar potencial geológico como Australia, Estados Unidos y Canadá.

Contamos con una legislación minera actualizada y adecuada en los aspectos jurídicos, económicos, sociales y ambientales, con autoridades de aplicación específicas, para llevar a cabo un desarrollo minero que puede sumar mucho al desarrollo sustentable del país. Así quedó demostrado en las últimas tres décadas a través de las actividades emprendidas en el marco de la Ley de inversiones mineras, con inversiones de 25.000 millones de dólares, desarrollo de cientos de pymes de proveedores y cerca de cien mil nuevos empleos entre directos e indirectos, produciendo y exportando con un superávit anual favorable de casi 2.000 millones de dólares promedio.

Lamentablemente, se produjeron algunos inconvenientes que restaron competitividad y atractivo a las condiciones ofrecidas por el país a las inversiones extranjeras (cambios políticos de corto plazo, inflación, cepo cambiario, nuevos gravámenes, ley de glaciares, etc.) aunque todos esos aspectos se pueden mejorar con un adecuado plan de desarrollo.

Aún así, hay otro problema, tal vez más difícil de resolver. Varias provincias, entre las que se encuentra Mendoza, hicieron lugar a temores ambientales infundados y manifestaciones callejeras inducidas por corporaciones que pugnan por mantener la pobreza como mano de obra barata, y pusieron trabas, inconvenientes y prohibiciones que, además de desalentar por completo la inversión minera, no contribuyeron para nada a la creación de nuevos empleos para sus propios pobres, desocupados y emigrantes.

Tanto los gobernantes como todos los cuadros políticos deberían pensar seriamente si conviene seguir cerrando las puertas a la minería o sumarla creando nuevas fuentes de producción y trabajo para beneficio de todos los pobladores y sus familias.

EL AUTOR. Eddy Lavandaio. Geólogo, Matrícula COPIG 2774A. Miembro de la Asociación Geológica de Mendoza.

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