Julián Hernández es un viejo y caracterizado vecino de Trelew, que sin ser técnico en la materia, posiblemente sea uno de los hombres que más sabe de las riquezas mineras existentes en la Patagonia, especialmente en nuestra provincia.
Una vocación heredada de su padre, que ya hace más de setenta años recorría las polvorientas huellas de entonces en una apasionada y solitaria búsqueda de esos recursos, cuya explotación en estos momentos ha cobrado singular vigencia. Y puede decirse que en proporciones similares ha dividido a quienes se oponen a esa explotación y a los que están a favor. Los primeros por temor a la contaminación del ambiente, y los segundos, porque consideran que es un disparate que se esté sentado sobre semejante riqueza y la pobreza haya llegado al extremo de ver cotidianamente a familias enteras buscando alimentos en los basurales.
Por supuesto, Hernández está convencido de que pueden explotarse sin la producción de efectos contaminantes si se lo hace con estricta observancia de métodos contrarios a los que tradicionalmente se han venido aplicando, que en algunos casos ha generado el temor que actualmente impera en ciertos sectores.
Propone que con el fin de evitar todo tipo de contaminación, que en las zonas de explotación se debe autorizar solamente la separación de los estériles con respecto al conjunto de minerales existentes, prohibiéndose la separación de los concentrados de minerales en la zona de explotación. Los mismos podrían ser llevados a una zona a elegir, que bien podría ser «Bajo de los Huesos», entre Trelew y Rawson, donde deben producir su separación. Considera que en ese lugar deben concentrarse todas las obras necesarias para evitar esa temida contaminación y tener el contralor sobre los minerales extraídos y, consecuentemente, sobre las regalías a cobrar. Y por donde pasaría el proyectado ferrocarril internacional que uniría San Antonio Oeste, Comodoro Rivadavia y Chacabuco, República de Chile.
El Chubut
