Son exactamente US$ 195.468 millones, que corresponden a los activos que se mantienen fuera del sistema financiero local, incluyendo cuentas en el exterior, cajas de seguridad, en domicilios y otras formas de atesoramiento no bancario.
Entre 2010 y 2015, en apenas 5 años, los argentinos guardaron “en el colchón”, en cajas de seguridad o enviaron al exterior U$S 51.351 millones, de acuerdo a las cifras difundidas ayer por el INDEC.
Con estos números, en diciembre del año pasado los argentinos tenían fuera del sistema financiero la friolera de US$ 195.468 millones, en su gran mayoría no declarados, además de otros US$11.400 millones en propiedades y U$S 25.543 millones de empresas, Y en el primer trimestre de este año se fugaron otros US$3.811 millones. En total, todos esos “activos externos” equivalen a más de 7 veces las reservas brutas del Banco Central.
Además, el informe del INDEC revisa la serie publicada por las anteriores autoridades del Instituto durante esos años y llega a la conclusión que los “activos externos” son unos U$S 12.000 millones mayores a los cálculos anteriores.
Justamente el nuevo blanqueo, como los innumerables anteriores, apunta a que los argentinos formalicen al menos una parte de estos “activos externos” y a que los ingresen al sistema financiero doméstico, con su impacto en la recaudación impositiva y en el circuito económico.
El Informe del INDEC dice que estadisticamente la Argentina tiene una “posición acreedora” con el resto mundo porque cuenta con más activos que pasivos. Pero como el grueso de esos activos no está en el sistema, y en su gran mayoría no están declarados, en la práctica o en la realidad es un país deudor.
Muchos especialistas atribuyen esta paradoja de la Argentina a razones “culturales”. Pero, en verdad, esa “cultura” está “alimentada” por la alta inflación y la depreciación y devaluación de la moneda, “plata dulce”, convertibilidad, insolvencias bancarias, “corralitos” y “corralones”.
A fines de 2001, los dólares fuera del sistema rondaban los US$82.000 millones. Por la crisis y el derrumbe de la convertibilidad, al año siguiente ascendieron a US$90.000 millones y a US$98.228 millones en diciembre de 2003.Y con una clara tendencia creciente a partir de 2008, con la crisis internacional que tuvo un impacto negativo en la Argentina.
A fines de 2011, para frenar el drenaje de divisas que en los dos años previos había sido récord (más de US$30.000 millones), el gobierno impuso el “cepo cambiario”, pero la fuga no aflojó porque desde entonces los dólares fuera del sistema siguieron aumentando a través de la venta oficial de “dólares-ahorro”, que luego se volcaban al circuito paralelo del “dólar-blue” y otros mecanismos («contado con liqui»), incluyendo paraísos fiscales mediante, que ahora se están ventilando en la Justicia.
El Informe del INDEC dice que durante 2015 “los activos externos del sector privado aumentaron en U$S 9.946 millones”.
Este drenaje de ahorro nacional se financió con los dólares que ingresaron por los excedentes del comercio exterior y con más deuda, mientras de declamaba el “desendeudamiento”. Es que también la deuda pública (interna y externa) pegó un fuerte salto: a fines de 2001 el endeudamiento público era de US$141.300 millones. Tras el canje de 2005 bajó a US$125.400 millones y ahora está por arriba de los US$250.000 millones, y en ascenso.
Las reservas del BCRA llegaron a sumar US$52.190 millones a fin de 2010, registrando una deuda externa bruta de US$128.618 millones. En marzo de 2016, las reservas eran de US$29.572 millones y la deuda externa, de US$163.236 millones. El balance en poco más de 5 años arroja un descenso de las reservas de US$22.000 millones y un incremento de la deuda externa de US$35.000 millones.
Clarín