La falta de capacidad o voluntad de Estados Unidos de normalizar su política monetaria deja la puerta abierta para que el metal retome su status de moneda de reserva
Los precios del oro rebotaron más de 30% desde que subieron las tasas de interés estadounidenses en diciembre. Un abrupto giro en los precios, el ánimo y posicionamiento derivado de varios factores macro y micro creó una mayor polarización entre los optimistas y pesimistas en cuanto al oro.
El campo bajista, que incluye a respetados analistas como Goldman Sachs, tiende a tener una visión constructiva en cuanto al dólar estadounidense, a la capacidad de subir las tasas, de normalizar la política monetaria global y, en general, una opinión positiva sobre la economía global y los riesgos inflacionarios.
El campo alcista, al cual suscribo, tiende a ser más pesimista en cuanto a la economía global y a las consecuencias no deseadas de la política monetaria sin límites; y ve la reciente reacción de los precios como el comienzo de una tendencia alcista del oro que durará varios años.Opino que hay una tormenta perfecta para el oro, y me baso en tres dinámicas muy interrelacionadas, donde los bancos centrales y los mercados globales están probando los límites de la política monetaria, los mercados de crédito y las fronteras del dinero fiat.
En primer lugar, los límites de la política monetaria: en respuesta a la crisis de Lehman y para combatir la amenaza de deflación, los bancos centrales han desplegado una amplia gama de políticas monetarias poco convencionales. La flexibilización cuantitativa y las tasas de interés negativas han cambiado las reglas del juego y distorsionaron drásticamente la valuación de los bonos soberanos, quebrando el techo teórico de los precios, ajustando las posiciones cortas y subponderadas, y alimentando lo que, a mi criterio, es una de las burbujas financieras más grandes de la historia.
El epicentro del problema son los bancos centrales, pero los inversores y ahorristas de todo el mundo, frente a rendimientos extraordinariamente bajos e incluso negativos para su efectivo y renta fija, fueron alentados si no forzados a alargar la duración de sus carteras, lo que sube el riesgo de pérdidas de capital, liquidez y volatilidad más allá de lo que tenían en mente o que podían tolerar.
También se estudian las ventajas de los mercados de crédito.
La burbuja de los bonos soberanos incentivó la toma de riesgo en los mercados de acciones y crédito, el otorgamiento de créditos cada vez más débiles a menudo ignorando el riesgo de pérdidas de capital, liquidez y volatilidad. Es un mercado alcista que se alimenta a si mismo y beneficia más a los participantes más débiles, como los mercados emergentes.
En un mundo con oportunidades de inversión limitadas, la toma de riesgo excesiva puede conducir a la especulación y, por lo tanto, a las burbujas.
El daño ya está hecho pero puede ser aún peor, especialmente si países como China responden a futuras crisis con más expansiones de crédito agresivas, tal como hizo a principios de este año.
El actual sendero de la expansión monetaria y crediticia no es sostenible y finalmente explotará, dejando inversores con problemas por conseguir «el retorno de su capital, y no el retorno sobre su capital», un escenario extremadamente alcista para el oro y otros activos reales.
En tercer lugar, se están poniendo a prueba los límites de las monedas fiat. A diferencia de la crisis financiera global de 2008, esta vez no habrá ninguna munición monetaria. Las tasas de interés ya están en mínimos récord, las compras de activos sufren por la ley de retornos decrecientes, y las devaluaciones cambiarias competitivas sólo aumentan los problemas subyacentes y los desequilibrios globales.
En los últimos años hemos visto la primera etapa de la Ley de Gresham, donde «el dinero malo desplaza al dinero bueno», y ahora estamos en las primeras etapas de la segunda y última fase, donde «el dinero bueno desplaza el dinero malo».
El oro y el dólar estadounidense están mejor posicionados para tener el papel de»dinero bueno», que podría resultar en una sustancial apreciación contra las monedas malas. Pero la falta de capacidad o voluntad de Estados Unidos de normalizar su política monetaria deja la puerta abierta para que el oro retome su status de moneda de reserva.
El tiempo dirá si los bancos centrales y gobiernos podrán dar una buena solución a los desafíos que se vienen, o si el remedio será peor que la enfermedad. La política monetaria sin límites conducirá hacia un viaje con sobresaltos y a una crisis mayor a la que hemos estado tratando de resolver: la tormenta perfecta para el oro.
Cronista