Angela Merkel colocó en la producción de autos eléctricos la ratificación de su país como primer exportador industrial.
El gobierno alemán inauguró esta semana un programa de subsidios para la venta de vehículos eléctricos por 1.200 millones de euros, que implica la entrega de 4.000 euros a cada comprador, que se reduce a 3.000 euros para las unidades híbridas. El costo de la operación se divide por mitades entre la República Federal (RFA) y la industria automotriz.
El objetivo del gobierno de Angela Merkel es asegurar que la actividad automotriz alemana –primera del mundo– consolide su liderazgo en la producción de automotores eléctricos y garantice que la nueva generación de baterías construidas con litio se manufacturen en el país, para encabezar la nueva revolución industrial. Berlín presume que en 10 o 20 años se modificará en sus raíces el negocio automotor mundial, de 74,39 millones de unidadesvendidas en 2015, que llegarían a 100 millones en 2020.
China es la clave del mercado automotor global. En 2015 se vendieron 19,7 millones de automotores, tras duplicarse la venta de vehículos de pasajeros en los últimos 7 años. Su parque automotor asciende a 250 millones de unidades, la cuarta parte del norteamericano. El gobierno alemán prevé que el 75% de los autos del mundo serán eléctricos o híbridos en 20 años. Es la mayor revolución desde el motor de combustión interna creado por Henry Ford en los años 20.
Merkel colocó en la industria automotriz, y en la producción de automóviles eléctricos la tarea de ratificar la condición de Alemania como la primera exportadora manufacturera mundial, en especial en bienes de alta tecnología. OCDE estima que las ventas externas de la RFA subirán 80% en los próximos 10 años, y que el PBI industrial crecerá 18 puntos en ese período.
El resultado es que el superávit de cuenta corriente de Alemania (8% del PBI), el mayor del mundo con relación a la población y al producto, aumentaría 30% en la próxima década (US$325.000 millones o 246.000 millones de euros).
La RFA es el país más industrializado del mundo y cabeza de la nueva revolución industrial (Industrie 4.0). Lo propio de la industria manufacturera desde que surgió en la primera Revolución Industrial (1780-1840) es que está unida por lazos internos al resto de los sectores productivos. Por eso, en ella el alza de la productividad no depende de la fuerza de trabajo, sino que abarca a todos los factores de la producción.
China produjo 330.000 vehículos eléctricos en 2015 –4 veces más que en 2014– y colocaría 500.000 unidades por año en 2020. Puso el énfasis en el desarrollo de gigantescas flotas de transporte público urbano, que cubrirían 50% del total de las ventas en 4 años.
Beijing aspira a vender 3 millones de unidades eléctricas por año en 2025 (+300%); y para eso, eliminó los subsidios a la producción y destina todos sus recursos a las compañías que ofrezcan nuevas tecnologías y alcancen o superen sus objetivos de ventas.
Los costos de los vehículos híbridos chinos serán competitivos con los de combustión interna a partir de 2017, y los eléctricos alcanzarán ese nivel 3 años después.
La clave estratégica de los vehículos eléctricos es la batería alimentada con litio, cuyo costo cayó 14% por año entre 2007 y 2015. Significa que el nivel de competitividad se alcanzaría cuando las baterías cuesten US$150/kw.
El litio es el insumo crucial de la nueva revolución automotriz. Por eso su precio aumentó 253% el año pasado, y se ha elevado 90% el valor de mercado de las compañías que lo producen. Es un metal que se encuentra concentrado casi 100% en 6 países: Argentina, Bolivia, Chile, Australia, China y EE.UU. El cruce de Alemania y China constituye el vector decisivo de la revolución eléctrica mundial.
Clarín