La UE y el Mercosur siguen lejos de un acuerdo comercial

La semana pasada ambos grupos retomaron las tratativas, interrumpidas en 2004. Pese al cambio de gobierno en la Argentina, la crisis en Brasil no augura grandes avances.

Si el tiempo que dedicó en una reciente declaración Cecilia Malmström, comisaria europea de Comercio, a las negociaciones de la Unión Europea con el Mercosur indicara la importancia de las mismas, habría que pensar que la UE no les da mucha atención.

“Estamos muy felices de habernos reunidos nuevamente“, dijo Malmström pocos días después de que el 11 de mayo en Bruselas los grupos intercambiasen ofertas por primera vez desde 2004, con el posible fin de llegar a un tratado de libre comercio.

Malmström describió al encuentro como “un comienzo”, y habló mucho más de los otros dos tratados de libre comercio que negocia la UE: con Canadá (CETA) y con Estados Unidos (TTIP).

Los investigadores Adrián Makuc, Gabriela Duhalde y Ricardo Rozemberg, del Banco Interamericano de Desarrollo, recuerdan en un estudio reciente que “la dificultad de avanzar en la negociación existió desde el primer momento”.

Diferencias. Cuando en 1992 se firmó el Acuerdo de Cooperación de Mercosur con la UE (véase cronología), se enfrentaban dos bloques con grandes diferencias a nivel de desarrollo económico, que se mantienen hasta hoy. Además, desde el principio ambos grupos se pusieron metas muy distintas, por lo que en 2004 fracasó el hasta ahora último intercambio de ofertas.

“Fracasó porque la UE no quiso abrirse a las exportaciones agropecuarias del Mercosur y el Mercosur no quiso abrir sus compras gubernamentales”, recuerda Andrés Malamud, investigador en la Universidad de Lisboa.

“Hay sectores que se benefician – agrobusiness del Mercosur, empresas contratistas y exportadores industriales europeos – y otros que se perjudican y que tuvieron hasta ahora capacidad de bloqueo”, explica.

Se calcula que con el nuevo gobierno argentino, que ya no refuerza en particular las relaciones con Venezuela y reivindica abrirse nuevamente al mundo, surgió un nuevo interés del Mercosur para llegar a un acuerdo.

En la UE, Francia lidera una rebelión de 13 países, entre ellos Irlanda y Polonia, que se oponen a las repercusiones que un tratado pudiera tener para sus sectores agropecuarios.

“La pausa generada desde 2004 es responsabilidad de ambas partes, que mostraron bajo interés mutuo y poca disposición para concesiones. Por parte de la UE, el núcleo más proteccionista en torno a Francia fue siempre un freno en temas agrícolas“, dice Claudia Zilla, investigadora del Instituto Alemán de Política Internacional y Seguridad.

Aunque lo ve como “un renovado impulso”, Zilla calcula que “el nuevo intercambio de ofertas no es automáticamente una garantía de que se llegue a un acuerdo en un futuro próximo”, ya que tanto las crisis en Venezuela y Brasil como la difícil situación económica en Argentina generan desafíos adicionales.

En esta situación mucho dependerá de si cambia la actitud dentro de la UE hacia las negociaciones comerciales que enfrenta.

“Cada bloque tendrá que aceptar que habrá perdedores y compensarlos o derrotarlos. En esta negociación, el rico es la Unión Europea, así que es el que está en mejores condiciones para compensar”, subraya el politólogo Malamud.

Esperan un protagonismo menor de Brasilia

Durante la década pasada, Brasil jugó el papel más importante en la cooperación regional con la UE: mientras algunos países, como Argentina, se resistieron a negociaciones, Brasil llegó a ser el socio comercial del Mercosur de mayor importancia para la UE. En  2007 la Comisión Europea anunció el inicio de una asociación estratégica con Brasil, que se mostró como el más interesado en cerrar un acuerdo. En julio de 2013, Dilma Rousseff subrayó la importancia de acelerar las negociaciones con la UE, motivada también por el tratado que negocian Bruselas y Washington, el TTIP. Con sus problemas actuales, se espera que Brasil renuncie a su rol activo: “los países del Mercosur, en tiempos de crisis suelen priorizar lo nacional-unilateral y bajar la intensidad de la cooperación regional”, dice Claudia Zilla.

 

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