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Chubut tiene un “gran potencial” para producir energías sustentables

 

En el marco de las “Jornadas de Energía, Materiales y Sustentabilidad” llevadas a cabo en la sede local de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), el Diario dialogó con dos de los disertantes de la “Fundación Naturaleza para el Futuro” (FUNAFU), Fernando Amar y Luis Castelli, quienes analizaron el potencial de la Provincia para la proliferación de proyectos basados en energías sustentables.

El encuentro reunió a diversos actores de la sociedad, tanto del ámbito público como también del privado, entre ellos funcionarios de la cartera provincial de Ambiente, representantes de la Cámara Industrial de Puerto Madryn (CIMA) y distintos especialistas en temáticas relacionadas a los ejes de discusión, por ejemplo lo referido a materiales sustentables, la experiencia de empresas locales en la reducción de emisiones dentro de los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), energía hidrocinética, bioremediación y viviendas sustentables, entre otros.

Amar sostuvo que la provincia del Chubut posee un “potencial interesante en lo que refiere a la energía eólica, hidrocinética y distintos tipos de energías renovables”, mientras que Luis Castelli adelantó uno de los proyectos de FUNAFU, que consiste en medir la huella de carbono de empresas y particulares para determinar planes de compensación, en el marco de las acciones llevadas en conjunto para morigerar los efectos del cambio climático.

Aprovechamiento del potencial natural

Por su parte, Amar se refirió a la temática discutida durante el encuentro y precisó que “lo interesante es que se conversó en términos de integración de las empresas con la Universidad, el Gobierno Provincial y la participación de otros actores y partes interesadas, también, además de que la temática fue variada y de distintos matices, siempre hablando de sustentabilidad”.

Sobre dicho eje, a partir del cual los asistentes buscaron puntos de convergencia para aunar criterios y establecer una política de trabajo conjunto en materia de desarrollo, el especialista relató que “de lo que nosotros presentamos, que tiene que ver con energías renovables e investigación del cambio climático, lo que interpretamos es que el Chubut, por antecedentes previos a la nueva Ley que de algún modo está disparando este nuevo proceso de fomento de energías renovables, ya tiene proyectos en ejecución, por un lado, a la vez que quien impulsó la ley es una persona de la Provincia, es decir que tiene todos los ingredientes para determinar un potencial importante en lo que refiere a la energía eólica, hidrocinética y distintos tipos de energías renovables”.

En este punto, opinó que “quizás llegó el momento de analizar más de cerca cómo aprovechar este potencial, de la mano del Gobierno, por un lado, con su aporte en términos de favorecer el marco nacional y dejarlo fluir a nivel provincial, obviamente con las mejores prácticas” y destacó, como una de los soportes indispensables del plan de acción a “la Universidad, formando aquellos profesionales que el día de mañana también podrán trabajar en este sector”, agregando que “del lado de las empresas, está todo lo que tiene que ver con la demanda, en garantizarse este suministro energético”.

Fines de 2017: estipulan un 8% de energías renovables

Por otra parte, Amar, que integra el Observatorio de Cambio Climático de FUNAFU, analizó el panorama de la Provincia con respecto a la posibilidad de producir energías renovables y entendió que “una de las grandes barreras que hubo en el pasado tiene que ver con el tema financiero, por ejemplo, la inversión, y creemos que ahora dicha barrera esté derribada”.

Sobre esta línea, añadió que “está el hecho de que, por un lado, el precio de la tecnología hace tres o cuatro años era mucho más alto, y ahora inclusive, tenemos el beneficio de que estas tecnologías han sido probadas a nivel internacional y nos toca en un momento donde los precios para el acceso de las mismas bajó, de modo que se están dando una serie de condiciones que podrían ayudar a que esto se concrete”.

El especialista planteó, además, que “fundamentalmente, la Ley está planteando metas concretas para que la demanda (de energía) en cuestión se absorba en el mercado nacional y se tenga que cumplir, ya hay un sistema definido para que esto se pueda llevar adelante; y el objetivo más importante es poder llegar a cumplir las metas en las fechas de vencimiento estipuladas, en el marco de que el proceso vaya hacia delante”, en relación a las leyes 26.190 y 27.191, relacionadas a las energías renovable y la reglamentación de los beneficios fiscales impositivos, que prevén una meta del 8 por ciento de energías renovables para finales del próximo año.

En dicho contexto, Amar precisó que “la idea es llegar a un 8 por ciento de generación de energías renovables para el 31 de diciembre de 2017, y al 2025 hay que llegar al 20 por ciento, algo gradual”.

Cambio climático y responsabilidad empresaria

El representante de FUNAFU sostuvo que “actualmente, lo que se está lanzando al mercado son proyectos que ya venían siendo trabajados, analizados y que de algún modo estaban predefinidos, y el desafío a partir de ahora es seguir buscando nuevos proyectos”, destacando que “en ese sentido, la provincia del Chubut tiene un potencial interesante para poder explorar y me parece que, articulando los distintos actores en su rol, esto puede ser algo lograble, tal vez no necesariamente en las nuevas fechas que estipula la ley, pero ya estamos pensando en que haya, también, una proactividad hacia un cumplimiento voluntario, más allá de ese 20 por ciento para el año 2025, porque si los proyectos se pueden dar y están el marco legal y los beneficios, entre otras cosas, quizás hasta podamos hablar de un mayor compromiso por parte de las empresas, para de alguna manera mostrar su compromiso en términos de mitigación del cambio climático”.

Trabajo en equipo

Como conclusión de la jornada en la que se presentó el grupo de investigación que buscará articular los distintos aspectos de lo referido a la energía renovable para un abordaje efectivo de la temática, Fernando Amar manifestó que “identificamos mucha sinergia entre lo que se está trabajando en el grupo, nos interesa trabajar también con un sector que tendrá que cumplir con la nueva normativa y que hoy por hoy no tiene la experiencia y los conocimientos como para poder entrar en este nuevo mundo de las (energías) renovables, y ver de qué manera podemos coordinar esfuerzos para poder llevar esto adelante”, concluyendo que “el próximo paso sería ponerse en contacto, comenzar a intercambiar ideas de proyectos y cosas que se pueden llegar a hacer, además de las que ya se están haciendo”.

Proyectos para medir huellas de carbono

Por su parte, el director ejecutivo de la Fundación Naturaleza para el Futuro, Luis Castelli, resaltó que “hemos desarrollado este Instituto Argentino del Cambio Climático, y dentro de los primeros pasos del mismo, que tiene pocos meses desde su creación, vamos a empezar a trabajar en la medición de huellas de carbono, de empresas y particulares, con el objetivo de primero conocer el impacto que cada uno de ellos tiene (sobre el medio ambiente) y, después, teniendo la oportunidad de ofrecerle proyectos de compensación en algún lugar, que no necesariamente tienen que ser proyectos nuestros sino aquellos que puedan estar haciendo otras organizaciones de la sociedad civil”.

En referencia a esto último, sostuvo que “de alguna manera, buscaremos conjugar lo que haría el Instituto Argentino del Cambio Climático en materia de investigación y medición, con lo que venía haciendo la Fundación”.

 

Cómo es el proceso de medición

 

La Huella de Carbono da cuenta de la cantidad de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) causados de manera directa o indirecta por una organización, producto o evento, a lo largo de su ciclo de vida. Dicha medición constituye el primer paso para conocer las emisiones que se generan y empezar a reducir las mismas de una manera efectiva. Sin embargo, una Huella de Carbono va más allá de la medición única del dióxido de carbono (CO2) emitido, ya que se tienen en cuenta todos los GEI que contribuyen al calentamiento global, para después convertir los resultados individuales de cada gas a emisiones de CO2 equivalente. La huella se mide en toneladas de CO2 equivalente (tCO2e) y se calcula multiplicando los datos de las actividades por factores de emisión.

 

Qué estándares se utilizan

 

A nivel internacional existen diferentes normas y protocolos para el cálculo de la huella de carbono; por ejemplo, para las Comunicaciones Nacionales de Gases de Efecto Invernadero, se utilizan las directrices y guías del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), mientras que para el cálculo de la huella de carbono a nivel de organizaciones o empresas se pueden usar los protocolos de la Organización Internacional de Estandarización (ISO) o los estándares desarrollados por el Instituto de Recursos Mundiales (WRI) en conjunto con el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD). Para el cálculo de huella de un producto, entre los estándares más conocidos están los desarrollados por la República Británica (PAS 2050), así como también los de la ISO y WRI/WBCSD.

En este sentido, el proceso de cálculo de la huella de carbono requiere de la definición de una metodología a seguir, basándose en la normativa de cálculo existente, la elección de una herramienta de cálculo en la cual se introduzcan todos los procesos y variables necesarias para el cálculo.

 

Energías que hacen girar al mundo

 

La energía sustentable (o renovable) es aquella que, a diferencia de la tradicional, que suele conllevar un alto costo, contaminante y agotable, se puede obtener de fuentes naturales prácticamente infinitas como el sol, el aire, la lluvia y el agua, cuyo movimiento da fuerza a los ríos y oleaje a los mares y océanos. Según especialistas, esta energía se puede dividir en dos grandes grupos; por un lado, la no contaminante o “limpia” y, por el otro, la “contaminante”. Entre las primeras, se destacan la energía solar, la eólica, que se obtiene a partir de la fuerza de las corrientes del viento y la hidráulica, que se obtiene con el almacenaje de la energía contenida en las corrientes de ríos y presas. También están la energía mareomotriz, que se obtiene al almacenar la energía contenida en mares y océanos, la geotérmica, que se logra aprovechando el calor de la Tierra y la undimotriz, que se logra aprovechando la fuerza con que se generan las olas.

El segundo grupo, las “energías contaminantes”, que son las realmente renovables, se obtienen a partir de la materia orgánica o “biomasa, y se pueden emplear de manera directa como combustible (madera u otra materia vegetal sólida), ya sea convertido en bioetanol o en biogás, mediante diversos procesos de fermentación orgánica o biodiésel, a través de reacciones de transesterificación (proceso de intercambiar el grupo alcoxi de un alcohol) y de los residuos urbanos.

Diario de Madryn

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