Industrializar el litio, el camino para alcanzar un sueño argentino

La doctora en Ciencias Químicas, Victoria Flexer regresó en 2015 a la Argentina para conducir el Centro de Investigación y Desarrollo en Materiales Avanzados y Almacena-miento de Energía de Jujuy (Cidmeju). Allí trabaja en tecnologías eficientes y sustentables de extracción de litio y en el agregado de valor a este preciado mineral, que hoy solo se exporta como producto primario. Por Mariano Roca.

 

Orgullosamente formada en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y con una envidiable carrera fruto de la educación pública, Victoria Flexer es investigadora del Conicet y discípula de Ernesto Calvo, director del Instituto de Física Química de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (Inquimae). Fue justamente Calvo, su director de tesis doctoral, quien le propuso encabezar un ambicioso proyecto que denominó el «Balseiro del Litio», en referencia a la prestigiosa institución científica ubicada en Bariloche y especializada en la formación de profesionales en Física e Ingeniería Nuclear.

Luego de haber trabajado durante más de siete años como investigadora en Francia, Australia y Bélgica, Flexer se encuentra instalada desde 2015 en Palpalá (Jujuy), en las antiguas oficinas –hoy reconvertidas en laboratorios– de Altos Hornos Zapla. Entusiasmada con hacer ciencia, su verdadera pasión, no oculta su angustia y su preocupación por el impacto de las restricciones presupuestarias y por la demora en el desembolso de los subsidios comprometidos por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT). En diálogo con DEF, se refirió a sus principales proyectos y líneas de investigación.

-¿Cómo surgió el proyecto del «instituto del litio» en Jujuy?

-Yo había trabajado con Ernesto Calvo, que fue mi director de tesis doctoral durante cuatro años y medio. Él me propuso presentarme al concurso para ingresar a la carrera de investigador del Conicet y postularme para ir a Jujuy. En 2013, el Conicet había anuncia-do su idea de establecer presencia institucional en provincias donde no la tenía, y el objetivo era que los nuevos institutos tuvieran un impacto local. Así fue como se creó el Centro de Investigación y Transferencia Jujuy, en el que se incorporaron geólogos, antropólogos, biólogos y químicos. De allí germinaron nuevos grupos de investigación, se fortalecieron grupos pequeños que ya existían y se fueron creando institutos vinculados con temáticas más específicas. En el caso del litio, en Argentina había muy poca gente que estuviera investigando, principalmente el equipo de Calvo del Inquimae, un grupo de la Universidad Nacional de La Plata y otro en la Universidad Nacional de Córdoba. Yo me había especializado en sistemas electroquímicos, que es una temática lo suficientemente cercana. La electroquímica es la parte de la Química que se encarga del estudio de las reacciones sobre superficies de electrodos.

 

-Una de las líneas de investigación que siguen es la de los métodos extractivos. ¿En qué están trabajando?

-Estamos buscando tecnologías que permitan extraer el litio sin necesidad de evaporar agua. La minería del litio no es la minería clásica de roca que todos conocemos. El litio se encuentra en una solución muy concentrada, denominada «salmuera». Estas salmueras se encuentran debajo de los salares de altura, en la Puna. La actual tecnología minera para extraer el litio consiste en el bombeo de la salmuera y su volcado en gigantescos piletones a cielo abierto, donde se espera que el agua se evapore muy lentamente por efecto del sol y del viento. Esto deja muchas preguntas abiertas tanto desde el punto de vista ambiental como en términos de su eficiencia. Nosotros buscamos tecnologías alternativas que sean más eficientes y amigables con el medio ambiente. El grupo de Ernesto Calvo desarrolló en el laboratorio un método electroquímico para recuperar la salmuera, y nosotros estamos trabajando en llevarlo a una escala piloto con el objetivo de, eventualmente, llegar a una escala industrial. También estamos trabajando en otras tecnologías distintas, siempre con la idea de no perder el agua que actualmente se evapora y tratar de hacer que el proceso de extracción sea más eficiente y rápido.

-¿Qué es lo que exporta actualmente Argentina?

-Hoy Argentina exporta dos productos primarios: el carbonato de litio, que constituye el 93 % de nuestras exportaciones, y el cloruro de litio. Más allá de cierto agregado de valor de la minería, a partir de la exitosa extracción del carbonato de litio de la salmuera, hoy no existe ningún producto industrializado luego de este proceso primario.

-¿En qué estado se encuentra la investigación para la producción local de baterías de litio?

-Está en un estado terriblemente embrionario y todavía muy lejos de que se produzcan baterías a escala industrial. Las inversiones que se necesitan son importantes y, por el momento, no han aparecido. De todos modos, es importante aclarar que nosotros somos un laboratorio de investigación y desarrollo; y nos centramos en buscar baterías de mayor capacidad. Por mayor capacidad, me refiero a una batería que dure más. En ese ámbito, el principal problema no es el de la electrónica portátil, sino que está orientado a los vehículos eléctricos. Lo que se necesita es que la performance que brinda la nueva tecnología sea análoga o superior a la del motor a combustión que se pretende reemplazar. Siempre podríamos colocar una batería lo suficientemente grande como para que el auto tenga una autonomía superior a los 600 km actuales que brinda esta tecnología. Ahora bien, si esa batería implica que el auto se quede sin baúl o sin asientos traseros, no sería eficiente. La batería tiene que tener un volumen y un peso adecuados. Nosotros necesitamos que la batería nos brinde la performance, en un peso y con una masa similares a lo que del tan-que de combustible y el motor actual.

-¿Por qué es tan importante el litio como componente de la batería?

-En la tecnología actual de las baterías, el litio es el único componente que no se reemplaza. Por eso se habla de baterías de litio-ion o ion-litio, hay tanto interés en el litio argentino y sudamericano en general. Incluso las futuras baterías, en las que estamos trabajando, también funcionarían en base al litio. Ya no serían de litio-ion sino de litio metálico. Los cálculos termodinámicos nos indican que las baterías basadas en litio metálico tendrían, en el mismo peso que la batería actual, muchísima más capacidad. Por eso nos interesa tanto avanzar en esta línea.

 

-¿Qué incentivo existe hoy para que las empresas que invierten en Argentina se interesen en agregarle valor al litio? ¿Qué rol tienen las provincias?

-Hoy por hoy, las empresas mineras producen carbonato de litio y les da lo mismo a quién venden su producto. Recordemos además que, desde la reforma constitucional de 1994, el dominio de los recursos naturales es de las provincias y la minería está bajo legislación provincial. Son ellas las que deciden el otorgamiento o no de un pedimento minero a una empresa determinada. Los impuestos vinculados a la minería van a parar a las arcas provinciales. Por otra parte, la provincia no puede imponerles a las empresas que explotan el recurso a quién deben venderlo. Un caso particular es el de Jujuy, que tiene una compañía estatal –Jujuy Energía y Minería (JEMSE)–, y cualquier empresa que quisiera establecerse para explotar litio en territorio jujeño tiene que incluir a JEMSE entre sus accionistas, con un 8,5 % de las ganancias.

-¿Hubo alguna empresa minera o alguna pyme del sector que se haya acercado a ustedes, a partir de las investigaciones que están haciendo?

-Nosotros tuvimos una interacción primaria con Y-TEC (empresa conformada por YPF y el Conicet, que tiene entre sus proyectos el desarrollo local de baterías de ion-litio). Actualmente nuestras principales interacciones son con tres empresas pymes: Laring –una empresa de síntesis química de Buenos Aires–; Minera Santa Rita –una empresa local interesada en la extracción del litio con nuevas tecnologías–; y DESE Technologies –una empresa que no está actualmente vinculada con el negocio del litio, pero a la que le interesa ser partícipe de cualquier desarrollo de tecnología en el futuro–. Estas tres empresas nos están ayudando mucho.

 

-En la difícil coyuntura que vive el país, ¿han sufrido el impacto de la devaluación y de la crisis?

-El impacto que sufrimos es grave. En primer lugar, porque todos los fondos que nos fueron acordados oportunamente están en pesos y, por lo tanto, perdimos poder de compra, ya que nuestros insumos están dolarizados. En su mayor parte son importados y los que se fabrican en el país son de alta tecnología y, consecuentemente, tienen precios dolarizados. Entonces, la poca plata que ya teníamos ha perdido su valor. Además, específicamente en este momento, no se están desembolsando las cuotas de los subsidios que nos habían sido acordados por concurso de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT).

 

-¿Estás preocupada?

-Esta situación me genera bronca y angustia. Mucho de lo que hemos logrado se puede perder. Además, la creación del instituto está en proceso y a nosotros todavía nos falta comprar materiales. Si no nos envían los fondos, el trabajo va a quedar a medio camino. A la vez, me genera angustia porque todavía queda mucho espacio para que vengan nuevos investigadores, pero considerando que cada día están entrando menos investigadores al Conicet, también está viniendo menos gente a trabajar acá. Hubo muchas promesas que hoy no se están cumpliendo.

 

 

 

Infobae

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